María Magdalena ha sido durante mucho tiempo una figura controvertida dentro de la iglesia católica. Desde el siglo V, se le ha representado como una prostituta y en algunos textos antiguos se le describe como la esposa de Jesús. Y su misterio continúa: en el sureste de Francia, una basílica expone lo que se cree que es su cráneo.
SU FÉRETRO OLÍA A PERFUME
En la basílica de Saint Maximin, en Marsella, se exhiben unas reliquias que se creen pudieran ser de la mujer. Su cráneo y esqueleto están colocados en un casco de cristal sobre una escultura con pelo largo y dorado que envuelve la cabeza y los hombros.
Su lápida, fechada en torno a los siglos I y IV, fue encontrada en 1279 por Carlos II, conde de Provenza, bajo una pequeña capilla en un bosque, junto a un sarcófago de mármol. Carlos juró que el féretro, cuando se abría, lanzaba un olor a perfume como el que usó María Magdalena cuando lavó los pies de Jesús en la Biblia.
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Carlos II construyó una gran basílica sobre la ubicación original de la capilla, la llamó Saint Maximin, y la gente ha ido allí en peregrinación durante cientos de años. Existían más restos, pero fueron robados en 1794.
Los huesos restantes, a los que originalmente les faltaba la mandíbula y los fémures, se encuentran en un relicario dorado construido en forma de busto con una placa facial transparente, todo ello sostenido en alto por cuatro ángeles. El Papa Bonifacio VIII encargó colocar su relicario y mandó añadir una mandíbula.
RECONSTRUYEN SU ROSTRO
A partir de estas reliquias, científicos de la Universidad de Versalles reconstruyeron el rostro de la calavera. Tomaron más de 500 fotografías del cráneo desde varios ángulos con el fin de generar un compuesto de la estructura ósea y características físicas.
Así pudieron determinar que los restos pertenecen a una mujer de origen mediterráneo que murió a los 50 años aproximadamente.