Desde la inauguración del Puente Tampico, pasando por el encarcelamiento del líder petrolero Joaquín Hernández Galicia "La Quina", hasta los avistamientos ovnis, estos hechos no han pasado inadvertidos por los caricaturistas, quienes con unos cuantos trazos, algunas palabras, mucho ingenio y buen humor, se han encargado de plasmar en las páginas de EL SOL DE TAMPICO el devenir de la historia de ciudad y la zona sur.
Para el caricaturista y catedrático de la Universidad Autónoma de Tamaulipas (UAT), Pepe Macías, los "monos" son una forma de género editorial, que a la manera de una columna de opinión, ponen de manifiesto a través del recurso visual situaciones que ocurren en su entorno.
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"Mientras que el columnista lo que escribe son sus ideas y conceptos, el caricaturista lo que hace es plasmar sus ideas en una caricatura y maneja mediante el humor esa crítica a la situación que se vive", dijo Macías en entrevista.
La caricatura política: la risa y la reflexión
Macías, quien ha colaborado en diferentes medios informativos del estado, señaló que una caricatura para que resulte efectiva además del talento del dibujante, debe tener como recurso imprescindible el sentido del humor.
"La caricatura debe exagerar las cosas, como por ejemplo, si se habla de baches, se dibujan cráteres como los de la luna. El objetivo es hacer reír, pero también reflexionar sobre lo que se está criticando", comentó.
Destacó que México cuenta con una gran tradición de caricaturistas, desde tiempos de la Revolución Mexicana con José Guadalupe Posada, famoso por su "Calavera Catrina", hasta Eduardo del Río "Rius", que con su estilo sencillo atrajo a un gran público.
Y aunque actualmente los memes por su inmediatez son empleados para el humor político, Macías no dudó de la vigencia de la caricatura. Recordó el atentado que sufrió la revista satírica francesa “Charlie Hebdo” por sus caricaturas en las que criticaban al Islam.
"Este formato de la caricatura en realidad es muy poderoso, tiene un efecto que puede llegar a ser así devastador para aquellas personas a las que se está haciendo la crítica y que puede tener un impacto muy, muy grande”, dijo.
La vida porteña en los trazos de Lidio
En los primeros meses de 1951, poco después del inicio de EL SOL DE TAMPICO, se incorporó el caricaturista José Lidio Martínez, quien durante más de cuatro décadas se encargó de dibujar una sonrisa en el rostro de los lectores a través de sus cartones políticos, en blanco y negro entre semana y a color en la edición dominical.
Lidio, originario de Ciudad Mante y formado en la Academia de San Carlos, representaba a Tampico con personajes típicos como miembros de una familia o parroquianos que, periódico en mano, discuten sobre la nota del día: la ineficiencia del cuerpo policiaco, el encarecimiento de la canasta básica, las inundaciones, o el oportunismo de las figuras políticas.
Trazó grandes eventos de la zona sur de Tamaulipas, como la inauguración del Puente Tampico, en el que esta magna obra luce un enorme listón que es cortado por una tijeras, escena que miran con incredulidad un grupo de tampiqueños que fallecieron antes de su apertura.
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Lidio también capturó eventos como el avistamiento ovni de 1967, con un cartón que muestra a dos porteños desquehacerados, que contemplan el paso de una flotilla alienígena y que se preguntan sobre porqué quieren hacer contacto con la ciudad los visitantes de otras galaxias, ante los altos precios de los servicios públicos así como por el mal estado de las vialidades.
El encarcelamiento de "La Quina" en 1989 también fue tema de Lidio, quien lo ilustró con un niño cabizbajo camino a la escuela, mientras sus padres comentaban que lo único que no se detuvo en la ciudad tras la detención de Hernández Galicia fueron las clases.
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Monos de tinta y electrónicos
A lo largo de los años, las páginas de EL SOL DE TAMPICO han contado con el talento de caricaturistas como A. Isaac, Arias Bernal, Molina, Don Flowers, Guardado, Grillopolis, así como el popular monero tapatío Trino.
Actualmente, desde el portal web de este medio, se puede disfrutar del trabajo de Osvaldo Monos, Patricio, Rubén y Roberto Peña, quienes mantienen viva la tradición de que una imagen -con mucho humor- vale más que mil palabras.
