Cuando el Club de Futbol Ciudad Madero fue potencia futbolística por última vez en su historia se coronó campeón de la Segunda División, venciendo en épica serie con un global de 2-0 a los “Freseros” Irapuato, hace 50 años.
Se trató de una jornada de gloria para un equipo que terminó la temporada regular 1972-1973 como el mejor del torneo, dirigido por una leyenda del futbol en el sur de Tamaulipas, Grimaldo González, campeón con el Tampico en la Primera División y plagado de grandes futbolistas.
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Era la época en la que Tampico y Ciudad Madero estaban divididos no solo geográficamente, pues en el ámbito deportivo, ambos conjuntos militaron en la Segunda División en esa campaña, favoreciendo la fortuna al conjunto de la urbe petrolera, monarca indiscutido y ganador del derecho a ascender a Primera.
Un arduo camino hacia el título
La temporada 72-73 de la Segunda División tuvo la participación de 18 equipos, divididos en dos grupos. Mientras el Ciudad Madero estuvo integrado en el Grupo Uno, el Tampico participó en el Grupo “A”.
Culminaron los Orinegros la temporada regular con un total de 44 puntos, producto de 18 triunfos, ocho empates y ocho derrotas, liderando la tabla general y del Grupo Uno; mientras que el Tampico se quedó en el cuarto puesto del Grupo “A”, con 39 unidades.
Avanzaron a la liguilla por el título directamente a las semifinales, el Madero, que se enfrentaría a Querétaro, escuadra a la que eliminó con un global de cuatro goles a tres (1-2 en la ida, 3-1 en la vuelta), mientras que el Irapuato dejó en el camino a Tigres de la UANL, con parciales de 2-1 y 1-0 para un final de 3-1.
Todo quedó listo para la gran final, disputándose el partido de ida el 1 de julio de 1973 en la cancha del Estadio Tamaulipas, terminando Orinegros y “Freseros” empatados a cero goles en un partido bajo la lluvia.
“Se vino una tormenta”, recuerda el ex integrante del Madero, Francisco “Paco” Goldaracena, que disputó el primer tiempo de este encuentro.
La crónica de este encuentro publicada en El Sol de Tampico, relata que Irapuato jugó mejor que el cuadro local, juego que según el relato tuvo de todo: velocidad, errores, tácticas defensivas, lluvia en el primer tiempo, aguacero, rudeza y energía del árbitro Domingo de la Mora, de quien se quejaría el entrenador del conjunto maderense, Grimaldo González, afirmando que su labor les perjudicó.
Así, la mesa quedó puesta para el encuentro de vuelta, programado para el jueves 5 de julio a celebrarse en el estadio Irapuato de la llamada capital fresera, en donde luego del empate a cero goles, parecía que el conjunto orinegro sería víctima de sus oponentes. No fue así.
La fecha llegó: se coronaron campeones un 5 de julio
La fecha llegó y el 5 de julio de 1973, se disputó el encuentro de vuelta de la final por el título de la Segunda División, mismo que significaba el ascenso al máximo circuito del futbol mexicano. Recuerda “Paco” Goldaracena, que “Grimaldo González empleó una táctica que le funcionó: jugó al contragolpe”.
A los Freseros del Irapuato, presionados por su público, las cosas no le salieron nada bien y eso lo aprovechó el Madero en el encuentro dirigido por el árbitro peruano Arturo Yamasaki. Al minuto 32', una llegada del Irapuato terminó en despeje de la zaga orinegra; la pelota llegó hasta Molina que avanzó por el lado izquierdo y sirvió al derecho para la llegada de Elías “Chuleta” Aguilar, quien tendiéndose con los pies al frente anotó el 1-0.
La desesperación cundió entonces en las filas freseras, pero el partido quedó sentenciado a favor del conjunto del Madero cuando al 82', en un tiro de esquina, cobrado por Molina para la “Chuleta” Aguilar, este se la devolvió y aquel volvió a centrar para la llegada de Barajas, quien remató a la salida del arquero de Irapuato, Novoa, para el 2-0 definitivo.
Madero alineó en aquella histórica fecha con Ávila Rentería en la puerta, Javier Zapién, Alejandro Díaz, Martínez, Ricardo Díaz, Ojeda, Córdova (Barajas al 71'), Narciso Ramírez, “Chuleta” Aguilar, Olalde y Molina. Dirigidos ellos por Grimaldo González.
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Naturalmente el recibimiento fue apoteósico, 50 mil personas aclamaron a los campeones Orinegros del Madero y ya desde el puente de El Moralillo se les estaba esperando, tuvieron una pausa en Tampico pero luego siguieron por la entonces avenida Ejército Mexicano, arribando por Primero de Mayo al centro de la urbe petrolera, y en las puertas de la parroquia del Sagrado Corazón de Jesús, la alegría se desbordó.
Medio siglo ha pasado desde la última vez que el Club de Futbol Ciudad Madero fue grande, y seguramente para quienes fueron testigos de su hazaña, perdura en la mente esos momentos de gloria, pues por segunda ocasión el cuadro Orinegro ganaba por méritos propios su estancia en la Primera División.