Cuando nos trasladamos por Tampico, principalmente por la avenida Ayuntamiento -paralela a la avenida Hidalgo-, podemos observar un domo, el que las nuevas generaciones no saben que en ese lugar antes de ser templo religioso estuvo la Plaza de Toros "Rodolfo Gaona", un inmueble por demás histórico y mítico.
Suscríbete a la edición digital de El Sol de Tampico aquí
El espacio fue inaugurado el 17 de junio de 1962, con un cartel engalanado por Luis Procuna, Juanito Silveti y Joselito Huerta; con toros 6 La Trasquilia 6, en donde Huerta fue el triunfador.
EL SOL DE TAMPICO tuvo la oportunidad de conversar con el periodista especializado en tauromaquia, Leonardo Guzmán, quien nos compartió que entre 1985 y 1986 se reabrió la plaza con el festival del “Bonny Boy”, y es que en ese cartel el mencionado era un torero cómico, acompañado del magnífico matador regiomontano Enrique Delgado
“La corrida más rematada fue el sábado 2 de abril de 1988, con el regreso de Manolo Martínez para darle la alternativa a Édgar Bejarano, con el testimonio de Fermín Espinosa 'Armillita', donde lidiaron una corrida del mismo Manolo como ganadero, toros de 6 Manuel Martínez Ancira 6”, compartió Leonardo Guzmán.
La Plaza de Toros “Rodolfo Gaona” no solo sirvió para la tauromaquia, sino también para llevar a cabo eventos de lucha libre, box, bailables escolares, conciertos, entre otros, por lo que el espacio tiene historia y recuerdos en demasía, que hoy solo viven en los que de niños llegaron a actuar ahí.
DON TOÑO
Por otra parte, conversamos con don Antonio González Vaca, quien actualmente tiene 84 años de edad y recuerda, como si hubiera sido ayer, aquellas corridas, ya que él era uno de los encargados de llevar a los toros al lugar previo para salir al ruedo, lo que no era nada fácil ya que eran los primeros hombres a quienes se enfrentaban los animales.
“Fue una etapa muy bonita para Tampico, me tocó convivir con muchos extranjeros que llegaban a radicar aquí, pocos éramos a los que nos gustaban los toros aquí, hablé con muchos españoles, les encantaban las corridas, me tocaron grandes, como aficionado disfrutaba más por supuesto, pero el estar ahí abajo, cerquita, era una adrenalina muy fuerte”, comentó don Toño.
“La Vaca”, como también le conocen, aseveró que había quienes se atrevían a probar la sangre de los astados que dejaban la vida delante de cientos de espectadores, ya que para muchos de ellos era una costumbre, lo que también se atrevió a hacer pues, dice, “era un chamaco”.
ENTRE ANÉCDOTAS
De igual forma, el periodista en tauromaquia, Leonardo Guzmán, nos regaló anécdotas, ya que le tocó torear en el redondel de la colonia Trueba, en el festival taurino con Antonio Palomares, lo que fue una experiencia inolvidable para él, ya que su amor por los toros lo ha seguido traspasando de generación en generación.
Su privilegiada memoria recordó otro suceso que enmarcó a la plaza de toros Rodolfo Gaona, “fue la presentación de la primera figura mundial, Manuel Benítez 'El Cordobés', que además de estar en Tampico pasó posteriormente por Ciudad Victoria y Reynosa, en 1967, algo impensable, fue que actuó en esas ciudades en una sola semana, además de Monterrey”.
Uno de los hechos históricos vividos y vistos en el recinto fue el 5 de diciembre de 1987, cuando Ricardo Sánchez y Luis Fernando Sánchez alternaron con su hermano menor Martín Sánchez, caso único en México y que pasó justo aquí en Tampico.
Lamentablemente el 4 de abril de 1989 se realizó el último festejo en donde se programó un mano a mano entre Miguel Espinosa “Armillita Chico” y Édgar Bejarano, con astados de la ganadería de 4 Ing. Mariano Ramírez 4, la plaza Rodolfo Gaona fue la última construida en nuestro puerto, y tal parece que no volverá a haber otra, o eso es lo que se percibe, luego de que en 2005 comenzaran con trabajos de demolición para dar paso a lo que es hoy: un templo religioso.
La realidad es que hoy las corridas de toros están enterradas, así como los recuerdos de aquel coloso de la avenida Ayuntamiento, como los grandes ídolos que pasaron por Tampico y dejaron huella.
Enterradas como un cuerno que el burel introduce en defensa propia sobre un torero, enterradas, como muertas, están las famosas toreadas en nuestra ciudad.