Irapuato. 5 de julio 1973. Arturo Yamasaki, árbitro central, acciona su ocarina para decretar que sobre el césped del estadio fresero el cuadro visitante, el Ciudad Madero es campeón de la segunda división al vencer por marcador de 2 a 0 al Irapuato. Un joven protagonista, Narciso Ramírez, comentaba "todos cavilaban que el equipo que ascendería sería el Irapuato, ya que en el primer juego en el Tamaulipas no tuvimos la fortuna de concretar, aun con la experiencia del entrenador, el grupo sólido que conformábamos y el apoyo de la fanaticada que ejerció fuerza, esperanza y lucha para lograr la conquista del campeonato".
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Últimas fechas de la temporada 72-73. El equipo Ciudad Madero, que dirigía Grimaldo González, decidió que para continuar peleando los primeros lugares contrataría a tres jugadores americanistas, entre ellos el lateral izquierdo Narciso Ramírez de solo 20 años de edad, quien fue habilitado por Grimaldo González como medio de contención. - Estaba de gira con la reserva profesional de América por Guatemala - apunta Ramírez - cuando solicitaron que regresáramos Alfredo Córdoba, Alejandro Ojeda y un servidor para reforzar al Ciudad Madero; fue una experiencia enriquecedora llegar a Tampico-Madero, para encontrarme con una exigente y entusiasta afición.
El estadio Irapuato se vuelve mundo de contrastes, por un lado todo huele a amarga derrota, y por otro lado, los cánticos del heroísmo se escuchan hasta al cielo. Ramírez recuerda: - El público que nos acompañó irrumpió la cancha con emoción desbordante porque los aficionados tampiqueños querían abrazarte, quitarte la casaca para guardarla; recuerdo que me quitaron el short, los zapatos, solo quedé en trusa. Nunca perdimos la fe, contábamos con un extraordinario grupo, don Grimaldo orientándonos y los jugadores que veníamos de América poseíamos la mentalidad de ganar siempre. Bajamos al vestidor, donde no teníamos nada preparado, festejamos con refrescos.
Sobre su entrenador Grimaldo González, Ramírez apunta: - Don Grimaldo fue apoyo, enseñanza, privilegiaba lo táctico, el esfuerzo, la marca apretada, que el rival no recibiera cómodo, que el equipo jugara agrupado, que no se dispersara, que fuera compacto, que atacara, que defendiera jugando en conjunto, cerrando espacios.
Temporada 78-79. Estadio Municipal. Los Coyotes del Neza derrotan a la Jaiba Brava por un tanto a cero. El técnico jaibo José Antonio Roca adelanta su línea ofensiva para extender su raya de seis partidos sin perder. Narciso Ramírez, flamante contratación para ese torneo, señala: -Don Guillermo Cañedo me llamó a su oficina, me ofreció escoger entre Puebla y Tampico que pretendían mis servicios y dije sin pensarlo, Tampico. Mi trayectoria en el América fue de 17 años, desde los 9 años en sus “fuerzas básicas” por lo que puedo apostar que soy el primer jugador nacido de la cantera americanista, Ramírez externa su punto de vista sobre las diferentes zonas defensivas que jugó: - No me importaba la posición, en el América comencé como lateral izquierdo, en Ciudad Madero Grimaldo González me hizo medio de contención; cuando se fue John Kerr en el América me metieron de 10. Lo que me interesaba era jugar, aunque la posición donde mejor me desarrollé fue de contención.
El técnico argentino Diego “Cholo” Simeone manifiesta: “Juega cada partido como si fuera el último”, precisamente eso es lo que ha identificado a Narciso Ramírez, su carácter y amor por la camiseta que defendiera hasta jugar al filo del reglamento, desde que debutó para Tampico FC., en la jornada 3, un 24 de septiembre de 1978, en un partido en el Tamaulipas contra Neza. -No me gustaba perder, intentaba hacer mi trabajo lo mejor posible y si para eso se necesitaba que no pasara el delantero, no pasaba, y si pasaba la pelota, no pasaba el jugador –continúa relatando Ramírez. - Mi fuerte era la marca, trataba de anticipar, estudiaba las características de los jugadores, buscaba que no recibieran la pelota con comodidad. Siempre me determinó el ser fuerte, polémico; no me gustaba que le pegaran a mis compañeros, brincaba a defenderlos ganándome algunas expulsiones.
Tampico continúa presionando en patio ajeno porque es brava la Jaiba. Moses, al minuto 29, elude a su marcador Porcayo para templar su servicio al corazón del área para que Narciso Ramírez pusiera con la cabeza el esférico en el rincón izquierdo ante la salida del portero Abel Alonso, decretando el empate final para arribar Tampico a siete partidos sin perder. Ramírez evoca ese momento: - Antes del partido sufría migraña, el médico me revisó y le dijo al señor Roca que no podía jugar.
Ya cuando íbamos en el autobús para el estadio me habla el señor Roca y me dice: "que, ¿tienes miedo de jugar?- No, sí puedo, le contesté. ¿Entonces, quieres una pastillita? – Me volvió a replicar Roca. – El médico dice que no, pero yo puedo jugar -le contesté con firmeza. Entré a jugar y con todo el dolor anoté el gol de cabeza".
El entrenador Bill Shankly comentaba: “Algunos creen que el futbol es solo una cuestión de vida o muerte, pero es algo mucho más importante que eso”. - Antes los partidos no se suspendían por Navidad - explica Ramírez - te concentrabas el 23 para jugar el 24, en esas fechas mi familia viajaba a la capital para celebrar junto a mis papás y yo me quedaba en Tampico.
Me juntaba con Ángel Delgado, gran amigo, dueño del “Diligencias”, cenábamos para después partir a la concentración. Siempre he dicho que soy del DF por nacimiento, pero tampiqueño por adopción, porque veo a Tampico como mi segunda casa y pese a mi carácter temperamental, siempre respeté al futbol, partiéndome el alma en la cancha.