El bullicio propio de la zona del mercado envuelve los pensamientos de Julio Grimaldo Tapia, conocido como "El Ciclón del Triángulo" o "El Caballito", quien mientras labora como cargador del centro de abasto recuerda aquella época de gloria en que se alzaba como un prometedor boxeador profesional.
Hoy busca en la memoria, esa que a veces se desvanece por los golpes de la vida y los recibidos en el ring, aquellos momentos en los que entre las cuerdas del cuadrilátero se sentía invencible.
Nacido en el barrio bravo de El Cascajal, carga sobre sus espaldas una trayectoria que parecía fulgurante, pero que vino a menos hasta compilar una serie de reveses que marcaron el declive de su carrera en el pugilismo de paga.
Alguna vez fue conocido como el “Ciclón del Triángulo”, un apodo que no duró mucho tiempo y se fue desvaneciendo como cuando un huracán toca tierra y pierde fuerza.
Así se diluyó la carrera de quien en alguna ocasión fue un claro prospecto para el boxeo profesional.
De momento, porque asegura que quiere retirarse peleando, acumula apenas cuatro triunfos, dos empates y 33 derrotas.
Bajar la guardia, no es opción en el ring
Económicamente poco o nada le dejó el box a Julio, quien desde su corta edad se ha dedicado al duro oficio de cargador en los mercados. Todas las mañanas, muy temprano, se le ve recorrer el sector acompañado a veces de un diablito, otras veces llevando los costales en su lomo, eso sí, sin perder el entusiasmo.
A los quince años inició en el pugilismo, pero distractores propios de los años mozos lo alejaron de la constancia que se requiere en un deporte tan duro, hasta que a los 17 comenzó a tomarlo en serio.
“Me inicié a los 15 años, pero nada más fue de entrada por salida, ya lo mejor estuvo a los 17, ya hubo participación más en varios torneos del municipio, fui más a los entrenamientos y estuve en los estatales, regionales. Fui campeón del estado, campeón municipal en el torneo 'Juan Bombín Padilla' y en el torneo 'José Sulaimán', así poco a poco, hasta que llegué al profesionalismo a los 21 años”, recuerda.
De ahí en adelante, Grimaldo Tapia, sostuvo un total de 39 peleas en el ámbito profesional, fueron 17 años de más penas que glorias, pero la realidad es que nunca bajó los brazos, pese a que se llevó algunas decepciones, sobre todo en lo económico.
Entre jabs y uppercuts, así es la vida de Grimaldo
Pero ni en la época de más peleas le fue del todo bien, ya que los ingresos por esta actividad no fueron constantes y menos abundantes.
“Hubo ocasiones que sí hubo dinero, pero otras que no me fue tan bien, por ejemplo en la Isla de Cozumel nos estafaron a todos los boxeadores en una función”, dio a conocer el entrevistado, quien reconoció que en algún momento sí hubo ingresos y viajes incluso al extranjero.
En su récord perdedor asegura que muchas veces no le avisaban sobre la importancia de la pelea que iba a sostener, por lo que no estaba preparado física ni mentalmente.
“En funciones en las que iba a pelear, cuando me daba cuenta ya estaba disputando un cetro o una eliminatoria para un campeonato. Pero me daba cuenta poco antes en la pelea, si no hubiera ido con más preparación, más concentrado”, refirió.
En el extranjero recibió un hook a su carrera
Quizá lo más cercano que estuvo de llegar a la cúspide del boxeo fue cuando se enfrentó en Managua, Nicaragua, a Rosendo Álvarez, dos veces campeón del mundo, el 29 de octubre de 2005, perdiendo el peleador jaibo por decisión unánime.
“Él -Rosendo- había sido bicampeón del mundo en 115 libras, se pospuso una semana después de la fecha porque estaba un ciclón, algo me gustó de esa pelea, aunque yo perdí por decisión, tenía 26 años y él más experiencia”.
Su papá fue la motivación para seguir en el boxeo
Para su mala fortuna, incluyendo el revés en Nicaragua, Julio acumuló una seguidilla de quince derrotas, una auténtica debacle.
“Pasaron muchas cosas, inicié bien, llevaba buen registro pero mi papá falleció, eso afectó mi carrera porque él era mi apoyo, me levantaba temprano. Mi papá se llamaba Julio Grimaldo Martínez -QEPD-, yo fui boxeador por él, no fue boxeador pero le gustaban los "trompos", dice con nostalgia.
Grimaldo Tapia, peleador zurdo que se considera a la mitad de “estilista” y “fajador”, asegura que pese a todo “el boxeo me ha dejado varias satisfacciones, el apoyo de mi familia, he conocido amigos verdaderos como -José Antonio Reyes- 'La Pilinga' o 'El Puma'”.
Continúa su oficio como cargador en la central de abastos
Ya pasado de la cuarta década de vida, "El ciclón del Triángulo" hoy tiene dos hijas, Alicia Janeth y Zulia Ibeth, por quienes sigue dando la pelea día a día como cargador en la zona de los mercados.
“Yo nací prácticamente en los mercados, soy oriundo del mero Cascajal. Siempre he sido cargador, para eso hay que levantarse a las dos o tres de la mañana, que es la hora en la que toda la gente sale a trabajar, llegar a las cinco ya es tarde”, afirma.
Cuando empezó en el box “me decían 'El Chiquilín', luego en el profesional el 'Ciclón del Triángulo', el último que me bautizó fue el señor Altamirano, entrenador del 'Gusano' Rojas, él me puso 'El Caballito' y así se me quedó”.
“Uno siente dentro que es joven, pero pasan los años, pierdes un poco los reflejos, pero sí, me siento capaz de seguir boxeando, entrenar y empezar de nuevo”, asegura a sus 45 años de edad el tampiqueño.
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Tras la charla, Julio Grimaldo, retorna a su actividad, buscando el sustento diario. Se pierde entre el movimiento de la gente en el mercado, como se fue perdiendo una carrera que pintaba para mucho más en el boxeo. Pero él, el “Ciclón del Triángulo”, sigue negándose a bajar la guardia.
