El artista de origen cubano Alexi Devilliers, conocido por sus figuras de robots hechas con hojalata y utensilios viejos, ha logrado juntar tres de las cosas que más le gustan en la vida: la cocina, el arte y la solidaridad.
Devilliers crea esculturas con apariencia de robots con las latas y los útiles de cocina que utiliza cuando prepara comida para cientos de personas desamparadas en Arizona.
“Me gusta ayudar a los viejitos, cocinar y me gusta hacer mi arte. Mis obras son apreciadas, la gente entiende que es un arte cómico y a la vez triste, cargado de sentimiento, lo que pudo estar en la basura ahora tiene sentido”, dijo a Efe Devilliers, quien desde hace quince años reside en Phoenix (Arizona).
El artista nacido en el Bronx (Nueva York) en una familia cubana encontró el camino que lo ha llevado a vender sus esculturas mundialmente cuando inició la labor de alimentar a los desfavorecidos.
“Vi a la gente en el parque que tenía hambre, soy cubano, siempre cocino mucho y me sobraba comida, así que compré más frijoles, arroz y lechón y empecé a regalarle comida a cincuenta personas”, recordó.
Desde hace ocho años brinda alimento cada sábado, “sin falta”, a cerca de 120 personas sin techo.
Se levanta a las 5 de la mañana para cocinar los alimentos, tres horas más tarde ya los tiene empaquetados para llevarlos a los refugios, regresa a su casa al mediodía y termina de limpiar la cocina a las 2 de la tarde.
“Luego de repartir la comida y asear la cocina, limpio las latas, las pinto para usarlas en mis esculturas. Mucha gente que sabe a qué me dedico me regala las latas de pozole, otras cosas las compro en tiendas de segunda mano”, comentó.
Rudy Soliz, coordinador y voluntario de Justa Center, un refugio para indigentes de edad avanzada, dijo a Efe que la ayuda que otorga Devilliers es de suma importancia para cientos de personas que sufren hambre en las calles.
“Hay mucha necesidad en las calles, la gente no sabe, pero en un minuto te puedes hacer ‘homeless’ (sin techo), es fácil caer en desgracias, pero salir de este ambiente es lo más duro”, dijo Soliz, quien durante cinco años vivió en refugios y ahora brinda ayuda a los más necesitados.
Las esculturas de Devilliers se venden en varias galerías de Arizona y a través de su sitio de internet. Tiene compradores en Japón, Jamaica, Alemania, India, Paquistán y otras partes del mundo.
“Puedo durar desde dos hasta ocho horas trabajando cada pieza, así como tengo obras de pequeño formato tengo esculturas de 12 pies (3.6 metros) de largo, aparte de robots hago tiburones, perros, gatos, carros, aviones, pero en ‘Down Town’ (el centro de la ciudad) me piden robots”, expresó.
Cada primer viernes de mes Devilliers acude al centro de Phoenix para vender sus esculturas a un precio accesible para los visitantes de las galerías de la ciudad.
“Los robots son mi pan con mantequilla, por lo regular las grandes esculturas las vendo en Scottsdale (Arizona), pero aquí vendo piezas desde 24 dólares hasta 125 dólares, busco venderlas más baratas en el centro”, explicó.
Devilliers desarrolló un interés en el metal y la mecánica durante las clases de taller en la escuela secundaria. Más tarde comenzó a construir aviones a pequeña escala con latas de cerveza y refresco, lo que le dio la base para crear sus esculturas.
El artista de 52 años que actualmente reside en Tempe (Arizona) se siente muy afortunado de haber encontrado su camino por medio del altruismo y, aunque vive de forma modesta, trabaja para darle de comer a los demás.
“Esta es mi iglesia, me siento bien ayudando y haciendo arte, cuando vivía en Florida manejaba un camión para llevar al hospital a ancianos, y veía cómo no los trataban bien, ahora trato de ayudarlos y a la vez hacer algo bueno”, dijo.
El dinero que recibe por la venta de sus obras lo usa para comprar alimentos para personas mayores y sin hogar en Phoenix.
“Si compras estas latas vacías, tendré dinero para comprar comida para alimentar a alguien que realmente necesita algo para comer”, les dice a los interesados en su arte. EFE