Una de las tradiciones más antiguas y representativas del país vecino, el día en el que las familias norteamericanas se reunen a compartir un rico y sustancioso banquete, aderezando la convivencia con una buena cucharada de historia es el Día de Acción de Gracias.
El origen de esta festividad, que también se desarrolla en Canadá, data del 1621 en Estados Unidos, cuando habitantes de la colonia de Plymouth -actual Estado de Massachussetts- como manera de festejar la cosecha de la temporada otoñal, las enseñanzas de cultivo y caza dadas por los indios Wampanoag compartieron una comida.
Esto representó un contraste de cultura gastronómica y la unión de dos grupos establecidos en territorio norteamericano, pues los indios compartieron carne de ciervo y un pavo, mientras que los colonos compartieron su cocina de arándanos y semillas sobres vajillas que eran desconocidas por los indígenas.
EL PRIMER DÍA DE GRACIAS DURO EN REALIDAD TRES.
Al ser un ambiente de cordialidad y convivencia amistosa entre dos grupos que habían permanecido en conflicto, esta festividad se alargo hasta tres días en el que no se dejó de compartir el banquete.
Pero no seria hasta 1863 cuando el entonces presidente de Estados Unidos, Abraham Lincoln, proclamará oficialmente como día de festividad a nivel nacional Acción de Gracias y que se celebraría el último jueves de noviembre.
La proclamación de esta festividad representa también un punto de referencia para incentivar el cese de hostilidades en Norteamérica pues en ese tiempo la población estadounidense se vería afectada de manera significativa por su Guerra Civil.
En papel no fue una festividad cien por ciento oficial hasta casi 300 años después del primer día de acción de gracias, y ahora seria el presidente Franklin D. Roosevelt quien lo proclamará ante el congreso en 1941.
Unirse en familia alrededor de la mesa y agradecer por la comida es algo que debería hacerse diario, pero tener una festividad que recuerde que se debe compartir el afecto también es de provecho en un tiempo en el que pareciera que el pan de cada día es el odio.