A dos años de que Neil Armstrong pronunciara su memorable "es un pequeño paso para el hombre, pero un gran salto para la humanidad", las noticias sobre el arribo a la Luna seguían llegando. Se le había llamado “la hazaña de todos los siglos”, por eso los tampiqueños de aquel 1971 no podían creer que un momento de ese hecho histórico pudiera llegar a la ciudad.
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Desde su anuncio a finales de marzo en El Sol de Tampico, la exhibición de la roca lunar y de fotografías inéditas de la misión espacial causó gran expectación entre los porteños que habían seguido este increíble acontecimiento en 1969 y ahora tendrían la oportunidad ver un momento de este gran suceso que dio otra expectativa de los avances tecnológicos.
La llegada a Tampico de la luna fue organizada por el Consulado de Estados Unidos que en conjunto con el gobierno del estado y el municipio porteño estructuraron una exhibición de la piedra lunar, misma que se programó para estar en Tampico el 6 de abril de 1971, teniendo como sede el quiosco de la plaza de Armas y el lobby del palacio municipal.
La roca lunar, con un peso de 100.9 gramos, llegó el 5 de abril al ayuntamiento de Tampico, bajo un fuerte resguardo militar y es parte del lote de 22 kilos que los astronautas Armstrong y Aldrin Collins recogieron del Mar de la Tranquilidad en junio de 1969 del satélite. La piedra selene estaba montada sobre una estructura de metal y resguardada por un vidrio antibalas.
Desde temprana hora empezó a llegar la gente a la plaza de Armas para poder participar en esta extraordinaria exhibición donde, además del trozo de la luna, se instalaron 20 fotografías de la misión del Apolo XI dentro del quiosco de Tampico, formándose una larga fila de personas para poder admirar la roca y las imágenes que solamente se habían visto por personal de la NASA.
La exposición de estos materiales duró solo un día, se montó a temprana hora la exposición y a las 10:00 horas fue abierta al público, cerrándose a las 21:00 horas, por lo que muchas personas se quedaron sin poder admirar la piedra de la luna que fue nuevamente resguardada en un vehículo especial para ser llevada a la ciudad Monterrey, Nuevo León, donde estaba la sede del consulado americano y de ahí a otros puntos del norte del país.