La Nebulosa de Carina (cuyo nombre clave en el mundo de la astronomía es NGC3372) es una gigante nube de polvo y gas, donde las estrellas mueren.
La también denominada Nebulosa de la Quilla es un enorme cementerio en el cosmos, donde el viento estelar arrecia y la radiación ultravioleta abrasa todo a su paso desde hace más de tres mil años.
Descubierta el 25 de enero de 1752, por el astrónomo francés Nicholas Louis de Lacaille. La Nebulosa de Carina, conocida igualmente como Nebulosa de Eta Carinae, se encuentra a siete mil 500 años luz de la Tierra y tiene una extensión total de 300 años luz. En su interior, desde hace millones de años, las estrellas mueren.
El cementerio del cosmos
Miles de estrellas con una masa 50 veces superior a la del Sol se extinguen dentro de la Nebulosa de Carina. La progresiva destrucción de los cuerpos celestes provoca una constante e inconmensurable radiación ultravioleta.
La más poderosa de estas estrellas hipergigantes moribundas es la Eta Carinae, considerada en el mundo científico como uno de los astros más brillantes en el universo, también es denominada como “sobresaliente e inestable”. Es hermosa, pero muy peligrosa.
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Acorde al artículo “Donde nacen y mueren las estrellas” escrito por Héctor Rodríguez para National Geographic, la estrella binaria hipermasiva Eta Calinae está en constante “erupción”. Los vientos estelares y la radiación ultravioleta que emite el astro destruyen las nubes moleculares a su alrededor, erosionando así a la nebulosa homónima donde habita.
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Dentro de poco tiempo, el cuerpo celeste Eta Calinae se va a convertir en una supernova. De esa manera, la Nebulosa Carina, el gran cementerio del cosmos, se va a convertir en un criadero de nuevas estrellas.
El nacimiento de nuevos astros
De acuerdo al artículo “Supernova” de National Geographic, cuando una estrella explota arroja polvo y gas al cosmos, propiciando diversidad interestelar.
El material que brota de la supernova contiene, entre otros elementos, hierro, azufre, potasio y níquel, todos imprescindibles para la vida humana. Por eso Carl Sagan aseguraba que las personas eran “polvo de estrellas”. El cuerpo de cualquier humano contiene remanencias de las explosiones celestes en el cosmos.
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Así como la Nebulosa de Carina hoy arde con la futura explosión de miles de estrellas gigantes, incluyendo a la joya de la corona (Eta Calinae), hace más de cuatro mil 600 millones de años el Sistema Solar podría haber estado en las mismas condiciones.
La Nebulosa de Eta Calinae, de la Quilla o de Carina es un enorme cementerio de cuerpos celestes en el cosmos. El mismo sitio donde mueren las estrellas, es el mismo lugar donde explotan creando un universo completamente nuevo.