La música al interior de La Corregidora suena a todo lo que da. Desde Bad Bunny hasta los Caifanes, el ánimo, al menos en la bocinas del inmueble, estuvo a todo lo que daba, pero la realidad a las afueras del campo queretano fue otra.
En la ciudad poco se habla de futbol. Un padre con su hijo caminaron orgulloso con sus playeras de Gallos Blancos. Tal vez fue despiste o simplemente la ilusión de algo que no sucederá hasta el próximo 19 de marzo. El poder estar cerca de su equipo fue el sueño que tuvo.
“Vine con mi hijo porque pensé que hoy iban a dejar pasar”, dijo Óscar, un aficionado que al percibir la música y con la cercanía de su hogar, decidió aventurarse a llegar al campo. “No, me dijeron que no, ni modo, tendremos que esperar, pero eso sí, siempre Gallo”, cerró con el rostro desencajado.
Las inmediaciones del estadio fueron un desierto. El concreto, las piedras, las plantas y muchos policías fueron los únicos que pudieron estar a unos 100 metros de la puerta de ingreso. Gallos Blancos perdió a su espolón más importante, la gente que lo hacía fuerte en los momentos más complicados, ha estado alejada desde aquella tarde del cinco de marzo del 2022.
Los minutos pasaron lentos mientras el sol se escondió por un costado de la cancha. El único presente, en un cartel, era el Buki. Marco Antonio Solís anunció su concierto el próximo 20 de mayo en el inmueble, fue el único que lució sonriente en un desolado circuito que ya extraña las tortas, los tacos, la venta de playeras y máscaras, que no viven un día tranquilo desde antes de la pandemia y el suceso de hace un año.
El ingreso al campo cambió por completo, además de que no se puede sacar aspectos de las zonas que recuerden a la golpiza. En Querétaro todo cambió desde ese partido. Las rejas divisorias también desparecieron. Algunas se mantienen simplemente para separar las zonas, aunque no impedirán que la gente, cuando vuelva, pueda observar sin problemas lo que suceda en la cancha.
La seguridad al momento fue la misma que en todo el año pasado. Los cinturones de seguridad van desde la entrada al circuito del estacionamiento y se mantiene hasta la zona más cercana al estadio, incluyéndose la zona de las taquillas, que luce completamente abandonado.
La Corregidora, a un año de silenciarse, continúa sin estar lista para el futbol, el cronómetro ya corre, pues se espera que el 19 de marzo, ante los Bravos de Ciudad Juárez, la gente pueda estar de vuelta en el gallinero más grande del país.
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