La gran marea de plástico

La contaminación de plástico en los océanos ha llegado a cifras impresionantes: hay 150 millones de toneladas de productos hechos de plástico desplazándose en el agua, algunos a profundidades de hasta 6 mil metros.

EUROPA PRESS N. S.

  · domingo 25 de noviembre de 2018

Una reciente decisión de la Unión Europea (UE) puso a los 28 países miembros del bloque a la cabeza del combate global contra un tipo de basura que está contaminando masivamente a los océanos y contribuyendo al fenómeno del calentamiento global: los diversos productos de material plástico. Para 2021, la UE quiere prohibir el uso de los principales productos no reutilizables hechos de plástico, incluyendo las bombillas para sorber líquidos, los vasos y los cubiertos para comidas.

Ese material representa el 80 por ciento de la basura encontrada en las playas, mientras que las naciones del bloque deben gastar 259 millones de euros al año por el problema de la contaminación de las playas. Por otro lado, terminar con la producción de bombillas y otros productos desechables de plástico reduciría en 2,6 millones de toneladas el lanzamiento a la atmósfera de gases que causan el efecto invernadero.

Desde la década del 60, la producción global de materiales plásticos se multiplicó veinte veces. Las proyecciones señalan que, hasta el año 2036, el volumen actual se duplicará.Hoy, se estima que tres cuartas partes de la basura de los mares corresponden a compuestos de plástico. Durante el 2015, entre 4,8 y 12,7 millones de toneladas de ese material -equivalente a cerca del 5 por ciento de todo el plástico generado en el mundo- se depositaron en los océanos.

Un estudio realizado por la Consultora McKinsey para la ONG norteamericana Ocean Conservancy mostró que hay más de 150 millones de toneladas de materia plástica en las aguas de los mares. De ese total, un 60 por ciento proviene de basura no recolectada, 20 por ciento de desechos que se vacían en los ecosistemas y otro 20 por ciento se origina en fuentes instaladas en el propio océano (por ejemplo, las bases de pesca).

Para peor, la mayor parte de los residuos es llevada por las aguas a puntos de difícil acceso, lo que complica la tarea de detectarlos. Materiales de plástico desechables han sido encontrados a profundidades de hasta 6 mil metros. Las campañas ambientalistas que promueven la eliminación de bombillas, bolsas y otros productos plásticos de uso corriente se esfuerzan por sensibilizar a la opinión pública sobre la importancia del tema.

Un video de 2015 que se viralizó por internet fue una buena ayuda para la campaña conservacionista. Las imágenes, grabadas por biólogos marinos en Costa Rica, mostraban el rescate de una tortuga que tenía una bombilla plástica insertada en uno de los orificios de la nariz. Los científicos se tardaron diez minutos en poder sacar el tubo, de 10 centímetros de largo, para salvar al animal agonizante.


El dramático episodio está lejos de ser una excepción. Desgraciadamente, se ha vuelto común que diversas especies marinas sean víctimas de objetos plásticos desechados por los consumidores. Otro tanto ocurre con los pájaros del litoral. En el estudio Planeta Vivo, divulgado por la WWF, se informa que el 90 por ciento de las aves marinas tienen fragmentos de plástico en el estómago, ingeridos posiblemente juntos con los peces de los que se alimentan. En 1960, la cifra era de apenas un 5 por ciento.

“Las bombillas son inútiles. Es posible beber directamente del vaso. En el video que hicimos, mostramos donde va a parar finalmente esa basura plástica”, explica la bióloga Christine Figgener, investigadora de la Universidad de Texas, y una de los científicos presentes en el episodio de la tortuga encontrada en Costa Rica.

El escenario se agrava al saber que una simple bombilla de plástico se tarda al menos 200 años en descomponerse. Es decir, permanece dos siglos flotando en el mar, un tiempo más que suficiente para afectar a muchas especies y alterar el ecosistema de los océanos.

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