Nada volverá a ser igual tras la pandemia provocada por el Covid-19 y el deporte profesional no quedará exento de las secuelas ocasionadas por esta emergencia sanitaria, que ha dejado sin público las gradas del estadio Tamaulipas, solitario coloso en el que de momento no se escuchan los gritos desaforados de los aficionados a la Jaiba Brava.
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En la cancha, solamente jugadores y cuerpo técnico, un puñado de gente del staff y los únicos testigos presenciales por parte de la prensa, reporteros gráficos y camarógrafos de televisión, únicos autorizados para estar presentes en los encuentros de local del llamado TM Futbol Club.
Las tribunas desoladas, exigiendo de manera silenciosa la presencia de la afición, de la porra Terrorizer, de la tribuna de sol, de la gente de butacas, de los apasionados al futbol, pero sobre todo del color celeste, que, tristemente, no ha podido hacer sentir ese respaldo incondicional al equipo, no siempre bien correspondido, pero un apoyo que nunca cesa.
Labor solitaria del reportero gráfico la cobertura dentro de la nueva normalidad de los partidos de la Jaiba Brava. Soledad que aumenta ante un coloso vacío, que, visto desde diferentes ángulos, luce inmenso... pero triste.