“Es preferible gol que romper” siempre ha sido su filosofía
Tampico 1978. Después de haber pertenecido al equipo Monterrey durante seis años jugando de lateral izquierdo y haber obtenido el reconocimiento de la afición regiomontana, no solo por su magnífico desempeño, sino también por haber conseguido -en un partido contra el América en el estadio Azteca- el gol mil en la historia de “La Pandilla”, Basilio Salazar decidió retirarse y regresar al puerto.
Buscaba un horizonte seguro que le permitiera una vida estable. En ese menester se encontraba cuando llegó la noticia de que el flamante entrenador del Tampico, José Antonio Roca lo pretendía para fortalecer la defensa jaiba.
Eduardo Galeano manifestó: “En su vida, un hombre puede cambiar de mujer, de partido político o de religión, pero no puede cambiar de equipo de fútbol”. Bajo esta premisa Salazar determinó defender los colores azul celeste de la ciudad que lo arropó.
“El Míster” del fútbol mexicano contaba con una estrategia de “marcación presionada”, persiguiendo al extremo por todo el terreno, escenario que hacía que Salazar terminara extenuante. “Le dije a Roca que me cansaba, pero antes de concluir la conversación le acoté que también puedo jugar de líbero”. ¿Cómo que de libero, Bacho?, Preguntó asombrado Don José, si en el Monterrey jugaste seis temporadas en esa posición.
“El Bacho” Salazar principió a jugar con el equipo “Chapultepec”, de Cd. Madero, que dirigía Roberto Salas “El Pifas”, quien tuvo la visión de ubicarlo como defensa cuando Salazar se vislumbraba como delantero.
Pese a que no le gustaba esa posición, comenzó a observar que gozaba de facilidad para leer las jugadas de los delanteros. Ya con la pasión asentada por el futbol se aventuró a asistir a los entrenamientos, que manejaba Rodolfo “El Che” Cazaubón.
No obstante, la oportunidad deseada tardó dos meses en llegar, y cuando no quedaba nadie más para probar, aparece en un partido de interescuadras, gustándole al “Che” su juego e invitándolo a pertenecer al Tampico de segunda división, durante las temporadas 1968, 69 y 70. Para cuando finaliza el mundial es contratado por Toluca.
“Los estadios existen para jugar a la magia. El mundo, es para vivirla”, dice Juan Villoro, y Basilio Salazar lo comprendió pues la magia en el fútbol solo se consigue sacando el temple, entregando el esfuerzo sin cortapisas, sin importar en qué cancha se encuentra o a quién se desafía.
Un claro ejemplo fue cuando llegó a la “Bombonera”, de Toluca, para ponerse a las órdenes de una de las biblias del fútbol, don Nacho Trelles quien al verlo le soltó de golpe: “¿Tú eres “El Bacho”, el del Tampico? No eres nada alto. Imagínate peleando una pelota por aire con Sergio Silva cuándo les vas a ganar”. Para juegos posteriores lograr convencer al propio Ignacio Trelles de sus blasones, debutando con el Toluca a la edad de 20 años, en primera división profesional.
Al finalizar el partido de preparación, José Antonio Roca llamó a Basilio Salazar para decirle: “Qué sorpresas otorga la vida, jamás imaginé que pudieras jugar de líbero”. “Es que esa es mi posición señor Roca”, le dijo “El Bacho”, quien siguió: “en el Monterrey por necesidad y porque quería jugar acepté lo del lateral izquierdo. Si hubieran querido que jugara de portero, con tal de jugar hubiera pedido los guantes”. El Míster lo ubicó toda la temporada como defensa central.
Sobre José Antonio Roca, Salazar apunta: “El señor Roca era un hombre estudioso del futbol, las indicaciones las decía con una grabadora, por un lado, para que al término del partido te recordaba que te había solicitado. Cuando finalizó la temporada se despidió de todos nosotros educadamente. Se fue muy feliz, regresando al América”.
En Basilio Salazar se cumplen cabalmente las palabras de Pep Guardiola que indicó: “Si perdemos seremos los mejores, si ganamos seremos eternos”, y al “Bacho” Salazar no se le reprocha nada, se le agradece su entrega y honestidad futbolística, que quedó marcada en los corazones del público que lo vio jugar.
“Conté con pocas cualidades para jugar al fútbol, afirma Salazar, pero las que tuve las hice valer. Como jugador fui ordenado, prefería salir jugando que romper el esférico. En un partido de liguilla contra el Cruz Azul en el Coloso de Santa Úrsula, sobreviene una jugada peligrosa en nuestra área; Garibaldi me gritaba rómpela, rómpela, pero yo bajé el balón con el pecho y salí jugando. Al rato le dijo: Acuérdate de mi filosofía, es preferible gol que romper. Siempre tuve el sueño de convertirme en futbolista, igualmente lo he externado que, si no me hubieran pagado, de todos modos, hubiera jugado al fútbol” dijo nostálgico “El Bacho”.
En su vida, un hombre puede cambiar de mujer, de partido político o de religión, pero no puede cambiar de equipo de fútbol