Pese a la destrucción que el hombre ha provocado con el avance descontrolado de la zona urbana, industrial y portuaria, la biodiversidad ecológica de Altamira se abre paso en zonas como el Islote de las Marismas, considerado un santuario de charranes.
Se trata de un islote de piedra, arena y tierra, construido para el terraplén por donde pasarían las vías del ferrocarril que serviría para el entonces naciente puerto industrial a principios de la década de los años ochenta.
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“En ese terraplén me tocó participar en su construcción, era una compañía constructora originaria de Torreón, Coahuila, pero se les acabó el presupuesto y llegó a mitad de la laguna su edificación, por lo que posteriormente se efectuó el trazó actual”, informó Carlos Maldonado Nava, residente en el ejido Armenta y actual presidente del Consejo de Administración de Pescadores Marineros del Puerto de Altamira.
Con el paso del tiempo, ese terraplén se fue erosionando poco a poco, con la creciente del nivel de agua en la laguna Las Marismas, aunado a los fuertes temporales de lluvia hasta quedar casi al nivel del agua y sin imaginar que esa parte territorial se convertiría en un centro de reproducción de aves playeras, cercanas al cordón litoral de las aguas del Golfo de México en este municipio.
Aves playeras se apoderaron del islote
Ese sitio poco a poco fue aprovechado por la naturaleza para la anidación de aves playeras como el charrán de Forster (Sterna Forsteri), el charrán pico grueso (Gelochelidon nilotica) y el rayador americano (Rynchops niger) que se desplazan por el cordón litoral conforme a la época del año.
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En una superficie de aproximadamente 400 metros cuadrados se estableció un hábitat propicio para la reproducción y el cuidado de sus crías.
“El cordón litoral proporciona un refugio seguro y aislado del contacto humano y de los depredadores terrestres, lo que es fundamental para el éxito reproductivo de estas aves”, informó Gabriel Alejandro Cruz Reséndiz, profesionista en el manejo de fauna silvestre de la Dirección de Ecología y Medio Ambiente en el Ayuntamiento.
Además este lugar presenta una diversidad de hábitats como playas arenosas, dunas, salitrales y vegetación costera que ofrecen distintos recursos alimentarios de protección.
A decir del profesionista “este islote es el ideal para que los charranes realicen su nidificación, arriba aquí desde sus áreas de invernada en Estados Unidos y Canadá, este proceso de construir sus lugares provisionales de residencia lo realizan en pareja y altamente sincronizado para depositar los huevos, para cuidarlos y protegerlos”.
Una vez que lograron establecer el sitio ideal se forman colonias de cría, pues miles de parejas de charranes se agrupan para anidar, pues entre ellos se protegen frente a los depredadores y la posibilidad de interacciones sociales.
El periodo de arribo de estas aves migratorias a este islote es a partir de mayo, “a partir de este mes depositan sus huevecillos y los cuidan en pareja, aquí tanto el macho como la hembra se turnan para incubarlos y protegerlos de los depredadores”.
Al incubarse los polluelos eclosionan y son alimentados por sus padres, quienes buscan alimento en los ecosistemas costeros circundantes, como los bancos de arena y las marismas, hasta que estén listas para regresar al norte de América.
Los charranes son protegidos por autoridades de Altamira
Pero este instinto natural con el que cuenta los tres tipos de charranes y la razón de colocar sus nidos a ras de suelo, incluso la tonalidad de los huevos con el color que conforma el terreno del islote, es un mecanismo natural de autodefensa.
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“En este islote existen más de 500 nidos de charranes, pero este lugar está lejos de que los nidos sean atacados por mapaches, zorros, perros, gatos, tlacuaches, incluso hasta de las águilas pues en cuanto las ven que se va acercando todos se organizan para ahuyentarlo pues de aterrizar en tierra firme perderá su ataque”, destacó el entrevistado.
Este islote está dentro de la reserva ecológica del Puerto de Altamira, vigilada por elementos de la Secretaría de Marina y personal del área de vigilancia privada contratada por la Administración del Sistema Portuario Nacional (Asipona).
La Dirección de Ecología y Medio Ambiente, a cargo del biólogo Rubén Hervert Zarate, tiene en sus registros estos anidamientos y reproducción de aves de playa que han formado este santuario de charranes, por lo que constantemente monitorean para reportarlo a nivel estado y federal.
“Tenemos la instrucción de estar vigilando de una forma periódica este sitio desde la llegada de la ave charrán hasta su partida, nos apoyamos con los residentes del ejido Las Marismas quienes cuidan y vigilan muy bien el entorno ecológico”, puntualizó Cruz Reséndiz.
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Este Islote de las Marismas es ya un santuario para charranes, sin duda una sorpresa más de la riqueza natural de esta zona sur de Tamaulipas.