El pasto verde del Tamaulipas, regado horas antes del encuentro entre “Jaibos” y “Panzas verdes”, ha comenzado a evaporar, resintiendo los estragos del inclemente calor. Al tiempo que la pelota gira por los aires lanzada por Benjamín Galindo desde el tiro de esquina, que es cortada por un jugador leonés hacia fuera del área grande para que sea retomada por Draganic, quien suelta riflazo para batir al portero Brambila.
Ese domingo presencié el partido de bienvenida de Draganic – recuerda Francisco Castellanos Saucedo festejando en la tribuna su golazo -, quien pensaría que meses después sería médico del conjunto celeste. Francisco Castellanos sería contratado durante las mediaciones del torneo 80-81 (posterior al cese del técnico Dagoberto Moll), ya que al arribo del nuevo timonel Gustavo Peña, se encontró la noticia que Tampico no contaba con una persona destinada para las cuestiones médicas.
Gracias a un canterano que había rehabilitado Francisco Castellanos fue que arreglaría una cita con Gustavo Peña, quien evaluaría su conocimiento en Medicina Deportiva para finalmente quedar contratado. - En mi primer día de trabajo - refiere Castellanos Saucedo - fui presentado por Peña en los vestidores, quien comentó a los jugadores sobre mi función, originando que los muchachos otorgaran aplausos, felices por contar con alguien que los atendiera.
Según las costumbres en aquellos tiempos, las lesiones mayores se canalizaban en México, mientras que las menos se atendían en Tampico, no solo de los jugadores, incluso los de la familia, de manera que los primeros servicios fueron a la esposa de Draganic, quien vino enferma desde Europa; a la familia de Alejandro Ojeda, de Narciso Ramírez, de Landaburu, comenzando una magnífica relación con todos. Porque no solo se practicaba la Medicina Deportiva sino la general.
Con Leopoldo Luque
Al arribo del mundialista en 1978, Leopoldo Jacinto Luque, el galeno Castellanos fue de los primeros que mantuvo contacto con él - La directiva porteña solicitó que hiciera una valoración médica del argentino – rememora Castellanos Saucedo-; nunca imaginé que checaría las rodillas de un campeón del mundo. Durante el lapso que estuvo en Tampico, Luque no se lesionó, cuando mucho un dolor muscular; tampoco se enfermaba.
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De “hombre adelantado a su tiempo” señalaría Francisco Castellanos a don Paulino Lomas, dueño del cuadro jaibo, ya que solicitaba que se realizara una dieta adecuada, sobre todo para el jugador de fuerzas inferiores, enviándolo a comer al restaurante “Diligencias”. Paulino poseía una visión que necesitaba nutrirlos, recetarles suplementos vitamínicos.
En un partido contra el Puebla – acota Francisco Castellanos - sobre la portería norte existió un choque de cabeza entre Juan Manuel Asensi y “Pato” Corbo, siendo el poblano quien saldría lastimado, además de que su equipo no contaba con médico. Fui solicitado para ayudarles, poniéndole tres puntos de sutura, mientras que Romero Corbo salió librado, aunque en la semana sus compañeros comenzaron a llamarlo “cabeza dura”, con esa anécdota obtuve conciencia que no todos los equipos contaban con un facultativo médico.
El técnico Francisco Maturana escribió: “Cada derrota es una victoria en sí misma”; en ese tenor, el doctor Castellanos sufrió el amargo sabor del descenso en la temporada 81-82, que comenzaría con gran expectativa, ya que se aglutinó un cuadro envidiable, sin embargo pronto iniciarían los resultados adversos.
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Otra situación sería “La Cobra” Muñante, que realizó una excelsa pretemporada porque deseaba despedirse de gran manera con La Jaiba, sólo que en ese certamen, 81-82, fueron breves sus apariciones hasta que disgustado solicitaría su baja. - Quizás existió alguna complicación cuando fueron jugadores rivales – menciona el doctor Castellanos -, ya que Gustavo lo ingresaba a la cancha cuando Tampico ya perdía, entrando con gran actitud, solo que en los últimos minutos.
¿Dopados?
Para resolver el descenso de ese torneo se efectuaron enfrentamientos a vuelta recíproca entre Tampico-Atlas, primero en Guadalajara para cerrar en el Tamaulipas, generando un tercer partido definitivo en el estadio Plan de San Luis, debido a que cada conjunto aprovechó su localía, ganando por la mínima diferencia. - En ese tiempo no existía el antidoping – señala el galeno Castellanos - y alguien propuso usar un estímulo, sobre todo porque se decía que Los Rojinegros saldrían dopados; sin embargo, en una reunión decidieron desechar la idea.
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Tampico Futbol Club perdería la categoría en un partido extraño, de esas tardes para olvidar, ya que los jaibos serían derrotados con un marcador que nadie pensaría, 3 a 1, porque los dos primeros cotejos fueron cerradísimos. - Observar la derrota en jugadores como “Panchillo”, Landaburu, Corbo, Esquivel, quienes lucharon tenazmente, fue terrible – explica Castellanos Saucedo -, y cuando regresamos en autobús, parecía que veníamos en un ataúd, el viaje fue interminable, en total silencio, solo interrumpido por algún sollozo. Fue complicado mirar las escenas, y llegar a Tampico para escuchar el rumor de que los chicos se habían vendido. Actualmente, Francisco Castellanos es el cronista de la ciudad en Altamira, Tams., cargo que desempeña con profesionalismo, pasión y entrega.