Palabras que transforman: el impacto de la escritura en la sociedad y el alma

En teoría no existe rango de edad determinado para convertirse en escritores (as), únicamente se precisa de preferencia poseer claridad mental

Itzia Rangole / El Sol de Tampico

  · miércoles 20 de marzo de 2024

La literatura muestra arquetipos de comportamientos y emociones que permiten comprender la historia de la humanidad / Alejandro del Ángel

La definición de escribir consiste en comunicar algo a alguien. El oficio de la literatura al parecer consta de utilizar de la mejor manera posible las palabras. Dentro del ámbito de las letras nombres como Virginia Woolf, F.S. Fitzgerald, Elías Canetti, Ernesto Sabato y Roald Dahl son reconocidos por la calidad de su trabajo. ¿Cuál fue el proceso para posicionarse como referentes artísticos? Ellos mismos explicaron a través de sus obras cómo se convirtieron en escritores (as).

Yuval Noah Harari, historiador, apunta que la característica más singular de los humanos, aquello que los diferencia de los otros animales en el planeta, es la capacidad de inventar ficciones. La humanidad puede hablar de hechos que nunca ocurrieron y describir escenarios inexistentes. Algunas personas llevan este talento hasta las últimas consecuencias: dedicando su vida entera a crear novelas, poesías y cuentos. ¿Por qué?

La presente lista, en su mayoría, está conformada por el género de novela, con algunas inclusiones de cuento, poesía y ensayo filosófico / Mario Jasso, Cuartoscuro

José María Merino, académico, comenta que la ficción, entendida como la capacidad de narrar sucesos y personajes imaginarios, es un instrumento que ayuda a ordenar la realidad.

En otros términos, la literatura muestra arquetipos de comportamientos y emociones que permiten comprender la historia de la humanidad.

El poder de las palabras: habitar entre la fantasía y la realidad

En 1547, en la prisión de Casa Medrano, ubicada en el municipio de Argamasilla de Alba, un recaudador de impuestos de poco más de cuarenta años aguarda al interior de una celda acusado de robo. Nos atrevemos a especular que estaba asustado, quizás para distraer la mente, provisto todavía con su bolsa de trabajo, dispuso de papel y tinta y comenzó a escribir una historia que dice así:

“En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no hace mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor.”

Una de las tareas principales de quien redacta, de acuerdo a Woolf, es lograr “fabricar una situación” / Alejandro del Ángel


De entre todas las opciones que Miguel de Cervantes Saavedra tuvo esa noche, optó por imaginar una realidad alterna. La novela de “El ingenioso hidalgo Don Quijote de La Mancha”, se considera una de las más importantes de la literatura universal.

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Además de Cervantes Saavedra, otros autores lograron posicionar sus obras como referentes culturales. En 1882 nace Virginia Woolf, autora de las novelas “Orlando” y “La señora Dalloway”. En el ensayo “Un cuarto propio” explica, además de otros temas, que uno de los requerimientos indispensables para quien desee adentrarse a las letras es tener un espacio físico y mental propicio para pensar de manera sosegada.

Una de las tareas principales de quien redacta, de acuerdo a Woolf, es lograr “fabricar una situación”, la escritora usa la metáfora “llevar río arriba a los lectores”. Lo cual sería el equivalente de lograr una “suspensión de la incredulidad”; hacer que el lector(a) esté dispuesto a creer en lo que se le dice.

Fitzgerald sostiene que la literatura da una sensación de pertenencia, quien lee descubre que no está solo (a) / Alejandro del Ángel

En 1896, llega al mundo Francis Scott Fitzgerald, autor de “El gran Gatsby”, para él la clave de la ficción es contar las cosas extraordinarias como si fueran normales con el objetivo de provocar una emoción. Por tanto, es indispensable afinar y depurar una obra antes de presentarla. De igual manera, quien escribe debe contar con criterio propio.

Fitzgerald sostiene que la literatura da una sensación de pertenencia, quien lee descubre que no está solo (a) en el mundo, que los miedos, los errores, los aciertos y los anhelos son universales.

¿Eres capaz de cambiar él mundo?

En 1905, nace Elías Canetti, autor de “Auto de fe” y ganador del premio Nobel de Literatura, quien dirá que un escritor (a) es alguien capaz de detener la guerra. Quizás una manera de decir que quien se dedique a narrar tendrá la responsabilidad de influir a tal grado en la mente ajena que pueda cambiar el curso de sus actos.

Para Canetti escribir implica tomar conciencia de la situación del mundo y ser capaz de metamorfosearse con todos los otros seres, ver la realidad desde múltiples aristas.

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En “Abaddón, el Exterminador”, una novela-ensayo de Ernesto Sabato, el autor explica que en el campo de la literatura se establece un juego entre la realidad y la fantasía, donde quien escribe ve expuestas sus más profundas obsesiones (lo quiera o no). Los personajes, sostiene Sabato, representan al autor (a), pero también lo traicionan, lo superan y lo sorprenden.

La humanidad puede hablar de hechos que nunca ocurrieron y describir escenarios inexistentes / Alejandro del Ángel

Roald Dahl, la mente detrás de obras como “Matilda” y “Las brujas”, indicaba que para ejercer el oficio de la escritura se requieren cualidades tales como responsabilidad, humildad y resistencia. Se debe escribir día tras día sin tregua, perfeccionando el texto, con el fin de que una escena cobre vida en la mente de una lectora (o lector).

¿Por qué convertirse en escritor?

Para escribir basta con pluma y papel; también se puede optar por máquinas de escribir, computadoras, tabletas o equipo celular. En teoría no existe rango de edad determinado, únicamente se precisa de preferencia poseer claridad mental. El género es indistinto, también la formación educativa y profesional.

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Hay narradores de misterio como Agatha Christie y Sir Arthur Conan Doyle, de romance como Jane Austen, de fantasía como Isaac Asimov, J. R. R. Tolkien, Hope Mirless, Mary Shelley, George Orwell, Ray Bradbury y Aldous Huxley, personas que pasaron horas con la nariz pegada a la hoja de papel. Entonces, ¿quién desea anotarse a la profesión?