Nuestra historia comienza el miércoles 15 de julio de 1914, momento en que la Compañía Mexicana de Petróleo El Águila inaugura sus operaciones en el puerto de Tampico, en medio de la Intervención Estadounidense de Veracruz. Actualmente conocida como refinería “Francisco I. Madero”, fue la segunda fábrica de su tipo en construirse en el país.
Con una extensión total de 544 hectáreas, en 2024 la planta alcanzó una producción diaria de 120 mil barriles de petróleo. Aunque originalmente pertenecía a Tampico, por su ubicación, pasó a formar parte del territorio de Villa Cecilia, una aldea fundada en 1924 y que alcanzó el grado de ciudad hasta 1939, con el nombre de Madero.
Inversión extranjera en Tampico durante el Porfiriato
De acuerdo con Joel Álvarez de la Borda, en 1901, Weetman Pearson, empresario británico, arribó a suelo nacional, bajo el mando de la sociedad “Pearson & Son”.
En 1908, fundaría la Compañía Mexicana de Petróleo El Águila, después de obtener licitaciones de extradición y expropiación del hidrocarburo con duración de 50 años por parte del Congreso durante el periodo del Porfiriato.
El Archivo Histórico de Petróleos Mexicanos señala que los permisos de operación incluían las regiones de Veracruz, Tabasco, Campeche, Chiapas, San Luis Potosí y Tamaulipas.
Jonathan Charles Brown, autor de “Petróleo y revolución en México”, comenta que el petróleo extraído de los pozos de “Potrero del Llano” se embarcaba en chalupas rumbo a los puertos de Tampico y Veracruz.
Aproximadamente en 1912, la compañía El Águila decide adquirir terrenos cerca del río Pánuco para iniciar una segunda refinería. Se cree que se eligió el puerto de Tampico, en lugar de Veracruz, debido a los impuestos aduanales del producto. Mientras que el conocido como “puerto Jaibo” cobraba el 24%, el llamado “puerto Jarocho” solicitaba un 54% de comisión.
El paso del tiempo: de la Revolución a la Expropiación petrolera
A pesar de la inestabilidad política del país, entre 1910 y 1917, debido a la caída de Porfirio Díaz y el estallido y consecuente desarrollo de la Revolución, la costa este de México, fue de los sectores con mayor auge económico debido a la derrama de capital extranjero.
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Sin embargo, cuando Victoriano Huerta incrementó el impuesto sobre producción de petróleo crudo en casi un 375%, de 20 a 75 centavos por unidad, las compañías internacionales apostadas en el país comenzaron a protestar. La Compañía El Águila, por ejemplo, se rehusó a pagar la cuota oficial y trató de negociar un precio de 40 centavos por barril.
El 13 de abril de 1917, con Venustiano Carranza al frente de gobierno, se firmó un decreto que comprometía a las empresas petroleras a pagar el 10% del valor del producto teniendo como referencia los precios del mercado de Nueva York.
La contraoferta de la Compañía El Águila fue pagar entre siete y 9 pesos por tonelada. De acuerdo con Joel Álvarez de la Borda, el Gobierno aceptó la propuesta con una condición, que la empresa británica redujera en un 10% el precio de la gasolina y de los aceites iluminantes en el mercado nacional.
Tras varios años de conflictos entre las autoridades mexicanas y los empresarios extranjeros, sobre impuestos y pagos a trabajadores de la industria. El viernes 18 de marzo de 1938, Lázaro Cárdenas decretó la Expropiación petrolera, declarando que la extracción, comercialización y exportación del petróleo correspondía únicamente al Estado.
Al poco tiempo de ese evento y hasta la fecha, la Refinería Madero pasó a formar parte del Sistema Nacional de Refinación. Su producción actual consta de gasolina, diésel, gas, turbosina, diluyentes, asfalto y parafinas a través de sus 22 plantas.
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Nuestra historia finaliza el lunes 15 de julio de 2024, 110 años después de la inauguración de la hoy conocida como refinería Francisco I. Madero, la segunda más grande de México. En el cielo de la zona conurbada de Tampico, quien preste atención puede observar el fuego que brota a diario de las antorchas quemando los gases de hidrocarburos.