El coreógrafo español Rafael Bonachela celebra estos días por todo lo alto su décimo aniversario como director artístico de la Sydney Dance Company (SDC), la compañía de danza más importante de Australia, que cumple ahora medio siglo.
“Creo que el público ha podido ver que la danza contemporánea puede ser y significar muchas cosas. Ha sido algo muy bonito para nuestro público, para nuestros bailarines y para la comunidad de la danza en Australia, una nueva perspectiva fresca y dinámica de lo que puede ser la danza contemporánea”, explica en una entrevista a Efe el coreógrafo catalán de 47 años.
Como parte de las conmemoraciones, Bonachela ha estrenado esta semana en Sídney su nueva pieza “Cinco”, un número que alude al cincuenta aniversario, con cinco bailarines y la música compuesta en la década de los 50 por el argentino Alberto Ginastera.
Además, la SDC hará este verano una gran gira por Europa que le llevará a Barcelona, donde presentarán un espectáculo coreografiado por Bonachela en el festival Grec.
Con un destello en los ojos, el coreógrafo confiesa que se siente feliz “de realizar ese sueño que tenía cuando era pequeño, el niño de La Garriga, en Barcelona, que quería coreografiar y que nunca hubiera pensado que se convertiría en realidad”.
Fue la serie estadounidense Fama, que contaba las historias de unos estudiantes de una escuela de artes escénicas de Nueva York, la que motivó a Bonachela, en los años ochenta y cuando era raro ver a un chico bailar, a pensar que se podía aprender danza y más aún de forma profesional.
Así, emprendió un largo camino, de su pueblo a Barcelona, y de allí a Londres en donde en 1992 se unió a la legendaria Rambert Dance Company, en donde se convirtió en coreógrafo asociado para ocho años más tarde formar la Bonachela Dance Company, con la que hizo varios espectáculos internacionales.
En 2008 debutó en la SDC con su espectáculo 360, y casi seis meses después asumió el cargo de director artístico de esta institución, algo inesperado, recuerda, pero luego ha disfrutado mucho de estar al cargo de 17 bailarines y de poder trabajar y colaborar con grandes artistas.
Mi visión cuando llegué hace diez años era traer a Australia coreógrafos que nunca habían presentado aquí su trabajo”; comentó Bonachela, quien en 2012 fue una de las 100 personas más influyentes según Sydney Magazine.
Ese reconocimiento se lo ganó por sus esfuerzos por popularizar la danza como director de la SDC y comisario del festival internacional de danza contemporánea de Australia, la Spring Dance.
Una de las claves de su éxito siempre ha sido su capacidad de moverse igual de cómodo tanto en los grandes teatros de la danza como el Palais de Chaillot de París o el Sadler’s Wells de Londres como en los en los conciertos y videoclips que ha coreografiado para estrellas como Kylie Minogue o Tina Turner. Su faceta ecléctica le ha valido para impulsar también colaboraciones con diseñadores como Dion Lee o artistas visuales como Jennifer Allora y Guillermo Calzadilla.
También para invitar a Sídney a otros coreógrafos como Jacopo Godani, Alexander Ekman o Cheng Tsung-lung y trabajar con músicos como Bryce Dessner, Nick Wales o la Sydney Symphony Orchestra.
“El compartir un escenario con los grandes coreógrafos es un placer” y “mis bailarines se hacen mejores”, explica.
Además,”yo, dentro del mundo de la danza, sé quién soy y qué hago. Me interesa la fisicalidad del cuerpo, el movimiento en el tiempo y el espacio, lo que es una danza abstracta”, precisó.
En el marco de las emblemáticas celebraciones, además del estreno mundial de “Cinco”, se presentan como parte de un programa triple “Neon Aether”, de Gabrielle Nankivell y “Woof” de Melanie Lane.
Y como postre final, una pieza en la que un grupo del público también compartirá escenarios con exbailarines de la Sydney Dance Company de cada década desde 1970 hasta la actual.
Bonachela parafrasea las palabras del coreógrafo Gideon Obarzanek, al que le encargó esta pieza: “la historia de la compañía está en los cuerpos de los bailarines y la memoria de la audiencia”.
Mientras la SDC celebra su recorrido, también Bonachela, que siente que Sídney es su casa y en donde ya tiene pareja, una familia de amigos y cultural.