/ domingo 24 de febrero de 2019

Así se reconstruyó los sonidos de Roma

Sergio Díaz rescató la tranquilidad y el silencio que imperaba en los años setenta para la cinta Roma , lo cual fue clave para que su trabajo compita este fin de semana por el Oscar

Mientras la mayoría de la gente se encontraba en sus hogares celebrando la Navidad, Sergio Díaz salió a la calle para tratar de rescatar el silencio y la tranquilidad que alguna vez imperó la Ciudad de México en los años setenta. Es así comoel canto de las aves, el mover de los árboles, entre otras cosas lucen puras dentro de Roma, la cinta de Alfonso Cuarón. Y es por eso que este domingo Díaz compite en la terna de Mejor Mezcla de Sonido en los Oscar.

“El 25 de diciembre de 2016 grabamos en cuatro puntos de la Ciudad de México, Satélite, Coyoacán, Roma y Condesa. Lo hicimos ese día desde las 6 de la mañana a las 6 de la tarde porque no había gente en la calle, lo que nos permitía tener esa densidad y este peso específico que solo te da la capital. Era como decirle a la gente ‘Silencio que quiero grabar’”, cuenta el sonidista nominado.

Debido a que la cinta no cuenta con una musicalización, el sonido fue esencial para darle vitalidad y fuerza a la historia “fue un reto ir en cada secuencia, editar y ordenar de forma armoniosa, que los sonidos tengan un ritmo propio para que la gente viviera y oliera lo que sucedía en ese periodo en esa secuencia”, dice.

Entre la pureza de los sonidos, Sergio Díaz tuvo que trabajar el sonido del rechinar de las puertas, de los pisos de madera de la casa o el de los coches en la calle y el afilador de cuchillos, entre muchas otras cosas. “Todos los sonidos debían tener esa pureza real y si no los teníamos que reconstruir en el estudio, fue una reconstrucción del mundo de los setenta”, destaca.

Díaz recuerda que una de las mayores dificultades para este trabajo fue el que realizó para la escena en donde Cleo salva la vida de uno de los niños en el mar. “No costó una gran dificultad porque ahí hay dos universos: los diálogos y el océano, que es otro personaje, entonces teníamos que tenerlos por separado”.

Para ello, el sonidista tuvo que regrabar los diálogos de los actores y después mezclarlos con el sonido del mar, que grabó en Tabasco y Acapulco. “Así teníamos la limpieza absoluta de sus diálogos para moverlos de izquierda y tener el mar a la derecha, con muchísimas capas de sonido y causar este vértigo y la sensación de que iban a morir”.

Si algo define este trabajo es la pureza con el que fue realizado. Para Díaz, que ha trabajado previamente en cintas como Babel, El laberinto del Fauno o Hellboy II, “cada una de las secuencias tenía un propio reto y este era tratar de hacerlo lo más orgánico posible, porque al no haber sonido el sonido tiene que ser muy puro”, cuenta.

Como el resto de la producción, Sergio Díaz tuvo que someterse a la secrecía de Cuarón, quien mantuvo el guion en secreto durante todo el rodaje. “Las indicaciones de Alfonso eran muy precisas y no había forma de que nos hiciéramos de izquierda a derecha, era lo que él tenía en la mente y el reto más fuerte fue reconstruir esos elementos sonoros en la memoria de Alfonso”.

Mientras la mayoría de la gente se encontraba en sus hogares celebrando la Navidad, Sergio Díaz salió a la calle para tratar de rescatar el silencio y la tranquilidad que alguna vez imperó la Ciudad de México en los años setenta. Es así comoel canto de las aves, el mover de los árboles, entre otras cosas lucen puras dentro de Roma, la cinta de Alfonso Cuarón. Y es por eso que este domingo Díaz compite en la terna de Mejor Mezcla de Sonido en los Oscar.

“El 25 de diciembre de 2016 grabamos en cuatro puntos de la Ciudad de México, Satélite, Coyoacán, Roma y Condesa. Lo hicimos ese día desde las 6 de la mañana a las 6 de la tarde porque no había gente en la calle, lo que nos permitía tener esa densidad y este peso específico que solo te da la capital. Era como decirle a la gente ‘Silencio que quiero grabar’”, cuenta el sonidista nominado.

Debido a que la cinta no cuenta con una musicalización, el sonido fue esencial para darle vitalidad y fuerza a la historia “fue un reto ir en cada secuencia, editar y ordenar de forma armoniosa, que los sonidos tengan un ritmo propio para que la gente viviera y oliera lo que sucedía en ese periodo en esa secuencia”, dice.

Entre la pureza de los sonidos, Sergio Díaz tuvo que trabajar el sonido del rechinar de las puertas, de los pisos de madera de la casa o el de los coches en la calle y el afilador de cuchillos, entre muchas otras cosas. “Todos los sonidos debían tener esa pureza real y si no los teníamos que reconstruir en el estudio, fue una reconstrucción del mundo de los setenta”, destaca.

Díaz recuerda que una de las mayores dificultades para este trabajo fue el que realizó para la escena en donde Cleo salva la vida de uno de los niños en el mar. “No costó una gran dificultad porque ahí hay dos universos: los diálogos y el océano, que es otro personaje, entonces teníamos que tenerlos por separado”.

Para ello, el sonidista tuvo que regrabar los diálogos de los actores y después mezclarlos con el sonido del mar, que grabó en Tabasco y Acapulco. “Así teníamos la limpieza absoluta de sus diálogos para moverlos de izquierda y tener el mar a la derecha, con muchísimas capas de sonido y causar este vértigo y la sensación de que iban a morir”.

Si algo define este trabajo es la pureza con el que fue realizado. Para Díaz, que ha trabajado previamente en cintas como Babel, El laberinto del Fauno o Hellboy II, “cada una de las secuencias tenía un propio reto y este era tratar de hacerlo lo más orgánico posible, porque al no haber sonido el sonido tiene que ser muy puro”, cuenta.

Como el resto de la producción, Sergio Díaz tuvo que someterse a la secrecía de Cuarón, quien mantuvo el guion en secreto durante todo el rodaje. “Las indicaciones de Alfonso eran muy precisas y no había forma de que nos hiciéramos de izquierda a derecha, era lo que él tenía en la mente y el reto más fuerte fue reconstruir esos elementos sonoros en la memoria de Alfonso”.

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