En el vestidor jaibo se escuchaba una voz armoniosa: -Les agradezco porque ustedes me regresaron al equipo de mis amores, el América.
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Estas sentidas palabras, marcadas al término de la temporada 78-79, eran de José Antonio Roca y enaltecieron a los presentes, sobre todo al joven futbolista Alberto Ordaz. - Sabíamos que Roca representaba al americanismo, y que nuestro trabajo en la cancha iba a ayudar para que el Club América lo volviera a considerar para que los dirigiera el próximo periodo - comenta Ordaz.
- Fue motivante para nosotros que Roca nos reuniera para despedirse y agradecernos por regresarlo al lugar que consideraba su casa. Logró transmitirnos su caballerosidad y gratitud para todos.
Alberto Ordaz continúa: - Roca me invitó a venir al Tampico en 1978, situación que afronté como un reto porque la ciudad es futbolera, además tenía que seguir avanzando en mi carrera futbolística, porque ya contaba con seis años jugando para América. El mismo Roca fue quien me debutó en la temporada 72-73. De hecho, fui de los jugadores más jóvenes al comenzar a los 16 años.
Acerca de las cualidades de Roca, Ordaz señala: - Gustaba de proyectar a los jóvenes, privilegiando al jugador mexicano, ejemplo de esto fue Sergio Lira que debutó en Tampico.
Roca fue un entrenador que se basaba en el diálogo para que pudieras desarrollarte dentro y fuera de la cancha. Ofrecía consejos del comportamiento que debía poseer un futbolista, decía que eras “un espejo de la juventud”, porque los jóvenes querían verse reflejados en nosotros; entonces debías brindarles buen ejemplo.
FEBRERO 1980
Domingo por la tarde, encuentro de dominio alterno, primera parte controlada por el Tampico comandado por Ignacio “El Gallo” Jáuregui.
Era el segundo tiempo. Universidad juega explosivo. López Zarza, buscando acortar distancia, lanza tremendo riflazo que suelta Vázquez del Mercado para la entrada de Manuel Negrete, quien al minuto 77, con el zaguán abierto, acercara a Los Pumas 2 a 1.
Minuto 87. Se produce un saque de manos, Nacho Ramírez sirve para Lira, quien cerca del área prolonga para el otro extremo, a la entrada de Alberto Ordaz, que le pega al balón sin clemencia para decretar el triunfo de La Jaiba Brava.
Ya en los camerinos, Ordaz declararía para El Sol de Tampico: -Entré para contener al “Pareja” López y anoté el gol que los aniquiló. Por supuesto, estoy feliz.
En cuanto a lo que significó trabajar con Ignacio “El Gallo” Jáuregui en la temporada 79-80, Ordaz comenta: -Era un entrenador equilibrado, no defensivo, con Roca jugábamos más ofensivos, quedando en ocasiones desubicados. “El Gallo” buscaba siempre equilibrar las líneas. Le gustaban los equipos maduros, no de tantos jóvenes; claros, si surgían. Fue quien debutó a Benjamín Galindo, pero no les ofrecía esa responsabilidad; se basaba, más bien, en jugadores que tuvieran un futbol de experiencia para consolidar sus escuadras.
NOVIEMBRE 1985
Estadio Jalisco, partido favorable al Atlas, que intenta derrotar al Tampico-Madero, de Carlos Reinoso. Segundo tiempo, minuto 54. Centro al área, rechazado por la defensa rojinegra para que Alberto Ordaz, sin dejar caer el balón, pegué un trallazo que termina incrustándose en el ángulo superior izquierdo, dejando parado al arquero.
A minutos de finalizar el encuentro, sobreviene un balón al área del Atlas para que nuevamente Ordaz empalmara el balón con la pierna derecha, resultando imposible la estirada del portero local. A la mañana siguiente el periódico de Guadalajara esculpiría el siguiente encabezado: “Atlas fue derrotado por dos hermosos goles de Alberto Ordaz”.
Una de las experiencias que vivió Ordaz, bajo la tutela de Reinoso, fue el cambio de posición. –Reinoso decidió ponerme de contención- rememora Ordaz- para recuperar la pelota y ceder rápido hacia los creativos, Guillén y Galindo. Esa función empezó a gustarme porque una de mis virtudes era que poseía “lectura de juego”, cortando bastantes avances, y como poseía conocimiento como delantero, entregaba el esférico adecuadamente, causando rápidamente la transición defensa-ataque.
Actualmente, y desde hace doce años, Alberto Ordaz trabaja en el área de visoria del Club de Futbol Monterrey buscando talento joven; sobre esta encomienda menciona: -El futbol es pasión que continúas viviendo, quizás ya no en la cancha, pero en otras áreas, ahora en la detección de talento, invitando a los jóvenes que vamos descubriendo que cultiven pasión por el futbol. Porque el futbolista mexicano se encuentra preparado para cualquier adversidad, posee cualidades, calidad y gusta de competir.
Considera importantes que las instituciones de futbol sigan apoyando, para que continúen surgiendo jugadores mexicanos para la alta competencia, para que en las diferentes Selecciones tengamos resultados positivos. A la lejanía de su vida futbolística, Ordaz evoca la frase sabiamente escrita por Eduardo Galeano: - “Jugar sin hinchada es como bailar sin música”, brindándole importancia no sólo a una comunidad de jugadores, técnicos o directiva, sino a la gran afición que siempre los apoyó. Por eso, siempre voy a estar agradecido con la afición de Tampico, que se portó sobresaliente en las diferentes etapas que estuve en el puerto.