La caricatura es una de las expresiones que se mantienen vigentes gracias a la destreza y visión de los hombres de habilidosas manos y agudo pensamiento, con el que logran expresar con sus trazos situaciones críticas con un poco de humor, un llamado a la protesta, a la inconformidad o simplemente plasmar un rostro con un toque muy personal.
El dibujante y caricaturista es una profesión que se niega a desaparecer gracias a hombres como Fidel Maldonado Flores, quien a sus 85 años sigue trabajando los trazos, con la destreza y habilidad que toda la vida ha tenido por experiencia en esta noble actividad que le ha permitido sostener su hogar y su familia y que gracias a su incansable espíritu aventurero mantiene vivo el oficio de caricaturista.
La nostalgia de sus orígenes y sus primeros trabajos
Con voz pausada, como cuidando que cada palabra que piensa sea expresada, recuerda su niñez en la comunidad Paciencia y Aguacate, del municipio de Pueblo Viejo, donde conoció por primera vez los lápices y cuadernos en la escuela primaria de ese lugar, donde ya daba muestra de su habilidad al realizar dibujos de sus compañeros y del propio maestro, quien fue el que le recomendó saliera del poblado para buscar mejores oportunidades.
Describe su niñez llena de carencias ya que, asegura, sus propios compañeros le proporcionaban los lápices y hojas para que les hiciera sus dibujos, ya que él carecía de lo más indispensable en la escuela, situación que lo obligó a buscar otras opciones de vida en la ciudad de Tampico, a la que llegó a muy corta edad.
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Recuerda que su primer trabajo lo consiguió con el padre Rosiles, en la parroquia de Árbol Grande, en Ciudad Madero, donde se desempeñó como conserje durante casi un año, para después retirarse ya que no veía un futuro promisorio en ese lugar, para llegar a la óptica Rubí, con los hermanos Etienne, donde tampoco se convenció.
Descubrió su verdadera vocación
Fidel Maldonado recuerda emocionado que en una ocasión cuando decidió tomar una cerveza, entró en ese entonces al bar Manhattan, en la zona centro de Tampico, donde vio por primera vez a un dibujante, al que describe como un señor grande, que ingresó a ese lugar para realizar algunos trabajos entre los clientes, lo que le causó admiración por la destreza con que realizaba sus trazos, pero sobre todo lo que cobraba por cada dibujo, que en ese entonces eran 20 pesos; enseguida supo que eso era lo que le atraía.
Esto lo motivó para entrar al Instituto Regional de Bellas Artes (IRBA) donde realizó sus primeros estudios de dibujo, pagando 10 pesos por mes, cuando este instituto aún se encontraba en la parte baja del Palacio Municipal, donde aprendió dibujo y pintura, y comenzó a realizar sus primeros dibujos, siempre bajo la supervisión del director Zurita, quien le dijo que su tendencia era hacia la caricatura.
Una vez que adquirió los conocimientos básicos comenzó su travesía como dibujante, lo que le valió recorrer gran parte del país, siempre en las ferias donde instalaba su caballete y realizaba dibujos de las personas, por los que cobraba cuatro, cinco o seis pesos por cada obra.
El contacto de algunos dibujantes de la talla de Adán Peña Valencia fue lo que despertó su interés por el dibujo y la caricatura, y de quien se mantuvo cerca para aprender el trabajo que este hombre realizaba, además de aprender de otros como Antonio Díaz, ya en la ciudad de México, así como a muchos otros caricaturistas.
Como buen trotamundos, como él mismo se describe, incursionó en la Glorieta del Metro, en la Ciudad de México, donde se estableció por algunos años y logró congregar a otros dibujantes para que trabajaran con libertad, luego que en el Tenampa no le habían permitido trabajar los demás caricaturistas que ahí se encontraban fijos.
Fue en ese tiempo que decidió instalar una academia para enseñar dibujo, donde recibió alumnos de todas las edades y de todos los oficios, escuela que posteriormente dejó a su alumno más destacado.
De artistas y políticos
Al tratar de recordar a los famosos de la actuación y de la política, Fidel Maldonado dijo que logró trazar los dibujos de Gaspar Henaine “Capulina”, Marco Antonio Campos “Viruta” y Sasha Montenegro, a la que describió como una mujer de excepcional belleza, a quienes vio en el restaurante Diligencias. De la política recuerda a Joaquín Hernández Galicia “La Quina”, Salvador Barragán, Fidel Velázquez, dirigente de la CTM y al maestro Raúl Pazzi Squera, el rey del Huapango.
Trabajó como caricaturista para los periódicos El Noticiero y El Bravo, de Matamoros; fue ayudante de Lidio, el caricaturista del periódico EL SOL DE TAMPICO durante varias décadas, además de colaborar con diversas autoridades en la elaboración de retratos hablados.
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Siempre con su portafolios con los lienzos bajo el brazo, sus lápices y marcadores de diferentes tamaños, Fidel Maldonado Flores sigue activo recorriendo cada fin de semana los restaurantes La Palma y El Chachalaco, para ofrecer sus servicios de dibujante y caricaturista a los clientes que llegan a esos lugares, por lo que los interesados en su talento pueden contactarlo al número 833 3190678.
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Con su labor mantiene vigente una de las profesiones que con sus trazos dan voz y hacen visibles las necesidades, los abusos, y las buenas obras que se hacen siempre en beneficio de la sociedad.