Torneo 79-80. En el medio, un hombre ha apostado a brindarle buen trato a la pelota, en un partido de jugadas erráticas porque “Los jaibos”, la noche previa vislumbraron que “Las Chivas”, su perseguidor, fueron vapuleados por “Los Tecos” de la UAG, dejándoles libre el camino a la “fiesta grande”, mientras que “Los Zorros”, bajo un torneo para el olvido, juegan a conseguir un empate.
Nacido en el “El Cascajal”, Jorge Garibaldi de la Teja, en su etapa amateur en “Correcaminos”, contó con el apoyo del entrenador Braulio “Baby” Pérez. -Terminando el primer tiempo de un juego en casa - recuerda Garibaldi - rumbo a los vestidores escucho en la tribuna que andaba bien porque no había fallado ningún pase en corto. Ya en el vestidor “Baby” Pérez, comenta molesto: - El que va jugar en primera división es aquel que lance pasos largos, como lo sabes hacer, Jorge.
- Salgo al segundo tiempo, empiezo a lanzar largo a Marón y a Moses, para terminar ganando por goleada. Aunque con los pases a profundidad cometes más equivocaciones. Entro al vestidor para que “Baby” Pérez, en cuanto me mira acote: “Ese va a jugar en primera división”. Braulio Pérez buscaba que principalmente confiáramos en nosotros.
Jorge llega a “La Jaiba Brava” en la temporada 79-80, proveniente del Monterrey. - En ese tiempo teníamos buena media cancha - precisa, quien fuera su técnico Ignacio “Gallo” Jáuregui - contábamos con “Chocolate” Hernández, Ojeda, Narciso Ramírez, Bertocchi, Benjamín Galindo a quien hicimos debutar; había que competir. Jorge respondió al dinamismo, se convirtió en un magnífico enganche y titular importante.
En ese torneo Garibaldi sólo se perdería el primer encuentro y parte del segundo, jugaría 36 juegos completos, junto a los seis juegos de liguilla. - El mejor elogio que puede tener un futbolista - explica Garibaldi - es que juegues; quizás no seas el más virtuoso, pero que siempre juegues significa que lo haces bien.
Para el francés Michael Platini “un equipo de futbol representa una manera de ser, una cultura”; de igual manera, para Garibaldi de la Teja el futbol es un fenómeno social, aunque dentro del campo se juegue una guerra, en las tribunas los hinchas se hermanan; puede un hombre rico encontrarse a lado de uno pobre, pero al momento de la anotación los dos se abrazan festejando por igual.
Sobre la responsabilidad social que debe aportar un futbolista, Garibaldi apostilla: - Debemos estar conscientes que somos imagen. En aquellos tiempos donde podías asistir a observar los entrenamientos, un aficionado comenzó a meterse con Carlos Gómez, quien tenía fama de rudo, y tanto le cargaron calor que Carlos se dirigió enojado a la tribuna para enfrentarlo.
“¿También cuando vaya a aplaudirte en el juego, vas a subir a darle las gracias?” Le pregunté, deteniéndole cuando pasó por mi lado. Carlos terminó comprendiendo lo que estaba a punto de hacer. Ya después en la tranquilidad, analicé lo que había hecho. Gómez, alto y fuerte de carácter, antes no terminó desquitándose conmigo.
Una de las situaciones que recuerda Garibaldi de la Teja, durante las cuatro temporadas que estuvo en el Tampico Futbol Club, fue la experiencia de viajar en los aviones de dueño del club jaibo, don Paulino Lomas Delgado, quien siempre pendiente de las necesidades del conjunto facilitaba el transporte para viajar a estadios cercanos. - Volar siempre me produjo sobresalto - agrega Garibaldi - que cuando obteníamos un buen resultado fuera, “El Gallo” Jáuregui feliz externaba al piloto: “Échele una bailadita a Gary”, mientras el avión de doce plazas vibraba en el aire, yo me fundía en uno mismo con el asiento.
Incluso, en una ocasión que viajábamos para Monterrey, escucho que el piloto comenta que le ayudáramos a divisar la pista porque por la neblina no se alcanzaba a observar nada. Hasta que “Bacho” Salazar se paró cerca del piloto para después de un rato gritar: “Allá se ve la pista”. Así logramos descender. Ya con las temporadas, arribaría a Tampico “Bill” Faria quien también compartía conmigo el miedo a viajar en aviones.
Garibaldi, amante del arte futbolero más de construir que destruir, cuenta que uno de sus compañeros que mayor le brindó aprendizaje fue el “Tano” Bertocchi”. - Cuando veníamos de perder - evoca, Garibaldi - en el primer entrenamiento todos malhumorados, Bertocchi se ponía al frente del grupo, gritando como loco “vamos, boludos”, y terminaba quitándonos el malestar.
En otra ocasión tuve una diferencia en la cancha con Revetria. En un partido contra Cruz Azul conducía la pelota teniendo atrás al “Wendy” Mendizábal y Jara Saguier, dándome de rasponazos, y Hebert no me apoyaba; yo esperaba una pared, sólo que Revetria quería el pase para anotar; cuando lograron quitarme el esférico, comenzamos a discutir. Pasa Bertocchi por un lado diciendo: “Eh locos, los enemigos son los otros, a jugar”.
Zinedine Zidane ha dicho: “No quiero ser una estrella; prefiero ser un buen ejemplo para los niños”; en cuanto a esta frase, Jorge Garibaldi conoce que la magia en el futbol sólo brota cuando se juega con sacrificio y disciplina. - Todos soñamos con emular a nuestros ídolos - apunta Garibaldi -, en el parque Méndez jugábamos a convertirnos en porteros de la figura de Florentino López, Ataúlfo Sánchez, sólo que no basta con soñarlos, también trazarnos objetivos para realizarlos.
Al retirarme del futbol me dediqué a la enseñanza en el Tecnológico de Madero. Había un muchacho buenísimo para el juego, aunque en las clases estaba mal; tuve que decirle que no viniera a entrenar, que primero se venía a estudiar. Años después tuve el privilegio de acompañarlo a su graduación. El futbol bien llevado es un buen paliativo para superarte.
El partido de la jornada 38 entre Tampico y Atlas, finalizaría con balanza favorable a los jaibos, por dos goles a cero. Revetria anotaría al 82, y a los 88, Jorge Garibaldi lograría el segundo, celebrando la anotación y el pase a la liguilla, junto a toda la afición que como todos los domingos por la tarde abarrotaba el estadio “Tamaulipas”.
Hace tiempo, Jorge Garibaldi tuvo la oportunidad de regresar al estadio “Tamaulipas” cuando a sus muchachos del Tecnológico se les permitió jugar un partido de interescuadras. Caminó hasta el medio campo, agradeciéndole al futbol porque es algo único cuando se juega para el club donde se nació, por la ciudad, por el barrio.
Suscríbete a la edición digital de El Sol de Tampico aquí
Garibaldi permaneció nostálgico, recordando sus goles, sus momentos, quizás las palabras que Ignacio “Gallo” Jáuregui vertiera sobre su persona como jugador pensante, de sacrificio que sabía quitar la pelota, que contaba con golpeo largo y que surtía balones a Lira, mientras que “Chocolate” lanzaba a Marón. Jorge Garibaldi y “Choco” Hernández fueron parte fundamental del Tampico, que logró la calificación, que debieron ser jugadores de Selección, en una época que no se volteaba a mirar a los equipos de provincia.