Un tampiqueño ordinario que decidió vivir una vida extraordinaria, así es como se autodescribe Jairo Osziel Pérez de la Cruz, quien a sus 37 años combina la profesión de ingeniero con sus múltiples facetas de cantante y deportista extremo.
El oriundo del sur de Tamaulipas dijo a EL SOL DE TAMPICO que además de acrobacia y gimnasia disfruta del patinaje profesional, este último en su escuela fundada en pandemia “Patines Aventureros”, a donde asisten alumnos de la zona conurbada y foráneos.
Su primer amor, la música
Desde el 11 de noviembre de 1987 comenzó la aventura, junto a sus padres Andrés Pérez Zariñán y Juana Elia de la Cruz Quintero, quienes le enseñaron la disciplina, la responsabilidad, pero sobre todo que debía de estudiar y aprender para ser una persona exitosa en esta vida.
“Mi madre me inculcó el amor hacia Dios, por lo que desde muy pequeño estuve participando en actividades de la iglesia hasta el día de hoy, destacando en eventos dentro y fuera del país”, dijo.
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A los 14 años empezó a practicar música, lo cual le permitió tocar piano, guitarra y cómo usar la voz, llevándolo a participar en eventos celebrados en recintos como el Auditorio de Ciudad Madero y conciertos en el estadio Tamaulipas.
“Soy músico, cantante, maestro, ingeniero, amante de la gimnasia y el baile, los deportes extremos, los viajes y las nuevas aventuras, todo esto es parte de un estilo de vida que deseo transmitir a mis estudiantes”, expuso.
Desarrolla multidiciplinas
Siempre estuvo interesado en desarrollar multidisciplinas, desde la secundaria y preparatoria incursionó en el grupo de animación de gimnasia y porras, en donde realizó ejercicios como es el baile, acrobacia, esta última que hasta la fecha sigue practicando.
A finales de mayo estuvo en una competencia denominada “Corporación Internacional de Porristas”, en Puerto Vallarta, donde representó a Tampico a nivel mundial, con un grupo de compañeros de generación quienes en conjunto obtuvieron logros destacables.
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Pérez de la Cruz es ingeniero titulado de la Universidad Autónoma de Tamaulipas, quien ha ejercido su profesión en empresas como el hospital de la Beneficencia Española, GT Global Corporativo, Grupo Tampico, BASF Altamira y proyectos en empresas transnacionales.
Como parte complementaria de su vida, dedica su tiempo libre a enseñar con pasión las disciplinas y conocimientos obtenidos, “soy maestro de piano, de guitarra, canto, natación, realizo excursiones de senderismo y rapel, siempre inculcando el gusto por la aventura y los deportes extremos”.
El patinaje, su pasión
Además de acrobacia, gimnasia y patinaje profesional, este último se ha vuelto su pasión, por eso fundó en pandemia “Patines Aventureros”, a donde asisten niños, jóvenes y adultos de la zona conurbada como foráneos. Imparte además clínicas en Monterrey y la Ciudad de México.
“No importa la edad sino las ganas de desarrollar la habilidad del patinaje que es un deporte muy completo que ayuda a mejorar la condición física y refuerzo muscular, sobrepeso, además de desarrollar habilidades del cerebro como la coordinación motriz, la concentración y auxiliar en temas de estrés, depresión y ansiedad”, dijo.
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Destacó que éste es parte de los deportes extremos que ayuda a generar adrenalina liberando dopamina que nutre al cuerpo y da energía y la sensación de logro y felicidad, lo cual tanto requieren desde niños, jóvenes y adultos.
Actualmente los estudiantes de la escuela de “Patines Aventureros”, en las instalaciones de la Expo Tampico y la Laguna del Carpintero, llegan a dominar esta disciplina que enseña cómo trabajar la mente, cuerpo y coordinación motriz.
“Es sorprendente todo lo puedes lograr cuando crees que nada es imposible, pero sobre todo que amas lo que haces, enseñar y transmitir los conocimientos, me describiría por ser un aventurero fantástico e impredecible, mi lema es - lo fácil ya lo hice, lo difícil lo estoy haciendo, lo imposible me tardaré pero lo lograré-, con mira a dejar de ser tampiqueño ordinario para vivir una vida extraordinaria”, concluyó Jairo Osziel Pérez, el ingeniero que decidió convertirse en deportista extremo.