¿Cómo está mijo, quiere venir a jugar con nosotros al Tampico Madero? Se escuchó en una bocina del auricular. – Encantado, don Carlos - respondió Esparza- solo que solicitan 20 millones por mi traspaso; equipos como Chivas y Tecos ofrecen 18, Toluca no quiere menos. He pensado en parar durante año y medio para recuperar mi carta. – No se preocupe por el dinero - dijo Reinoso - tome el vuelo de las 19:00 horas, hoy mismo lo quiero en Tampico. – Esa misma noche en el puerto Reinoso me ofrecería la bienvenida, para que a la mañana siguiente junto a toda la escuadra me encontrara entrenando en playa Miramar, donde recientemente los jaibos habían comenzado la pretemporada para encarar el torneo 86-87.
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En cuanto a los entrenamientos, Esparza destaca: - Entrenábamos a las siete de la mañana para regresar a las siete de la noche a continuar. Al principio pensé que esa manera de entrenar serían solo los primeros meses, pero duró toda la temporada. Al paso del tiempo analizo que también era para que estuviéramos distraídos, porque estando en un puerto la vida nocturna es atractiva para el jugador. Fue una buena estrategia entrenar en esos horarios porque salíamos del entrenamiento para llegar a casa a cenar y descansar porque al día siguiente había que levantarse temprano.
Sobre la idea futbolística que le solicitaba Reinoso señala: - Pretendía que sus laterales siempre fueran al ataque, entendiendo cómo marchaba la jugada, si iba por el lado derecho tendría que quedarme, si asistía por el lado izquierdo tenía que juntarme para atacar y Trejo, el otro lateral, por derecha se quedaba. En ese torneo el Tampico-Madero se caracterizó porque sus laterales convirtieron muchos goles, aunque también nos anotaron bastantes, debido a ese ímpetu agresivo que Carlos Reinoso procuraba.
El filósofo Javier Sádaba escribe: “El futbol es hacer pensar a los pies”, cualidad que Héctor Esparza cumplía, distinguiéndose por la sapiencia de conocer cuándo subir a atacar sin ofrecer cuartel, ya que comenzó desempeñándose como extremo izquierdo, incluso centro delantero como lo afirma el propio Esparza: - En Toluca debuto gracias a Jorge Marik (1930-1988), porque se lesionaron los defensas centrales, habilitándome contra el León, marcando a Evanivaldo Castro “Cabinho”, quedando empatado a cero anotaciones. Al recuperarse los centrales, Marik gustoso del juego de Esparza lo ubica en la posición que desde el Deportivo Toluca comenzó a distinguirse como lo describe el mismo Esparza: - Jugaba de carrilero, aunque en ese momento no se hablaba de los carrileros, se hablaba de laterales ofensivos, pero con el tiempo se empezó a llamar carrileros, sentía mucho la marca, a pesar de que como amateur viví como extremo izquierdo, se me facilitaba el ida y vuelta, marcar y atacar.
Michel Platini, uno de los creativos más interesante que ha pisado la cancha, afirmó: “El futbol está hecho de errores, porque el partido perfecto es 0-0”, situación que Héctor Esparza estuvo lejos de vivir, ya que continuamente coexistió entre contrastes en su paso por Tampico-Madero. Al respecto, aduce: - Complicado que algún cuadro pasara la aduana tamaulipeca, once que visitaba se llevaba hasta cinco goles. Aunque afuera recuerdo que contra las Chivas, en el estadio Jalisco, perdimos 5 a 1, por ese frenesí de jugar hacia adelante porque las indicaciones de Reinoso se traducían en ofender tanto en casa como visitante. En ese encuentro en una acción salgo desde atrás con pelota dominada, hago una pared, quedando mano a mano frente al “Zully” Ledesma, haciéndole la anotación de la honra. Cuando llegamos al aeropuerto de Tampico había como siempre aficionados esperándonos a pesar de la derrota. La gente del puerto sabe reconocer tanto grupal como individualmente cuando te entregas. En la actualidad tengo tristeza que no haya equipo de primera, porque creo que es una gran plaza, una aduana complicada de transitar.
Héctor Manuel Esparza considera que quizás la mayor cualidad que poseyó como futbolista fue la disciplina táctica: - En el futbol no siempre llega el más talentoso, sino que llega el jugador disciplinado, que espera la oportunidad y se encuentra preparado, porque aquel que no está preparado y le llega la oportunidad la desaprovecha. La vida y el deporte van de la mano porque si te quedas, llega otro quitándote el puesto; entonces tenemos que estar preparados, no confiarse y ser constante, la constancia marca diferencia. Temporada 87-88, segunda para Esparza con la escuadra petrolera, la cual comenzó teniendo la directiva que cesar al técnico Francisco Ríos, sustituyéndolo Rubén “El Ratón” Ayala, quien rescató al cuadro local de la liguilla por el descenso. -Ayala era meticuloso - rememora Esparza -: no tan ofensivo como Reinoso, más precavido pedía a los jugadores defensivos que no fuéramos tanto al ataque que cuidáramos la retaguardia, que permitiéramos al medio campo o delanteros hicieran su trabajo ofensivo. Debido al porcentaje fuimos cautelosos salíamos y rescatábamos algún punto y cuando perdíamos lo hacíamos por marcadores cerrados.
Faltando tres partidos para finalizar el torneo Tampico-Madero salvó el peligro del descenso, solo que por situaciones de la directiva despidió al “Ratón” Ayala, ordenando los dirigentes que se formara un binomio como entrenadores interinos en las personas de “El Chocolate” Hernández y Reynaldo Güeldini, los cuales le expresaron a Esparza una incertidumbre. - Me comentaron - explica Esparza - que estos partidos no los jugaría pues sabían que ya la directiva me había vendido al Cruz Azul, por consiguiente no arriesgaría el físico, pero les dije que me dieran la oportunidad de demostrarles que estaban equivocados. Aceptaron y jugué todos los partidos, demostrando que hasta el fin estaba comprometido con el Tampico-Madero. Antes de irme a México me realizaron un asado de despedida y tanto “El Chocolate” como Güeldini ofrecieron una disculpa.
“Y yo me quedo con esa melancolía irremediable que todos sentimos después del amor y al fin del partido”, evocaría Eduardo Galeano, y es la misma que añora Héctor Esparza a lo largo del tiempo que vistió la casaca celeste: - Nunca me definí como virtuoso, sí un jugador con mentalidad que trataba de contagiar a los compañeros, que no me gustaba perder porque era muy competitivo. Quizás eso vería Carlos Reinoso que quiso que viniera a jugar con Tampico-Madero, que con el tiempo descubrí que no pagaron 18 ó 20, sino 22 millones por mi traspaso. En la actualidad Héctor Esparza radica desde hace 15 años en Zacatecas, donde tiene un centro de formación de futbolistas. - Hemos colocado jugadores en equipos de todas las divisiones - afirma Esparza. - Me gustó la parte formativa porque durante mi carrera hubo personas que me ayudaron bastante. Estoy tratando de que pueda aparecer un Hugo Sánchez, un Rafa Márquez, darle esa oportunidad a un niño, un joven que tenga esa inquietud de llegar a jugar profesionalmente.