/ domingo 6 de agosto de 2017

El orgullo de Tamaulipas ¡A la cima del Bernal!

Conquistar la cima del Cerro del Bernal pudiera parecer unaaventura que cualquiera se puede apuntar en base a una buenacondición física, un extraordinario esfuerzo, pero sobre todo dela mano del experto que te lleve a descubrir paso a paso lossenderos de esta majestuosa obra de la naturaleza, considerado elemblema y referente de Tamaulipas.

Ubicado en el sur de la entidad, a unos kilómetros delmunicipio de González, Tams., El Cerro del Bernal o Cerro deHorcasitas, es el sitio ideal para quienes gustan del llamadoeco-turismo o turismo extremo, para pasar un día fenomenal.

Es por eso que una veintena de jóvenes, entre los que estabanPaulino Sánchez, Hugo Macías, Eduardo Mellado, Jonathan Guerrero,Daisy Olivares, Karla Knight Maldonado, Adrián Gómez, ErikaRangel, Kevin Garibay, Ana Alvarado, Sergia Lucero Enríquez,Carlos Treviño, José Antonio Knight Maldonado, Jaime Badillo yJonathan Hernández, incluido quien esto escribe, nos dimos a latarea de preparar la aventura… ¡Y vaya que fue una verdaderaaventura!

La cita, a las faldas del Bernal, apenas a unos metros de lacarretera que lleva de González a Ciudad Mante.

Ahí, aventureros de González, Ciudad Mante, Aldama y estepuerto ya nos aguardaban para dar inicio a nuestra extenuantetravesía.

Eran cerca de las 9:15 horas y de entrada, subimos a unacamioneta de redilas y fuimos trasladados alrededor de kilómetro ymedio por una brecha para llegar al punto donde iniciaríamos elrecorrido a pie, ahí nos aguardaban más de cuatro kilómetros enun ascenso que se prolongó cuatro horas y media para, por fin,llegar a lo alto de la cima. Antes, nuestras provisiones,principalmente agua para hidratarse, se iban haciendo menos, elatún, el sándwich y el chocolate sabían a gloria y cada paso quehabía que dar se tornaba cada vez más complicado por lo empedradodel camino y la abundante vegetación que le da vida al cerro,antes de llegar a su parte más alta.

Nos dicen que hay jabalí por estos rumbos, pero la verdad sólopudimos observar algunos panales de avispas, por lo que el ascensotenía que realizarse con mayor cuidado. En algunos lugares, lapresencia de escaleras de metal nos indicaban la intención dehacer de este lugar un sitio con mayor afluencia de turismo, perosobre todo era parte de la ayuda para subir en los sitios máscomplicados.

Sin llegar a conocernos en su totalidad, los expedicionistas,esta clase de aventura te permite darte cuenta de la solidaridadque tenemos los seres humanos en situaciones difíciles; unapalabra de aliento, una mano que se tiende para ayudar a subir, elcompartir un trago de agua, eran sólo algunas de las muestras dela ayuda que todos ofrecían a quien por momentos quería abandonarla empresa.

Finalmente, una cuerda blanca es una de las laderas máspronunciadas y otra de color rojo en forma de escalera en elúltimo tramo, nos indicaban lo que todos deseábamos; llegar a lacima del Bernal.

Los 820 metros sobre el nivel del mar que tiene de alturanuestro majestuoso Cerro del Bernal, habían sido superados;pararse en la cima del Bernal pudiera no ser un logro tanimportante como llegar a la del Everest, pero al final te hacesentirte orgulloso de ser tamaulipeco, y de poder ver desde estelugar el tamaño de grandeza que tiene nuestra entidad y su gente,a pesar de quienes se empeñan en empañar lo positivo de esteestado del noreste de nuestro país.

La foto del recuerdo no podía faltar; ahí arriba todos somosiguales, felices por haber cumplido el reto, orgullosos de haberlogrado el objetivo tras el extenuante trayecto, pero esto aún noterminaba... nos esperaban otros cuatro kilómetros de regreso, yhabía que apurar el paso para regresar a tiempo y con luz de día.INICIAR EL DESCENSO

Cada minuto, cada hora en el regreso parecían eternos, enmuchos momentos las piernas parecían no responder y las técnicasdel descenso fueron variadas; desde el equivalente a deslizarse enuna resbaladilla por lo tupido de las hojas en el suelo, hastatener que hacer de cada árbol, de cada rama, un herramienta parano descender sin protección alguna.

Al final y tras ¡10 horas! de recorrido, por fin regresamos alpunto inicial donde unas botellas de agua natural fría y unosrefrescos ya nos esperaban para celebrar la aventura.

Sin duda, quienes cumplimos con el reto, como muchos otros quehan escalado al Cerro del Bernal, podemos afirmar que valió lapena, que el cansancio tras el esfuerzo tuvo su recompensa, hoypodemos sentirnos más que orgullosos de ser tamaulipecos en todala extensión de la palabra.

Conquistar la cima del Cerro del Bernal pudiera parecer unaaventura que cualquiera se puede apuntar en base a una buenacondición física, un extraordinario esfuerzo, pero sobre todo dela mano del experto que te lleve a descubrir paso a paso lossenderos de esta majestuosa obra de la naturaleza, considerado elemblema y referente de Tamaulipas.

Ubicado en el sur de la entidad, a unos kilómetros delmunicipio de González, Tams., El Cerro del Bernal o Cerro deHorcasitas, es el sitio ideal para quienes gustan del llamadoeco-turismo o turismo extremo, para pasar un día fenomenal.

Es por eso que una veintena de jóvenes, entre los que estabanPaulino Sánchez, Hugo Macías, Eduardo Mellado, Jonathan Guerrero,Daisy Olivares, Karla Knight Maldonado, Adrián Gómez, ErikaRangel, Kevin Garibay, Ana Alvarado, Sergia Lucero Enríquez,Carlos Treviño, José Antonio Knight Maldonado, Jaime Badillo yJonathan Hernández, incluido quien esto escribe, nos dimos a latarea de preparar la aventura… ¡Y vaya que fue una verdaderaaventura!

La cita, a las faldas del Bernal, apenas a unos metros de lacarretera que lleva de González a Ciudad Mante.

Ahí, aventureros de González, Ciudad Mante, Aldama y estepuerto ya nos aguardaban para dar inicio a nuestra extenuantetravesía.

Eran cerca de las 9:15 horas y de entrada, subimos a unacamioneta de redilas y fuimos trasladados alrededor de kilómetro ymedio por una brecha para llegar al punto donde iniciaríamos elrecorrido a pie, ahí nos aguardaban más de cuatro kilómetros enun ascenso que se prolongó cuatro horas y media para, por fin,llegar a lo alto de la cima. Antes, nuestras provisiones,principalmente agua para hidratarse, se iban haciendo menos, elatún, el sándwich y el chocolate sabían a gloria y cada paso quehabía que dar se tornaba cada vez más complicado por lo empedradodel camino y la abundante vegetación que le da vida al cerro,antes de llegar a su parte más alta.

Nos dicen que hay jabalí por estos rumbos, pero la verdad sólopudimos observar algunos panales de avispas, por lo que el ascensotenía que realizarse con mayor cuidado. En algunos lugares, lapresencia de escaleras de metal nos indicaban la intención dehacer de este lugar un sitio con mayor afluencia de turismo, perosobre todo era parte de la ayuda para subir en los sitios máscomplicados.

Sin llegar a conocernos en su totalidad, los expedicionistas,esta clase de aventura te permite darte cuenta de la solidaridadque tenemos los seres humanos en situaciones difíciles; unapalabra de aliento, una mano que se tiende para ayudar a subir, elcompartir un trago de agua, eran sólo algunas de las muestras dela ayuda que todos ofrecían a quien por momentos quería abandonarla empresa.

Finalmente, una cuerda blanca es una de las laderas máspronunciadas y otra de color rojo en forma de escalera en elúltimo tramo, nos indicaban lo que todos deseábamos; llegar a lacima del Bernal.

Los 820 metros sobre el nivel del mar que tiene de alturanuestro majestuoso Cerro del Bernal, habían sido superados;pararse en la cima del Bernal pudiera no ser un logro tanimportante como llegar a la del Everest, pero al final te hacesentirte orgulloso de ser tamaulipeco, y de poder ver desde estelugar el tamaño de grandeza que tiene nuestra entidad y su gente,a pesar de quienes se empeñan en empañar lo positivo de esteestado del noreste de nuestro país.

La foto del recuerdo no podía faltar; ahí arriba todos somosiguales, felices por haber cumplido el reto, orgullosos de haberlogrado el objetivo tras el extenuante trayecto, pero esto aún noterminaba... nos esperaban otros cuatro kilómetros de regreso, yhabía que apurar el paso para regresar a tiempo y con luz de día.INICIAR EL DESCENSO

Cada minuto, cada hora en el regreso parecían eternos, enmuchos momentos las piernas parecían no responder y las técnicasdel descenso fueron variadas; desde el equivalente a deslizarse enuna resbaladilla por lo tupido de las hojas en el suelo, hastatener que hacer de cada árbol, de cada rama, un herramienta parano descender sin protección alguna.

Al final y tras ¡10 horas! de recorrido, por fin regresamos alpunto inicial donde unas botellas de agua natural fría y unosrefrescos ya nos esperaban para celebrar la aventura.

Sin duda, quienes cumplimos con el reto, como muchos otros quehan escalado al Cerro del Bernal, podemos afirmar que valió lapena, que el cansancio tras el esfuerzo tuvo su recompensa, hoypodemos sentirnos más que orgullosos de ser tamaulipecos en todala extensión de la palabra.

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