"El Mosco", tampiqueño, porrista y aficionado del futbol, con la playera bien puesta de dos equipos locales (Tampico FC y la Jaiba Brava) que ya han pasado a la historia igual que él y que es recordado por antiguos aficionados y conocedores que nos relatan un poco de su pasión y dedicación.
Temporada 52-53. Aquel 12 de octubre, complementando la jornada 13, arranca el segundo tiempo de un partido de alarido porque la pelota, veleidosa toda ella, ha recorrido ambas porterías. Desde el minuto 31 los Lechugueros del León ganan por una anotación que no debió contar, ya que en un saque de esquina Orozco empujó el balón con la mano para que, después de una enérgica protesta, Ernesto Candia resultara expulsado.
La porra que acompaña a “Los Jaiberos” sufre mientras un hombre callado espera, pero con el espíritu a punto de ebullición. Se levanta para arengar a la victoria, escuchándose su voz vibrante por toda “La Martinica”, “¡1, 2, 3! ¡Chiquitibum a la bim bom ba!, ¡a la bio a la bao!, ¡a la bim bom ba! ¡Tampico! ¡Tampico! ¡Ra, ra, ra! Minuto 59. Septién envía centro al área para que el portero Carvajal salga en falso y entre solo a rematar “Chango” Zárate, empatando el marcador.
Pero primero, un poco de “El Mosco”, ¿de dónde era Agustín Martínez Maciel, porrista del Tampico y la Jaiba Brava?
Hijo de un pescador de "La Puntilla", del mero Cascajal, Agustín Martínez Maciel adoptó desde joven el oficio de fígaro teniendo su peluquería “El Mosco”, convertida en centro de reunión para entablar conversaciones sobre el balompié y organizar porras a diferentes estadios de la República.
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Precisamente su gusto por la pelota se inició a finales de 1947 cuando su amigo José Briones lo invitó a presenciar un juego en el Estadio Tampico, quedando fascinado. Posteriormente sería fiel testigo del Tampico, campeón en la temporada 52-53.
Paulino Lomas, quien fuera dueño del Tampico FC recuerda a “El Mosco”: tampiqueño y fiel porrista
-Desde tiempos de Carretero, Pérsico, Landeros, “El Mosco” comenzó desde las gradas a figurar como destacado aficionado de Los Celestes - rememora don Paulino Lomas Delgado - convirtiéndose así en un hábito verlo volverse parte del show del futbol. Minuto 27. El grito de la porra petrolera ¡Tampico, Tampico! se escucha en tierra foránea, conminando al ataque a Aparicio, quien larga balón al área grande para que los defensas Varela y López fallen el rechazo, apareciendo “Chango” Zárate, conquistando el gol del triunfo sobre el León.
A finales de los años 70, el arquitecto Paulino Lomas, siendo ya propietario del Tampico FC, recuerda a “El Mosco”. “En el Estadio Tamaulipas hablé con el inspector autoridad para que le permitiera a nuestro porrista ingresar al campo, puesto que no interfería, solo motivaba a la fiesta. Primeramente empezó a entrar en el intermedio que duraba 15 minutos. La gente lo esperaba para que dirigiera la porra. No en cualquier estadio de México llegamos a contar con un personaje pintoresco como él, que se adentró en el terreno de juego para apoyar al equipo de sus amores, la Jaiba Brava”.
La porra se volvió una costumbre en nuestro puerto, tanto así que el director del periódico Esto, Ignacio Matus, una vez quedó sorprendido del control que poseía el porrista sobre la afición. Porque se paraba en el centro de la cancha con un pañuelo blanco, al mismo tiempo que con una de las manos solicitaba a la gente que se callara para comenzar con el vaivén del cuerpo, y a señas, a realizar el chiquitibum. Cuando salíamos al campo del Tamaulipas -acota el capitán “Bacho” Salazar- “El Mosco” ya se encontraba esperándonos, después de invitar a los diferentes sectores de gradas a realizar la porra. Definitivamente fue un personaje espontáneo, que agregó sabor al futbol, marcó una influencia positiva de apoyo incondicional a los colores celestes.
“El Mosco”, porrista tampiqueño iba a donde se jugaran los partidos de futbol
En la temporada 88-89, después de un compromiso contra el cuadro del América, donde lastimaron a un abanderado en la jornada 30, vetaron en el Tamaulipas 5 partidos. 4 se jugaron en León, 1 en Ciudad Victoria, “El Mosco” llevó porra a todos los encuentros. Incluso, cuando le preguntaban si había visto por televisión algún comentario de Roberto Hernández Jr. inmediatamente decía: “Ni siquiera menciones a ese señor que se expresó mal del Tampico-Madero cuando fue la bronca en Monterrey”. Le dolía en el alma cuando atacaban al conjunto de sus amores, pero no se doblaba.
Agustín Martínez mantuvo magnífica relación con todos los directivos, desde el ingeniero Vicente Inguanzo Suárez, gerente de la zona norte de Pemex; Carlos Fernández, representante de la cervecería Corona; Paulino Lomas, y Salvador Barragán Camacho que cuando llegaba a su palco se formaba un anillo de seguridad, sólo que cuando escuchaba que arribaba “El Mosco” impartía la orden de dejarlo pasar porque siempre llegaba con un frasco de “saladitos” (cacahuates secos), que gustaban tanto a “Chava” y que devoraba disfrutando el partido. Otro de los que llevó buena amistad con “El Mosco” fue el extinto director técnico Tomás Boy, quien cuando dirigía al Tampico-Madero en el torneo 89-90 y salía expulsado terminaba refugiándose en la porra donde se encontraba “El Mosco”, en las gradas, en la cabecera lado sur.
Ninguno como Agustín Martínez Maciel, el “Mosco”, porrista del Tampico y la Jaiba Brava
En los estadios mundialistas han existido diferentes personajes que brindaron un agregado al fútbol como Manolo, “el del Bombo”, que acompañaba a la Selección Española. En la bombonera de Toluca existía un hombre que se disfrazaba de “Diablo”; en el Tamaulipas, “El Niño del Tambor”, así como “Lechuguita” que corría por todo el estadio empuñando una bandera jaiba, aunque el más grande de todos fue Agustín Martínez “El Mosco”, quien entraba al corazón del mismo estadio para alentar a los miles de aficionados a vitorear al equipo local y acompañarlos en sus innumerables viajes durante más de 60 años. En todo México no ha existido otro porrista como “El Mosco”, siempre respaldando a los distintos clubes de la zona, en las buenas, las malas y las peores.
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“El Mosco” fue aceptado por la afición porque salió del pueblo y era de los primeros en adentrarse al campo para orquestar una porra. Ahora el futbol ha cambiado, han llegado las barras, que son controladas por los clubes, que más que un soporte han hecho daño al balompié.