En el ámbito popular se suele decir “todos tienen su Waterloo” como una manera de indicar que el fracaso es inminente. La historia proviene de un pasaje histórico donde Napoleón Bonaparte, conocido por su astucia militar, perdió una batalla decisiva para su poder político el 18 de junio de 1815, en la provincia del Brabante Való. Estos son los detalles.
El 18 de mayo de 1804, Napoleón Bonaparte se proclamó emperador de Francia. La noticia tuvo partidarios y detractores. Verbigracia, Beethoven retiró la dedicatoria del militar de la Sinfonía Núm. 03 (también conocida como la heroica) por considerar que los deseos de poder de Bonaparte no comulgaban con los ideales de la Revolución de 1789 - 1799.
El principio del ocaso del imperio
Gracias a la nota “Waterloo, la derrota decisiva de Napoleón” de Abel G.M para National Geographic y al libro “La vida privada de Napoleón” de Octave Aubry, sabemos la siguiente información:
En 1812, Alejandro I, zar de Rusia, ordenó el avance de las tropas a la frontera de Polonia, el objetivo era invadir Francia. Bonaparte contraatacó invadiendo la tierra de Gógol el 23 de junio.
Tras ganar la batalla del río Moscova. Bonaparte entró en Moscú buscando dialogar con el zar ruso, sin embargo, este estaba dispuesto a quemar la ciudad con tal de no asumir la derrota. Después de permanecer cerca de un mes apostado, Napoleón ordenó la retirada ante la falta de provisiones y avances en la materia.
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Se especula que el ejército francés estaba conformado por más de 600 mil hombres cuando salió de su país. Al regresar el número era menor a los 40 mil hombres.
Rusia estaba apoyada por Reino Unido, España, Portugal y Prusia. Aunque Napoleón consiguió una victoria en la batalla de Dresde en agosto de 1813, perdió la batalla de las Naciones en Alemania en octubre.
Con el ejército francés disminuido, la ciudad de París fue tomada por los invasores el 31 de marzo de 1814. El 6 de abril, Bonaparte abdicó al trono. El día 11 del mismo mes fue exiliado a la isla italiana de Elba, de donde escapó en febrero de 1815.
Volvió a reunir sus tropas, un total de aproximadamente 200 mil soldados, lo acompañaron cuando entró a París. Era, acorde a los historiadores, el principio del fin.
La caída definitiva: Waterloo
El cometido de Napoleón para recuperar el trono de Francia era ambicioso, planeaba enfrentarse a los ejércitos de Reino Unido, Prusia, Austria y Rusia, respectivamente.
El 18 de junio de 1815, las tropas británicas dirigidas por Arthur Wellesley, duque de Wellington, se enfrentaron a las fuerzas napoleónicas. Se presume que las últimas estaban mal organizadas.
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Además, Napoleón no consideró real la amenaza de que el ejército de Prusia llegará en auxilio de Wellesley y sus hombres. No obstante, el príncipe Gebhard Leberecht von Blücher hizo acto de presencia en el campo de batalla. Aunque Bonaparte logró huir, la mayoría de los soldados fueron hechos prisioneros y la artillería francesa fue decomisada.
El 8 de julio, Luis XVIII ascendió al trono de Francia. En tanto, el 10 de julio, Napoléon aceptó la derrota de la “batalla de Waterloo” y se rindió ante los ingleses, quienes lo condenaron por segunda vez al exilio, en la isla de Santa Elena, ubicada en el océano Atlántico, donde falleció el 5 de mayo de 1821. Se cree que murió envenenado con arsénico.