/ domingo 24 de noviembre de 2024

Judith Reyes, la tamaulipeca que se convirtió en leyenda de la música popular mexicana

El nombre de la compositora nacida en Ciudad Madero permanece como relevante, no solo en la historia de la música popular sino también de los movimientos sociales del país

Subía al escenario con un poncho, flores en el pelo, su guitarra y una voz para cantar frente a un público integrado ya fuera por estudiantes, huelguistas, o granaderos, sus corridos claros y directos por los que fue perseguida y exiliada. Su nombre era Judith Reyes y, a cien años de su nacimiento en Ciudad Madero, permanece como una mujer relevante no solo en la historia de la música popular sino también de las luchas sociales del país.

Proveniente de una familia campesina de San Luis Potosí que pronto migró al sur de Tamaulipas atraídos por el auge petrolero, en la casa de Judith Reyes se escuchaban sones, huapangos, corridos y la programación musical de las estaciones de radio, que permanecía encendido gran parte del día.

El Dueto Alarcón representó el inicio dentro de la música de Judith Reyes / J. Alarcón Reyes

Así nació “La Tamaulipeca”

“A los 14 años comienza ella a cantar, ya en Tampico, en el Teatro de los Alijadores con su papá y su tío, que son sindicalistas. Entonces se da a conocer como ‘La Tamaulipeca’, muy muy jovencita, todavía adolescente”, relató la historiadora Liliana García Sánchez, quien lleva cerca de 20 años estudiando la vida y obra de la cantante.

Poco después se casó con el compositor veracruzano Eduardo Alarcón y formaron juntos el Dueto Alarcón. Sin embargo, problemas de violencia y alcoholismo del músico la llevaron a terminar el matrimonio y continuar su carrera como solista.

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“Ella sigue sola como La Tamaulipeca, incluso llega a cantar en la XES, allí en el centro de Tampico, que está estaba la instalación de esta radio allí abajo del hotel Inglaterra”, afirmó García Sánchez en entrevista para EL SOL DE TAMPICO.

En este periodo comenzó a grabar discos, a tocar en carpas y cabarets, a componer para otros intérpretes, canciones como “Parranda larga”, célebre en la voz de Jorge Negrete. Después se mudó a Chihuahua y a la par de su carrera artística trabajó como periodista.

Reyes permaneció exiliada en Europa, donde tocó en foros de Francia y España / J. Alarcón Reyes

De la protesta a la persecución y el exilio

En ese día a día como periodista conoció al movimiento campesino que más tarde organizaría el asalto al Cuartel Madera, evento donde fueron varios los fallecidos.

Este hecho marcaría profundamente a Judith, quien se decantó por una canción de crónica social y político, para relatar los aconteceres los movimientos guerrilleros y el gobierno mexicano comenzó a seguir sus pasos. “Los libros de Marx estaban tan prohibidos como los discos de Judith Reyes”, afirmó García Sánchez.

“Hay evidencia de cómo la Dirección Federal de Seguridad confiscaba los discos que podían encontrarse de ella como si fueran armas, como si fueran libros comunistas. Entonces era muy difícil, obviamente, acceder a su música en ese momento y ella misma tenía muchas precauciones. Por lo mismo, sus discos políticos fueron más conocidos, primero en Estados Unidos y en Europa”, añadió.

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En 1969, tras ser secuestrada para intimidarla, Judith se exilió en Europa, donde tocó en Francia, España, Italia y Holanda, y grabó uno de sus discos más representativos “Crónica Mexicana”.

“El exilio representó una especie de respiro porque efectivamente, aquí ya la tenían muy muy acosada. En el exilio se puso a escribir su autobiografía. Con toda intención compuso y cantó allá para denunciar lo que estaba pasando en México; el exilio creo que, como buena mujer de lucha, pues la hizo más grande”.

El 27 de diciembre de 1988, Reyes falleció en la Ciudad de México de un paro cardíaco, pero hasta el último minuto de su vida el latido de su corazón acompañó a la protesta social.

Judith Reyes durante una protesta en Chihuahua / Josué J. Alarcón Reyes

“La historia de Judith es la historia del México del siglo XX”

Actualmente Liliana García Sanchez promueve el libro “Cantar de fuego: Judith Reyes (1924-1988)”, una obra para celebrar el centenario de la intérprete, seguir difundiendo su figura y sus letras, las cuales la investigadora considera como relevantes en el México contemporáneo.

“Cada una de sus canciones nos va a sugerir alguna problemática no resuelta o alguna situación negativa de la política, de la economía, de la cultura que siguen presentes. Ahí está la Canción de los desaparecidos, que sigue siendo muy pertinente”.

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“La vida de personas como Judith nos permiten entender esa larga historia, los movimientos populares y cómo se van vinculando y por qué la guerrilla del norte acabó hermanándose con la del sur. Y cómo entonces explicamos al zapatismo. La historia de Judith es la historia del México del siglo XX”, añadió.

Subía al escenario con un poncho, flores en el pelo, su guitarra y una voz para cantar frente a un público integrado ya fuera por estudiantes, huelguistas, o granaderos, sus corridos claros y directos por los que fue perseguida y exiliada. Su nombre era Judith Reyes y, a cien años de su nacimiento en Ciudad Madero, permanece como una mujer relevante no solo en la historia de la música popular sino también de las luchas sociales del país.

Proveniente de una familia campesina de San Luis Potosí que pronto migró al sur de Tamaulipas atraídos por el auge petrolero, en la casa de Judith Reyes se escuchaban sones, huapangos, corridos y la programación musical de las estaciones de radio, que permanecía encendido gran parte del día.

El Dueto Alarcón representó el inicio dentro de la música de Judith Reyes / J. Alarcón Reyes

Así nació “La Tamaulipeca”

“A los 14 años comienza ella a cantar, ya en Tampico, en el Teatro de los Alijadores con su papá y su tío, que son sindicalistas. Entonces se da a conocer como ‘La Tamaulipeca’, muy muy jovencita, todavía adolescente”, relató la historiadora Liliana García Sánchez, quien lleva cerca de 20 años estudiando la vida y obra de la cantante.

Poco después se casó con el compositor veracruzano Eduardo Alarcón y formaron juntos el Dueto Alarcón. Sin embargo, problemas de violencia y alcoholismo del músico la llevaron a terminar el matrimonio y continuar su carrera como solista.

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“Ella sigue sola como La Tamaulipeca, incluso llega a cantar en la XES, allí en el centro de Tampico, que está estaba la instalación de esta radio allí abajo del hotel Inglaterra”, afirmó García Sánchez en entrevista para EL SOL DE TAMPICO.

En este periodo comenzó a grabar discos, a tocar en carpas y cabarets, a componer para otros intérpretes, canciones como “Parranda larga”, célebre en la voz de Jorge Negrete. Después se mudó a Chihuahua y a la par de su carrera artística trabajó como periodista.

Reyes permaneció exiliada en Europa, donde tocó en foros de Francia y España / J. Alarcón Reyes

De la protesta a la persecución y el exilio

En ese día a día como periodista conoció al movimiento campesino que más tarde organizaría el asalto al Cuartel Madera, evento donde fueron varios los fallecidos.

Este hecho marcaría profundamente a Judith, quien se decantó por una canción de crónica social y político, para relatar los aconteceres los movimientos guerrilleros y el gobierno mexicano comenzó a seguir sus pasos. “Los libros de Marx estaban tan prohibidos como los discos de Judith Reyes”, afirmó García Sánchez.

“Hay evidencia de cómo la Dirección Federal de Seguridad confiscaba los discos que podían encontrarse de ella como si fueran armas, como si fueran libros comunistas. Entonces era muy difícil, obviamente, acceder a su música en ese momento y ella misma tenía muchas precauciones. Por lo mismo, sus discos políticos fueron más conocidos, primero en Estados Unidos y en Europa”, añadió.

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En 1969, tras ser secuestrada para intimidarla, Judith se exilió en Europa, donde tocó en Francia, España, Italia y Holanda, y grabó uno de sus discos más representativos “Crónica Mexicana”.

“El exilio representó una especie de respiro porque efectivamente, aquí ya la tenían muy muy acosada. En el exilio se puso a escribir su autobiografía. Con toda intención compuso y cantó allá para denunciar lo que estaba pasando en México; el exilio creo que, como buena mujer de lucha, pues la hizo más grande”.

El 27 de diciembre de 1988, Reyes falleció en la Ciudad de México de un paro cardíaco, pero hasta el último minuto de su vida el latido de su corazón acompañó a la protesta social.

Judith Reyes durante una protesta en Chihuahua / Josué J. Alarcón Reyes

“La historia de Judith es la historia del México del siglo XX”

Actualmente Liliana García Sanchez promueve el libro “Cantar de fuego: Judith Reyes (1924-1988)”, una obra para celebrar el centenario de la intérprete, seguir difundiendo su figura y sus letras, las cuales la investigadora considera como relevantes en el México contemporáneo.

“Cada una de sus canciones nos va a sugerir alguna problemática no resuelta o alguna situación negativa de la política, de la economía, de la cultura que siguen presentes. Ahí está la Canción de los desaparecidos, que sigue siendo muy pertinente”.

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“La vida de personas como Judith nos permiten entender esa larga historia, los movimientos populares y cómo se van vinculando y por qué la guerrilla del norte acabó hermanándose con la del sur. Y cómo entonces explicamos al zapatismo. La historia de Judith es la historia del México del siglo XX”, añadió.

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