El surgimiento de programas informáticos denominados “inteligencia artificial (IA)” por su capacidad para emular el razonamiento humano, ha revolucionado el mundo tecnológico.
Sin embargo, de acuerdo a varias organizaciones, esta clase de proyectos se sitúan en el límite entre la innovación y la explotación laboral en países en vías de desarrollo. ¿Por qué?
Inteligencia artificial vs. explotación laboral
La Real Academia de la Lengua Española (RAE) define la inteligencia artificial como la “disciplina científica que se ocupa de crear programas informáticos que ejecutan operaciones comparables a las que realiza la mente humana, como el aprendizaje o el razonamiento lógico”.
Los seres humanos adquieren una amplia gama de conocimientos, a través de la experiencia. Desarrollando la capacidad cognitiva para comprender y analizar la información con distintos objetivos, ya sea para resolver problemas o entablar comunicación con otras personas.
Sin embargo, los programas informáticos no tienen tal capacidad de desarrollo. Un programa de inteligencia artificial no tiene una familia que le enseñe cómo funciona el mundo, no asiste a la escuela, no acude a tomar café con sus amigos ni entabla una discusión. En sentido estricto, nunca disfruta de un amanecer, ni mucho menos da un beso, ni mira una película o lee un libro.
Te puede interesar: Inteligencia Artificial aprende de los bebés
Entonces, ¿cómo aprende un programa de inteligencia artificial a razonar y a resolver problemas? ¿Cómo puede un programa informático, contestar preguntas, generar texto, traducir idiomas, analizar datos y entablar una interacción social con personas de carne y hueso? Estas preguntas se contestan fácilmente: gracias a los “etiquetadores”.
¿Qué son los “etiquetadores” (o “data labelers”)?
De acuerdo al artículo “Los cientos de miles de trabajadores en países pobres que hacen posible la existencia de inteligencia artificial como ChatGPT (y por qué generan controversia)”, escrito por Veronica Smink, para la BBC, los “etiquetadores” son las personas encargadas de suministrar millones de datos a los programas de inteligencia artificial.
El trabajo de los “etiquetadores” (“data labelers”, en inglés), consiste en clasificar cientos y cientos de datos, con la finalidad de que los programas informáticos pueden procesar dicha información, para efectuar diversos tipos de tareas.
Estos profesionales se encargan de registrar y describir datos, por ejemplo, “Los girasoles son tres cuadros pintados al óleo creados por el artista Vincent Van Gogh, entre 1888 y 1889, con un estilo de postimpresionismo”. Después, hay que explicitar qué son los girasoles, qué es un cuadro, qué es pintar, quién es un artista, quién es Vang Gogh y qué es el postimpresionismo.
La labor de los “etiquetadores” es ardua e infinita. Múltiples empresas con programas de inteligencia artificial, como Google, Meta o ChatGPT, contratan empresas de outsourcing en países en vías de desarrollo, donde la mano de obra es muchísimo más barata, por ejemplo, Uganda, India y Colombia.
También puedes leer: Los robots harán bienes sociales
En palabras de Enrique García, para la BBC, "No hay nada inteligente en la inteligencia artificial. Tiene que aprender a medida que se le entrena". Quien la “entrena” son los “data labelers”. Los que, a diferencia de los programadores, suelen ganar un poco más del sueldo mínimo en los países en los cuales operan.
Suscríbete a la edición digital de El Sol de Tampico aquí
Entonces, ¿cómo se desarrolla una inteligencia artificial? Muy fácil, a partir del esfuerzo de diversas personas que programan, clasifican y almacén millones de datos. Al parecer, los programas informáticos se encuentran en el límite entre la innovación y la explotación laboral.
