Sudor, lágrimas y victoria fueron parte de lo que se vivió en la gran final y cierre del torneo de fútbol, organizado dentro del marco de celebración del 74 Aniversario del Sol de Tampico.
El torneo tuvo como sede las instalaciones de la Ciudad Deportiva de Tampico, en donde un centenar de jovencitos se disputaron los primeros sitios.
Ajustando las agujetas
Poco a poco y puntualmente, fueron arribando a las canchas cada una de las escuadras con la mentalidad fija en conseguir el objetivo: ser campeones de su categoría. En sintonía, las gradas se fueron llenando paulatinamente con matracas, tambores o con la potencia de su voz para apoyar a su equipo.
El nerviosismo se podía palpar; los jugadores trataban de mantener la calma mientras realizaban ejercicios de calentamiento y preparación, mientras en su mente se perfilaba el deseo de dar inicio al encuentro que los separaba de alcanzar el trofeo.
Los entrenadores daban sus últimas indicaciones y consejos, tratando de ayudar a sus jugadores a guardar la calma, palabras que los enfocaban en cada detalle practicado durante la semana, haciendo gala de su amplio conocimiento y trayectoria en el balompié.
Al sonar el silbatazo
El árbitro central daría inicio a la disputa desde el corazón de la cancha, justo en la media luna, donde cada emocionante encuentro tendría apertura en la búsqueda del campeonato definitivo para cada categoría del certamen.
El público aplaudía y gritaba con cada buena jugada; una barrida limpia, un regate terminado, una atajada al ángulo o un remate fulminante a la portería era poderosamente reconocido por las gradas, porque cada jugada podría ser la diferencia entre cruzar la línea o quedarte en ella.
Los jugadores se limpian el sudor, se comunican entre ellos pidiendo calma a sus compañeros o para soltar un grito que los pusiera en la carrera y concretar un contragolpe de manera exitosa. Saben perfectamente lo que significa cometer un error o acertar un tiro al arco; son acciones que definen la competencia.
Al finalizar el partido, los abrazos se presentan entre risas y felicitaciones en el equipo ganador; en la otra cara de la moneda, los rostros cabizbajos se dejan ver, pero con la esperanza de lograr el objetivo en una próxima ocasión. Mientras tanto, el equipo campeón comienza la celebración disfrutando del momento, gozando de ser los mejores en su categoría.
La hora de la coronación
Los ganadores posan frente a la cámara con su trofeo, que los acredita como los campeones indiscutibles, y, para cerrar un día lleno de emociones al por mayor, levantan su trofeo acompañado de brincos y bailes, demostrando lo que sienten al estar en la cima.
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Y así es como termina el certamen, siendo un rotundo éxito, alentando a los jóvenes a practicar este deporte de la pelota de forma recreativa, para que en un futuro no muy lejano se preparen para las competencias profesionales a las que pueden aspirar y llegar a ser la próxima generación de grandes futbolistas del balompié mexicano.