Veinte años después de la creación del mecanismo de búsqueda, el neurocientífico Dean Burnett explica cómo maneja la información el cerebro humano y la manera en que Google fuerza a nuestro cerebro a trabajar para procesar la información.
¿Google ha hecho a las personas más tontas a lo largo de los años?
No, no puedo ver cómo podría haber sucedido eso. El principal argumento que veo a favor de esa sospecha es que antes la gente solía recordar largos ensayos, poemas o piezas y recitarlos fácilmente, como se enseñaba en la escuela. Pero la capacidad de memorizar grandes bloques de texto no es una señal de inteligencia, y ser incapaz de hacerlo no implica que alguien sea tonto. La inteligencia depende de muchos factores culturales y genéticos y, en la mayor parte del tiempo, se resume en cómo utiliza la información, y no a la capacidad de memorizarla.
¿Cómo afectó Google nuestra capacidad de concentración?
Es difícil decirlo en términos concretos, porque Google no ha existido durante el tiempo suficiente para que podamos haber desarrollado una respuesta neurológica. Por lo tanto, nuestros sistemas de vigilia y atención continúan igual, a nivel neurofisiológico. Google pone a nuestra disposición más información que nunca, a la que estamos constantemente accediendo. Por lo tanto, hay argumentos de que, en realidad, nos estamos volviendo más inteligentes, obteniendo más información y haciendo que nuestros cerebros trabajen para procesarlos. Sin embargo, parece ser cierto que muchas personas no pasan tanto tiempo enfocadas en algo como solían hacer. Normalmente, el cerebro humano prioriza la novedad frente a la familiaridad cuando se trata de actividades estimulantes y agradables, y Google le permite acceder a una infinidad de novedades con un clic. Así, las personas están más tentadas que nunca a buscar algo más interesante en qué concentrarse que lo que está delante de usted.
¿Cómo puede manejar el cerebro la avalancha de información?
La mayoría de la gente no tiene idea de la capacidad de nuestros cerebros de filtrar información a partir de la inmensa cantidad que se recibe. Nuestros sentidos, por sí mismos, proporcionan más información al cerebro de lo que jamás podemos procesar minuto a minuto, y el cerebro ha desarrollado muchos mecanismos para filtrar, priorizar y manejar todo eso. Lo mismo puede decirse de la información de Google, pero son un poco diferentes, ya que su naturaleza es más abstracta y cognitiva. Desafortunadamente, los métodos del cerebro para hacer frente al excedente de información no siempre son ideales. Existe, por ejemplo, la “tendencia de confirmación”, en que priorizamos informaciones que apoyan lo que ya pensamos o creemos, mientras ignoramos cualquier cosa que no corrobora nuestras creencias.
¿Nos hemos vuelto más dependientes de Google?
Google ha revolucionado la vida de la gente de muchas maneras. La mayoría de las persona quiere respuestas rápidas. Veo que eso puede convertirse en un problema. Posiblemente la gente puede estar buscando acceder a Google demasiado, en lugar de tratar de resolver algo por su cuenta. Sin embargo, por otro lado ese tipo de procesamiento de información es sólo una pequeña parte de lo que hacen nuestros cerebros. Me resulta difícil imaginar cómo Google puede tener predominio sobre el cerebro en un futuro próximo.