Tomás, el gordinflón que cargo a mi izquierda, es un tlacuache norteño. Nuestros caminos coincidieron cuando él tenía un par de semanas de vida, encontrándolo con un problema en la cintura y faltándole una oreja.
Fue mi primer rescate de tlacuache y ahora él tiene un año y cinco meses de vida. Es por Tomás que iniciamos un proyecto de conservación de la especie en la zona sur, donde damos resguardo a todos aquellos ejemplares vulnerables, tanto adultos que han sido lastimados como recién nacidos que terminamos de criar para que una vez rehabilitados, puedan ser re incorporados al medio silvestre. A la fecha, Tomás ha participado en más de 25 conferencias, visitando escuelas, empresas, campamentos de verano y centros de rehabilitación infantil, convirtiéndose en un puente de su especie con las personas.
Diego, el pequeñín que tengo a mi derecha es un tlacuache de cuatro ojos café que llegó al centro de rescate para su resguardo tras haber sido extraído del medio cuando era muy pequeño y pasando los primeros 8 meses de su vida viviendo como una mascota. El nunca aprendió a valerse por sí mismo y es por eso que lo que resta de su vida, y para poder asegurar su supervivencia, tendrá que vivir dentro de cuatro paredes. En los 2 meses que lleva con nosotros, Diego también me ha acompañado a conferencias en universidades y empresas.
La importancia de estas especies en el ecosistema es incalculable. Son animales que están en nuestro planeta desde el periodo cretácico, teniendo un papel predominante al contar con una dieta constituida principalmente por insectos, en especial las garrapatas llegando a comerse hasta 5000 al año. Esto convierte al tlacuache en uno de los más importantes reguladores de plagas, sin embargo, su importancia no termina aquí.
A nivel cultural, el tlacuache es un representante histórico de la cultura mesoamericana, encontrándose en pinturas y esculturas de datan de cientos de años atrás, habiendo también leyendas en torno a la especie, al grado de considerarlos dioses en algunas culturas, cual es el caso de los bacabes en la cultura maya, dioses vinculados a los cuatro puntos cardinales que asociaban su apariencia con cara y cola de tlacuache.
Con todo este trasfondo, habría que preguntarnos: ¿Por qué seguimos menospreciando a una especie tan valiosa?
Tal vez egoísmo, apatía o ignorancia.
Uno de los principales y más arcaicos instintos del ser humano, es tenerle miedo a aquello que no conoce o que no entiende, creando para sí mismo un estereotipo basado en un estigma de repulsión. Contribuyendo así a la pérdida del legado de una forma de vida que tiene en nuestro planeta más de 70 millones de años.
En México somos afortunados en contar con 8 de estas especies de marsupiales y a pesar de que su tasa de reproducción es alta en comparación con otras especies, los números de sus poblaciones han ido en descenso en las últimas décadas, dejando débil a una especie que no solo es noble y tímido por naturaleza, sino que físicamente es indefenso y vulnerable ante su vida misma.
Diego y Tomás tienen mucho trabajo por hacer, seguir atacando un problema social desde su punto raíz: la desinformación. Y así, ser la cara de un movimiento que busca encontrar espacios donde la gente los conozca, pueda generar una empatía, y que a un largo plazo, nos ayude a valorarlos como lo que son, una especie incomprendida que ha sufrido por adaptarse y que ha dedicado su vida al servicio de nuestro planeta.