Una guerrera cuya fortaleza es su familia

En una sensible charla, nuestra entrevistada narra su experiencia y brinda ánimo a quienes comparten su batalla

Eugenia Gómez

  · lunes 7 de octubre de 2019

A sus 39 años, Maricarmen Meza Miranda se enfrentó a su mayor temor: el cáncer de mama. En entrevista para EL SOL DE TAMPICO, nos narra su experiencia con la esperanza de brindar ánimo y esperanza a quienes comparten su batalla.

Recuerda que su miedo surgió cuando era niña, debido a que su mamá murió de cáncer cuando tenía 10 años, “viví mucho tiempo con el temor de heredarlo, con la idea de que las quimioterapias eran lo peor, pero la verdad es que me han ayudado mucho. El cáncer no tiene cara bonita, pero he aprendido a verle lo bueno”.

Comenta que, como en todos los casos, para ella también fue difícil aceptarlo, “al principio no fue fácil, era uno de mis mayores miedos y cuando escuchaba la palabra cáncer lo relacionaba directamente con la muerte. Fue un proceso muy duro el que viví, desde que me detectaron una anomalía, atravesar la incertidumbre y luego la operación y las quimioterapias”, afirma Maricarmen, quien señala que la medicina funciona y en estos casos lo mejor es seguir las indicaciones de los doctores.

Manifiesta que, aunque aprendió a ver las cosas buenas, hay días más difíciles que otros. Ella ha dado una gran batalla a este mal que aqueja a miles de mexicanas, pero aún no logra dar el ‘knockout’. “Sí, hay días muy duros, pero mi fuerza son mis hijos y mi esposo, mi familia; ellos han crecido emocionalmente, se han hecho más fuertes y me han fortalecido a mí”.

Maricarmen hace un llamado para que todas las mujeres e incluso los hombres, acudan al médico a realizarse estudios para conocer su salud y detectar cualquier problema a tiempo, “yo siempre he ido a hacerme los análisis, hace dos años todo parecía estar bien, pero en mayo de este año me confirmaron el diagnóstico, me operaron y me dieron seis quimioterapias, ahorita ya voy por la quinta. Todo ha sido en un abrir y cerrar de ojos”.

Además de sus hijos Maricarmen, Tayde y Juan y de su esposo Juan Ángel, asegura que otro pilar han sido sus amigas, quienes todos los días le envían mensajes positivos y se preocupan por su bienestar, “las palabras bonitas, los comentarios buenos sí ayudan mucho. A quien pasa por un proceso similar le diría que no hay que renegar, enojarse o preocuparse, hay que luchar. Después de llorar, de preguntarte el motivo y descubrir que no lo hay, solo queda dar tu mejor batalla”.

Concluye la entrevista asegurando que lo mejor está por venir y confía darle el golpe final al cáncer en enero del 2020, “hay que acercarse a Dios y tener una buena actitud. Todos los días rezo por mi familia y por mí y estoy lo mejor que puedo estar”, finaliza.

“Al cáncer no le veo la cara fea; al contrario, valoro todo lo bueno que me ha pasado”

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