El calendario vuelve a cambiar de temporada y ahora es el turno de recibir a septiembre, considerado el mes patrio. Para festejar a México nos dimos a la tarea de recopilar 25 obras de la literatura mexicana en los géneros de cuento, poesía, teatro y novela. ¿Ya sabes qué libro te va a acompañar cuando des el Grito de Independencia?
La siguiente recopilación de nombres pretende ser un ejercicio descriptivo, más no limitativo, de las letras mexicanas. Sugerimos a quien desee ampliar esta selección visitar bibliotecas públicas y toda clase de librerías en búsqueda de más opciones. Nunca se sabe qué sorpresas aguardan detrás de un librero o de una mesa de exhibición.
Empecemos por el cuento
Aunque Octavio Paz (1914) es más conocido por el ensayo “El laberinto de la soledad”, donde pretende esbozar las características principales de los mexicanos, en la categoría de cuento tiene “La ola y yo”, una breve narración sobre una relación destructiva.
Se puede conocer el estilo de Juan José Arreola (1918) a partir de los libros “Varía invención”, “Bestiario” y “Confabulario”, con las piezas de “En verdad os digo” y “Vida privada”.
El estilo de Amparo Dávila (1928) a menudo es descrito como “peculiar” por su capacidad de crear escenarios confusos, un ejemplo de ello es el material de “Tiempo destrozado”.
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En “Los principios del placer y otros cuentos”, José Emilio Pacheco (1939) presenta la vida de un profesional desilusionado con el giro que tomó su vida, teme haber decepcionado a su esposa y dar lástima a sus amigos de la juventud.
El relato “Los prados solos” de Héctor Aguilar Camín (1946) abre la “Antología de Cuentos Mexicanos” de Polí Delano, mostrando las diversas respuestas que se pueden suscitar ante un trauma infantil.
El mundo de la poesía y el teatro
Muchos conocen las líneas iniciales del poema “Redondillas” de Juana Inés de Asbaje (1648): “Hombres necios que acusáis a la mujer sin razón, sin ver que sois la ocasión de lo mucho que culpáis…”; de su pluma también proviene la obra de teatro “Los empeños de una casa”, una comedia de enredos románticos.
A quienes tengan el corazón roto tal vez la obra “Nocturno a Rosario” de Manuel Acuña (1849) les resuene, sobre todo la parte donde dice: “A veces pienso en darte mi eterna despedida, borrarte en mis recuerdos y hundirte en mi pasión, mas si es en vano todo y el alma no te olvida, ¿qué quieres tú que yo haga, pedazo de mi vida? ¿Qué quieres tú que yo haga con este corazón?”
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El trabajo más famoso de Juan de Dios Peza (1852) es el poema“Reír llorando”, el cual aborda la vida de Garrick, un famoso actor de Inglaterra, quien a pesar de tener el mundo a sus pies, no puede encontrar la felicidad.
Aquellos que necesiten recordar que “a las lozanías va a seguir el invierno” el poema “En paz” de Amado Nervo (1870) los puede ayudar.
Novelas: drama, humor, romance y desesperación
El trabajo de Jorge Ibargüengoitia (1928) se caracteriza por sus tintes de humor, ejemplo de ello son las novelas “Los relámpagos de agosto”, “Estas ruinas que ves” y “Maten al león”.
Carlos Fuentes (1928) presenta en “La Voluntad y la Fortuna” una adaptación contemporánea en la ciudad de México del mito de Caín o Ábel.
“Hasta no verte Jesús mío” es una obra de Elena Poniatowska (1932), donde el personaje de Jesusa Aguilar, nacida en Oaxaca, va contando cómo llegó a la Capital, cómo vivió la Revolución mexicana, la violencia conyugal y los lazos de maternidad que quiso cosechar.
Poniatowska también es la responsable de la novela corta de tipo epistolar “Querido Diego, te abraza Quiela”, donde Angelina Beloff recuerda su relación con Diego Rivera.
En “Elsinore” de Salvador Elizondo (1932) dos estudiantes logran fugarse de una de las escuelas militares más estrictas de México. Mientras que en “Anónimo” de Ignacio Solares, un hombre despierta y descubre que él ya no es él, su alma cambió de cuerpo y el cuerpo que él solía tener, ahora está muerto.
Más opciones
Quien desee historias de relaciones agridulce, quizás quiera leer “Arráncame la vida” de Angéles Mastretta, donde Catalina Guzmán, a los 15 años, se fuga con Andrés Ascencio, general del ejército mexicano, para después enamorarse de Carlos Vives, un músico con pretensiones políticas.
Otra opción es apostar por “Un dulce olor a muerte” de Guillermo Arriaga (1958), donde el protagonista es acusado del homicidio de una joven a la que nunca ha visto, pero de la cual el resto del pueblo piensa que era su amante.
En “El miedo a los animales”, Enrique Serna (1959) presenta la vida de un servidor público, quien comenzó su carrera con la pretensión de entender cómo funcionaba el sistema de poder en México, tomar nota de ello y revelar sus secretos. Sin embargo, se convirtió en un eslabón más en el juego, hasta que uno de sus conocidos es asesinado.
Julián Herbert (1971) es la pluma detrás de “Canción de tumba”, la historia de Guadalupe Chávez, quien antes de morir de leucemia, hace un recuento por su vida, en compañía de su hijo, quien escribe una historia sobre la época en la que su madre trabajó como sexoservidora.
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Esperamos que los lectores de EL SOL DE TAMPICO, encuentren en alguno de estos 25 libros de narradores mexicanos, una propuesta interesante para el mes de septiembre.