Era 1989-90. La temporada se encontraba envuelta por funestos vaticinios, para una afición acostumbrada a descubrir a su oncena favorita en los primeros lugares. Tiempos caóticos, alejados de épocas de esplendor, los dos subcampeonatos, las contrataciones de relumbrón, el poder económico que emanaba del sindicato petrolero. Reaparecía la sombra del descenso.
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Para 1975-76, Brasil. Ciudad de Campo Grande, estado de Mato Grosso del sur. Un joven de nombre Edmur Lucas sueña con jugar futbol profesional en una ciudad que no alberga equipo. Esta nimiedad no parece importarle, porque solo juega alegremente en las calles del barrio e intuye la frase de René Frégni: “Todas las mañanas, en cada rincón del mundo, desde las praderas de Islandia hasta los confines de Tierra del Fuego, de la Siberia más oriental a Brasil, el fútbol abraza los corazones de millones de hombres que se despiertan”.
Desde esas latitudes un “observador” lo recomienda para probarse en el Sao Paulo. Arribando al estadio Morumbi, en donde entrenaría hasta quedarse. En 1979, llegaría a México, contratado por Los Tecos de la UAG, donde por su apellido Lucas, en similitud a la mítica caricatura de “El pato” Lucas creada por la Warner Bros, le pondrían el apodo de “El Pato”.
A punto de principiar la segunda vuelta, el Tampico-Madero, buscaba emerger del último lugar de la tabla. En un torneo que apenas comenzando su contratación estrella Agustín Manzo solicitó su baja por una lesión añeja. Dejando solo a Sergio Lira como único atacante de peso, aunque el ariete sufriría una lesión que lo apartaría durante varias jornadas. Otro suceso lamentable: el entrenador jaibo, Hugo Fernández, tendría un percance que lo obligaría a dejar al equipo. Forzando a Paulino Lomas a contratar a la dupla Tomas Boy-Osvaldo Batocletti, en su primer ejercicio como técnicos.
En 1989 Edmur Lucas esperaba que comenzara enero porque viajaría a jugar a Portugal, cuando recibió en su casa la llamada de Tomas Boy, solicitando su apoyo para venir a Tampico explicándole que el equipo estaba en zona de descenso, además con problemas económicos. Comenta Lucas que a Tampico ya lo conocía porque algunos brasileños habían jugado en el puerto como Jair de Jesús Pereira, Roberto Da Silva, Reynaldo Güeldini.
“Me habían comentado de la efervescencia de la gente por su equipo, así que no dudé en aceptar la invitación de Tomas”. Lucas debutaría el 3 de febrero de 1990, en un partido en casa contra el Veracruz donde el Tampico-Madero triunfaría con un gol del brasileño en el minuto 42, a pase de Joaquín del Olmo, ayudando a conseguir dos valiosos puntos.
El amazónico empezó a colaborar con goles, sobre todo acompañando a Sergio Lira. - Forjé una buena amistad con Lira- señala Lucas- en el campo nos reunimos en pro del equipo, creo que logramos hacer una buena delantera. También hice buena relación con “El Chocolate” Hernández, nos tratábamos como hermanos, me decía carnal y yo le decía mi sangre. Entre Lira, Chocolate y Pineda, decíamos que éramos del sindicato de las jaibas negras. El gran Jorge Valdano menciona: "La audacia, la aventura, la entrega generosa de todos en defensa de una idea grande." Y en eso tuvo que confiar este grupo de hombres que luchó, enfrentando al Atlante de José Antonio García hasta el último momento para lograr la permanencia.
A la distancia de los ayeres, Lucas reflexiona: -Jugamos el último partido de la temporada contra el Irapuato donde nos jugábamos todo, porque hasta un empate nos daba la permanencia en primera división. Salimos buscando el triunfo, tuvimos oportunidades, inclusive estuve a punto de concretar un gol de un tiro que pegó en el travesaño. Al final empatamos a cero, logrando un punto más que nuestro rival, alcanzando el objetivo de salvarnos. Fue un trabajo gratificante porque peleamos con el Atlante un equipo grande de México, con un dueño que en ese momento influía fuertemente en la federación.
Sobre el secreto del éxito para lograr la permanencia “El pato” Lucas menciona:- Tomas Boy fue un grandísimo jugador, con mucha experiencia. En ese momento en Tampico necesitaba una motivación importante porque había jugadores con liderazgo, pero que necesitaba de motivación para volver a creer en su futbol de calidad. Boy fue pieza fundamental ya que su liderazgo como jugador lo trasladó como técnico y fortaleció el ánimo del equipo, inyectando su experiencia y motivación. Lucas Correa también otorga importancia a la afición del puerto - La fanaticada siempre fue entregada, a pesar que peleábamos los últimos lugares. La gente asistía al estadio a incentivarnos a seguir luchando.
“El pato” Lucas jugó solamente 13 juegos con el Tampico-Madero, sobre su participación en la salvación del equipo comenta- Tomás me explicó por lo que atravesaba Tampico, y esta aventura se tenía que tomar como un desafío, ponerle entusiasmo, confianza en uno mismo. Cuando juegas por el descenso, en cada partido tienes que entregarte, sumar, competir, lidiar con problemas económicos, de inspiración. Lo positivo que contábamos con buenos jugadores, Pineda, Lira, Bacas, quienes consiguieron logros significativos en el futbol. Afortunadamente hice goles importantes para sumar puntos. Al final, quedé contento por ayudar al Tampico-Madero a continuar con la categoría.
- 13 juegos con el Tampico-Madero jugó solamente “El Pato” Lucas"
- 1979 año en que llega a México, contratado por los Tecos de la UAG