Al parecer desde 1951 una calle en la zona centro de Tampico lleva el nombre de “Sor Juana Inés de la Cruz”, apelativo que tomó Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana, en febrero de 1669, después de formar parte de la Orden de las jerónimas.
A la vialidad la precede una primaria fundada en 1926. Ironías de la vida, se especula que a la protagonista de esta historia le trataron de impedir en multitud de ocasiones el acceso al conocimiento.
“Hombres necios que acusáis a la mujer sin razón”
Quizás uno de los trabajos literarios más conocidos de Asbaje sea “Redondillas”. Se cree que la pieza fue compuesta en 1689, cuando la autora contaba con 41 años de edad. El contenido busca entender el papel tan contradictorio que la sociedad (en el caso particular del género masculino) asigna en ocasiones a las mujeres:
“Opinión, ninguna gana; pues la que más se recata, si no os admite, es ingrata, y si os admite, es liviana. ¿Pues cómo ha de estar templada la que vuestro amor pretende si la que es ingrata, ofende, y la que es fácil, enfada?”
La primera estrofa del poema (“Hombres necios que acusáis a la mujer sin razón…”) estuvo inscrita durante años en el anverso del billete de mil pesos, de la segunda familia AA, del Banco de México. El papel moneda fue puesto a disposición de la ciudadanía desde el lunes 11 de diciembre de 1978, hasta el jueves 31 de diciembre de 1992.
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El lunes 3 de octubre de 1994, la efigie de Ramírez de Santillana apareció por primera vez en los billetes de 200 pesos de la familia C; posición que continúo ocupando, respectivamente, en las familias D, D1 y F del Banco central.
El rostro de Santillana fue sustituido por el nuevo diseño de la familia G, encabezado por Miguel Hidalgo y José María Morelos, el lunes 2 de septiembre de 2019.
¿Por qué Juana Inés de Asbaje tomó los hábitos? “El vicio por las letras”
Múltiples académicos consideran que el sábado 25 de marzo de 1690, Manuel Fernández de Santa Cruz, en ese entonces obispo de Puebla, firmó una misiva con el nombre de “Sor Filotea de la Cruz”. El texto, entre otras cuestiones, indicaba que las mujeres abocadas al estudio terminaban por perder su carácter dócil y agradable.
Aunado a lo anterior, Fernández de Santa Cruz también señaló que era impropio del género femenino adentrarse en disciplinas “superiores” a su entendimiento. Verbigracia, el campo de la filosofía, de las ciencias exactas y del arte.
Asbaje contestó a la carta con un escrito que al día de hoy se conserva titulado “Respuesta a Sor Filotea la Cruz”, donde acepta que eligió la vida en el convento por diversas razones. Primero, para prescindir del matrimonio donde, por las creencias de la época, pasaría a ser considerada propiedad “de” un hombre. Segundo, por amor a las letras (ella lo denominó “vicio”).
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Ramírez de Santillana buscaba en el claustro el tiempo, el espacio y el silencio para “perderse” entre libros de lógica, matemáticas, música, historia, derecho y literatura.
Un recorrido por la calle
A decir de Octavio Paz en “El laberinto de la soledad”, poco antes de morir, la también nombrada “Décima musa mexicana” vió cómo la orden religiosa a la cual pertenecía destruía su biblioteca, bajo el alegato de que una mujer carecía del derecho y de las facultades para dedicar su vida a una labor intelectual.
La Real Academia de la Historia de España sostiene que Ramírez de Santillana falleció el domingo 17 de abril de 1695, debido a un contagio de tifus en la ciudad de México. Sus restos mortales fueron depositados en una fosa común.
Casi 329 años después de su muerte, en una ciudad al noreste del país, una artería con su nombre se extiende por casi 14 cuadras, atravesando las vías de Esperanza, Escandón, Carranza, Tamaulipas, Obregón, Altamira, Carranza, Díaz Mirón, Madero, Méndez, La Paz y Reforma. En ella se encuentran, entre otros establecimientos, escuelas, hoteles, cafeterías, restaurantes, notarías públicas, clínicas dentales y laboratorios.
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Por la calle de Sor Juana Inés de la Cruz, en el centro de Tampico, transitan día a día decenas de mujeres que estudian o trabajan, que tienen sueños por cumplir, en un mundo donde cada vez menos su género es motivo de discusión o de impedimento. Quizás a Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana le daría gusto saber que, en está época, tendría la libertad de dedicar su vida a leer y escribir.