Desde hace más de una década, la ciencia médica sabe que el cigarrillo daña no solamente a los fumadores, también sufren las consecuencias las personas que están expuestas al humo ajeno.
Entre todas las evidencias recogidas hasta ahora, posiblemente la que resulta más inquietante fue publicada por un grupo de científicos estadounidenses en la revista Cancer Epidemiology Biomarkers and Prevention.
Los investigadores detectaron alarmantes niveles de una sustancia cancerígena específica en la orina de bebés sometidos al humo del cigarrillo de sus padres. El estudio fue realizado en el Centro de Cáncer de la Universidad de Minnesota, en un grupo de 144 bebés, de entre 3 meses y 1 año de edad, cuyos padres fumaban un promedio de 11 cigarrillos diarios.
En 67 de los pequeños, se encontró en cantidades peligrosas la NNAL, sustancia producida por el organismo como consecuencia del contacto con el tabaco.
Hasta entonces, los estudios evaluaban solamente el daño en fumadores pasivos que eran niños, adolescentes o adultos. Pero ahora hay evidencias médicas del efecto que el cigarrillo tiene en bebés de hasta un año. Los resultados indican que esos pequeños tienen muchas más probabilidades de desarrollar cáncer que los bebés no expuestos a un ambiente con humo de cigarrillos. “La exposición tan prematura a agentes causantes de cáncer puede tener efectos muy nocivos en el organismo de esos niños”, explica Stephen Hecht, uno de los científicos participantes en el estudio.
Uno de los datos agravantes es que el humo que sale de la punta del cigarrillo es incluso más nocivo que el que inspiran los fumadores. Sin la protección del filtro, el humo tiene peores consecuencias y el efecto negativo se incrementa entre los más pequeños.
Los bebés respiran más rápido que los adultos y, consecuentemente, aspiran una mayor cantidad de humo. Como sus cuerpos son pequeños, la absorción es también mayor.
A corto plazo, los efectos de la exposición continua al tabaco se reflejan en los órganos que son los primeros en entrar en contacto con el humo.Por lo tanto, el daño se relaciona con dolencias como bronquitis, asma, neumonía y otitis. Entre los adultos, el riesgo de cáncer de pulmón es un 30 por ciento mayor y las probabilidades de contraer una enfermedad cardiovascular aumentan en un 25 por ciento.
Aunque todavía no hay estadísticas científicas sobre el surgimiento de enfermedades en bebés y niños pequeños a causa del humo de cigarrillos, se conocen algunos efectos comprobados clínicamente:
En bebés
Riesgo cinco veces mayor de muerte súbita.
Riesgo de sufrir enfermedades pulmonares hasta 1 año de edad, que aumenta proporcionalmente según el número de fumadores que hay en la casa.
En niños
Mayor frecuencia de resfriados e infecciones al oído. Aumenta en un 50 por ciento la posibilidad de que el niño tenga otitis.
Aumenta el riesgo de enfermedades respiratorias. La posibilidad de que el niño tenga asma sube en un 20 por ciento. En caso de neumonía, el riesgo de inflamación aumenta en un 70 por ciento si la madre es fumadora.EUROPA PRESS N.S.