La nota mencionaba que ese mismo día llegarían al puerto y que a la mañana siguiente serían presentados a la afición, en el medio tiempo del juego internacional amistoso que celebrarían el conjunto de casa y el equipo Vasas de Hungría. El domingo en el estadio fueron recibidos por el timonel jaibo, Carlos Miloc, quien sorpresivamente les indicó: “Vístanse, que van a jugar”. “Fue anecdótico -apunta Rergis-, todavía en el desayuno me decía Lira que solo nos presentarían, pero cuando nos dieron esa orden estábamos sorprendidos. Fue atípico, pero conociendo a don Carlos, un tipo temperamental que tomaba en cuenta la parte psicológica, creo que fue una prueba para saber de qué estábamos formados”.
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Tampico-Madero vencería 2-1 al conjunto húngaro con un Eduardo Rergis que jugaría todo el partido. “Gracias a mi característico tesón aguerrido -expresa Rergis- jugué los 90 minutos donde no escatimé esfuerzo en la cancha. Don Carlos me ofreció esa responsabilidad a escasas horas de conocerlo, me otorgó confianza; traté de no fallarle”. En cuanto a su primer contacto con la afición, señala: “Jugar en Tampico era para mí nostálgico, siendo de Veracruz, contando con un entorno similar, me gustaba viajar a Tampico, pero ya percibir el calor del apoyo de la gente fue diferente. Recuerdo una jugada: en un cruce que hice me aplaudieron, identificaron mi deseo de involucrarme en defender los colores de esa playera; desde ese momento comenzó una comunión con el público. A partir de ese encuentro no solté la titularidad”.
Para Rergis las dos temporadas que permaneció trabajando para el Tampico-Madero fueron altamente gratificantes. “Con don Carlos no tuvimos la fortuna de calificar, pero fue la persona que prácticamente armó el equipo. A su salida llegó el maestro Carlos Reinoso, quien vino a darle un estilo muy apreciado por los aficionados, sobre todo porque el equipo se volvió bastante agresivo de local; en todos los partidos se lograban resultados favorables hasta por goliza. Al final de cada partido de local nos juntábamos al medio campo para darle las gracias al público y la afición correspondía, no se iba hasta que el equipo se despedía”.
“La gente de Tampico es espectacular, la cercanía que existe del público con la cancha le da otra tonalidad, otra sensación con el jugador -señala Rergis-, porque existe un diálogo con la afición, a la hora que te vitorean o te reprenden, y eso no siempre se ve en todas las plazas, porque la localía se manifiesta por la calidad del público que puedes tener, y la plaza de Tampico es de las mejores”. Rergis también afirma que su gusto por la posición, donde jugó durante 15 años como defensa central, comenzó desde jovencito: “En Veracruz observaba a jugadores como 'El Campeón' Hernández, que jugaba esa posición. Me gustaba ver el partido desde la última línea, dominar todo el escenario e incidir en el juego desde atrás. El defensor es como el timón en un barco, que maneja todas las rutas”.
Rergis pone énfasis en que se fue especializando en la defensa gracias a los diversos entrenadores que tuvo en su carrera futbolística: “Ahora que me dedico a la parte de la docencia, trabajando para Concacaf y FIFA, impartiendo cursos de capacitación para instructores y soy analista deportivo, observo que en el futbol existe aprendizaje diario”.
El jugador jarocho todavía tuvo la oportunidad, ya retirado, de volver a pisar el engramillado del Tamaulipas, en el partido de despedida de Sergio Lira: “Me había preparado, pero de ninguna forma es igual a jugar con la condición a tope. Llegué y me dijo Carlos Reinoso que comandaba el equipo 'Amigos de Lira', que jugaría solo 15 minutos, y que después saldría. Inició el partido contra el Necaxa, miraba a los delanteros rivales como bólidos, lo más curioso es que volteaba para la banca, solicitando mi cambio; ya había cumplido con el amigo, pero Reinoso estaba a las risas como diciéndome: Ahorita te saco. Me dejaron los 90 minutos, fue anecdótico, me pasó lo mismo a la llegada y en el último partido que jugué en Tampico”.
En cuanto al balompié, Rergis menciona: “El futbol es un sinónimo de vida, me ha enseñado, me ha cultivado, me ha proporcionado una manera de vivir honesta, la pasión que he puesto a esta actividad profesional me ha redituado enormemente. Tengo dos hijos que fueron futbolistas, son hombres de bien, soy abuelo. El futbol me quitó tiempo de convivir con mis hijos por los viajes, las concentraciones. En este momento estoy completo, tanto me ha brindado el futbol, como le he entregado gran parte de mi vida; quedo en paz con el futbol”.