Estadio Azteca, 1985. Un hombre sentado en la banca observa el inicio del segundo tiempo entre americanistas y petrojaibos que continúan empatados. Se mueven con destreza jugadores de linaje: Héctor Miguel Zelada, Cristóbal Ortega, Juan Antonio Luna, Benjamín Galindo, Manolo Guillén, Sergio Lira. En partidos de finales, jugados en estadios esplendorosos, es cuando tomamos conciencia del privilegio de pertenecer al fútbol, máxime cuando solamente existen 18 equipos profesionales en un país de millones de habitantes, asevera Santos Montenegro “El Jalisco”, quien durante décadas fuera utilero y masajista de conjuntos de Primera y División de Ascenso.
La historia de Santos Montenegro comienza cuando el Sindicato Petrolero, para el torneo 82-83, decide adquirir al Atletas Campesinos. Cristóbal Tapia y Raúl García Cobos, recientes directivos, al toparse con “El Jalisco”, deciden invitarlo como utilero, oficio que desconocía, solo que debido a su gusto por el fútbol resolvió aprenderlo sobre todo, después de enterarse que sería el encargado de la utilería del nuevo equipo de la ciudad, el Tampico-Madero. De manera pronta, empezó a bolear botines, acarrear los balones, movilizar los conos para las prácticas, llevar los termos, memorizar los números en las playeras, porque el entrenador confería la lista de jugadores que utilizaría, siendo responsabilidad del utilero llevar los uniformes porque no se podía permitir olvidar una playera porque podía ser merecedor a un castigo.
Las grandes satisfacciones de jugador
De las satisfacciones que le ha brindado el fútbol, “El Jalisco” menciona que ha sido no solo conocer a grandes jugadores sino también a ídolos del fútbol como Gustavo Peña, que dirigió por una corta temporada a los petroleros, buscando impregnarle esa fuerza que lo caracterizó cuando fue capitán de la Selección Mexicana. También recuerda a los charrúas Roberto Matosas (primer entrenador en la historia del Tampico-Madero) y don Carlos Miloc. A Matosas, “El Jalisco” lo cataloga como un maestro que diagnosticaba el comportamiento del equipo contrario y reunía a los muchachos en un salón del Hotel Posada para pasarles el video del partido anterior del cuadro al que enfrentarían; les impartía indicaciones precisas, haciéndolos participar mediante preguntas. De Miloc, un gran conocedor del fút-bol, “El Jalisco” evoca:-Gustaba de transmitir el carácter que poseía, tratando de inculcarles la fuerza, la “garra charrúa”. Inclusive, adentrado en su trabajo, les hablaba con malas palabras. Fuera de la cancha, Miloc se transformaba en un dulce.
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El partido concluye en tiempos extra, volviendo América a convertirse en campeón, venciendo al Tampico-Madero. - En el fútbol existen momentos bonitos, otros tristes como dos finales perdidas –detalla “El Jalisco”–: primero contra América, después contra Monterrey.
La afición cuestiona bastante si frente al América existieron cosas turbias, y siempre respondo, que quizás fueron circunstancias del fútbol, porque en los primeros minutos Galindo tuvo una clara, que de haberla anotado la situación sería distinta. Al final del partido estaba programada una comida en un restaurante argentino cuyo dueño era el árbitro Jorge Alberto Leanza; recuerdo que durante el trayecto en el autobús había una lloradera tremenda, y eso no puede ser fingido.
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“El Jalisco” buscó abrir sus horizontes
A Santos Montenegro le apodaban “El Jalisco” por ser oriundo de Etzatlán, estado de Jalisco, y era un bromista nato, gozaba de participar creando buen ambiente, de poner música, bailar, contar chistes mientras se viajaba al estadio en autobús, todo para ayudar a quitar la presión al equipo. Entre su largo repertorio de bromas figura una que realizó a Carlos Reinoso. - Le había yo aprendido una expresión a un amigo que a todo decía “mi rey”- rememora “El Jalisco” -, así que un día le pregunto: “Mi rey, ¿puedo decirle unas palabras?” Reinoso, que gustaba que le llamaran “maestro”, aceptó con agrado. Entonces comencé a comentar que ya debería estar dirigiendo en Europa, que estaba perdiendo el tiempo con estos canijos. Reinoso terminó bastante complacido, solo que al iniciar la práctica reunió a los jugadores, para solicitarle que volviera a repetir lo que dije, así que tuve que soltarme, poniéndole de más; claro, que cuando comenzaron a escucharme principiaron las exclamaciones: “falso”, “hipócrita”, y otras linduras; entretanto, yo abrazaba a Reinoso, defendiéndome: “Mire, maestro, mi rey, lo que sucede es que tienen envidia porque yo soy el último del equipo, pero llevo una buena amistad con usted, el artífice de todas las victorias, mientras continuaban los recordatorios, sobre todo con los que me llevaba: Lira, Rergis, Zavala, hasta que el propio Reinoso solicitó que me fuera, que lo dejara trabajar.
También sobre el técnico andino, Santos Montenegro alude que Reinoso es un especialista de la motivación, que en el vestuario escribía en el pizarrón dos alineaciones, la que utilizaría y la formación enemiga, para después empezar a comparar jugador por jugador, posición por posición; ya cuando concluía las comparaciones, manifestaba que la alineación del Tampico-Madero resultaba superior, que se ganaría porque serían mejores.
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Santos Montenegro vislumbró la oportunidad de volverse masajista al contar con la orientación del doctor Abner Borrego, quien lo enseñó a inyectar, a coser heridas, conocer de medicamentos; todo esto le sirvió para ser reconocido por los jugadores y entrenadores, por su buena labor, ya que se volvió indispensable en todo momento. En el certamen 90-91, el Tampico-Madero fue vendido a Querétaro; sin embargo, “El Jalisco” siguió relacionado en el balompié, pues los jugadores con los que había convivido se convirtieron en entrenadores: “Panchillo” Fernández, “Chocolate” Hernández, “Bacho” Salazar, “Paco” Solís y Franco Zúñiga, quienes comenzaron a invitarlo como masajista.
Con una labor como utilero y masajista cercana a los 30 años, José Santos Montenegro concluye que, a pesar de estar retirado, aún se descubre transitando por los estadios, acarreando los arreos de los jugadores; incluso, olvidando el aceite para masajes que alguien, en broma, escondió en la maleta donde guarda los enseres para trabajar. “El Jalisco” sigue soñando, que continúa vigente, porque siempre será un privilegiado del fútbol.