El jueves 11 de julio de 1991, la luna cubrió al sol durante un periodo aproximado de seis minutos con 54 segundos. En el sur de Tamaulipas, la Sociedad Astronómica de Tampico invitaba a la ciudadanía a observar el eclipse total de sol con precaución. El fenómeno, se decía, se repetiría hasta 33 años después, en el 2024.
A las 11:30 horas, de la zona horaria GMT-6, en Hawai, el único satélite natural de la Tierra comenzó a opacar a la estrella principal del Sistema Solar.
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La superficie afectada alcanzó una extensión estimada de 256 kilómetros de ancho por 14 mil 768 kilómetros de largo, abarcando casi todo el continente americano, desde las costas del océano Pacífico hasta la franja del Atlántico.
¿Cómo se vivió la interposición de los cuerpos celestes en Tampico?
De acuerdo a la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA), un eclipse total de sol sucede cuando la luna bloquea los rayos solares y proyecta su sombra en la Tierra.
Aunque el 11 de julio de 1991, tal evento astronómico oscureció el cielo por un lapso aproximado de seis minutos con 54 segundos en Baja California; en la zona conurbada de Tampico, la influencia del suceso astronómico fue parcial.
Así lo reportó en portada el ejemplar del viernes 12 de julio de 1991, de esta casa editorial.
El día del eclipse, el jueves 11 de julio, desde las 09:00 horas, el Departamento de Oftalmología del Hospital del ISSSTE abrió sus puertas para atender casos de ceguera temporal ocasionados por mirar fijamente, por intervalos prolongados (superiores a 10 segundos), al denominado “astro rey”.
La atención médica, comunicó en su momento a este rotativo, Ángel Garciga Poblano, director del recinto, sería gratuita para la ciudadanía en general, sin importar que no fueran derechohabientes.
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De igual manera, la delegación del sur de Tamaulipas del Instituto Nacional del Consumidor, se había dedicado a repartir, en días previos, miles de instructivos sobre las medidas de seguridad a implementar para observar el cielo sin mayores accidentes.
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En la zona conurbada de Tampico, las clases se suspendieron y en las oficinas de gobierno, aunado a escaparates de tiendas comerciales, los televisores sintonizaron la imagen de la luna ocultando al sol.
¿Cómo se vivió el eclipse en el país?
En noviembre de 1990, en México se creó la Comisión Nacional del Eclipse con el objetivo de coordinar los diversos estudios científicos, programas educativos y jornadas comerciales que se esperaban con motivo del turismo astronómico.
El jueves 11 de julio, en un esfuerzo internacional entre la Corporación Orbital Científica de Arizona, la Asociación de Estudios del Espacio de Florida y el Instituto de Astronomía de la UNAM, se lanzó el cohete de nombre “Mexcaltitán”, desde el ejido “El Quemado”, en Santiago Ixcuintla, en Nayarit, con el fin de recopilar información de la atmósfera.
A los 30 segundos, el artefacto de propulsión rebasó la barrera del sonido, a los 115 segundos del despegue ya se encontraba a una altura superior a los 90 kilómetros.
En las estaciones del Metro de la Ciudad de México, los lentes especiales para observar el eclipse se vendían a un precio aproximado de 50 centavos de dólar.
Las cifras manejadas por EL SOL DE TAMPICO indican que el episodio de oscuridad (total o parcial), a nivel mundial, fue presenciado por cerca de 200 millones de espectadores directos y por aproximadamente tres mil millones de televidentes.
Se comentaba que la iglesia católica aseveró a los feligreses que el suceso no correspondía a una señal inequívoca del fin de los tiempos, por tanto, nadie debía preocuparse por escuchar las gaitas del juicio final.
El viernes 12 de julio de 1991, en entrevista para este periódico, Jaime E. Efienne Vázquez, director de la Sociedad Astronómica de Tampico, informaba que el siguiente eclipse total de sol en América del Norte sucedería dentro de 33 años.
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Hoy, en pleno 2024, la fecha llegó. Finalmente este lunes 8 de abril se vivió un fenómeno astronómico similar.
Con información de Dalhí Charles
