La memoria de una ciudad se forja a partir de las anécdotas de quienes la habitan. En Tampico, atravesada por la Avenida Torres Miranda, se encuentra la colonia Unidad Modelo, lugar donde convergen diversas profesiones. Esta es la historia de sus inicios, de cómo sus primeros habitantes tomaron un pedazo de tierra y lo convirtieron en un hogar.
En 1977, donde ahora se levantan casas, escuelas y negocios, antes no había nada. Era un monte repleto de lodo amarillo, donde las vacas pastaban y tropezabas con zorrillos, alacranes, tlacuaches y víboras.
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¿Cuál es el origen de su nombre?
"Querían construir un ideal de ciudad, por eso lo llamaron de esa manera. En las juntas para la venta de los terrenos nos pedían que fuéramos solidarios y honestos entre nosotros", recuerda Anselma Hernández Contreras, en entrevista para EL SOL DE TAMPICO.
Entre 1976 y 1977, Mario García, líder político de la época del Partido Revolucionario Institucional (PRI), en asociación con el arquitecto Torres Miranda, organizaban reuniones, para la entrega de títulos de propiedad de un nuevo asentamiento humano en la ciudad.
Los comicios se realizaban en la colonia Morelos, los sábados al mediodía y duraban aproximadamente cuatro horas. La mayoría de los asistentes eran mujeres, sobre todo, madres de familia.
"El 13 de noviembre de 1977 nos entregaron los terrenos. Costaron 300 pesos, apartabas con la mitad y para el resto tenías facilidades de pago. Cuando llegamos, parecía un cementerio. Avanzabas y solo encontrabas palos clavados en la tierra, sosteniendo los letreros con el número de la manzana y el lote", apunta Hernández.
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"Los nombres de las calles corresponden a las profesiones necesarias para construir una unidad modelo. Ese era el objetivo”, explica la entrevistada.
La colonia está integrada por las vialidades Escultores, Topógrafos, Periodistas, Teólogos, Psicólogos, Filósofos, Escritores, Médicos, Pintores, Administradores, Químicos, Ingenieros, Educadores, Contadores, Arquitectos, Agrónomos, Físicos, Secretarías y Trabajo Social.
"Rentar es no tener nada de uno"
"Vivía en el Centro, en la calle Serdán, por el cine Olimpia, para llegar a la colonia Morelos tomaba dos transportes.
Dejaba a mis hijos solos en la casa, pero yo intentaba ir a las juntas, porque estaban vendiendo terrenos para formar una nueva colonia para gente de bajos recursos", platica Lucía Salinas Castillo en entrevista para esta casa editora.
"Asistía porque quería tener un pedazo de tierra que fuera mío. Mi mamá María siempre nos aconsejó, a mi hermano Esteban y a mí, no rentar, porque rentar es no tener nada de uno", continúa Salinas. "Teníamos que ir a las reuniones de los sábados y a los mítines políticos, yo mantenía a mi familia, a veces no podía con todo, pero sí aparecí en las listas”.
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“Cuando entregaron el solar, nos repetían una y otra vez no construir casas de cartón. Eso no es vida, nos decían. Nos recomendaban edificar con cemento, era más caro, pero iba a resistir”, puntualiza.
"Todo era monte y mosquero, estaba solo. En las noches me venía a dormir, con mis cuatro hijos, a cielo abierto para cuidar nuestro lugar. La gente se caía en las laderas, algunos se quebraban la pierna, otros el brazo, pero seguían llegando familias", relata Salinas.
La primera tiendita de la esquina en esta colonia
"Mi papá le decía a mi mamá: para qué vas, son puras mentiras, no les van a dar ningún terreno, pero ella no le hacía caso y se iba a las juntas", inicia la entrevista de Blanca Verónica Barrios García para EL SOL DE TAMPICO.
"Cuando nos entregaron nuestro lote, mi papá estaba muy feliz. Nos vinimos para acá y entre toda la familia construimos la casa con canastillas de leche.
Para ahuyentar a los moscos, quemábamos excremento seco de las vacas que pastaban por aquí. Como no había luz, nos alumbrábamos con velas y quinqués", rememora la entrevistada.
La primera tienda de la colonia Unidad Modelo abrió sus puertas en 1978, poco después de la llegada de la luz eléctrica. Se ubicó en la esquina de la Avenida Torres Miranda y la calle Arquitectos. Llevó por nombre “La Yolanda”, igualmente la conocían como “La Yolandita”.
Lo atendieron durante muchos años sus propietarios, Yolanda García Rodríguez y Arturo Barrios López. Funcionaba de 06:00 a 21:00 horas, todos los días. A veces se extendían hasta las 22:00 horas.
"Vendíamos refrescos a cinco centavos. Tortillas, pan, leche, maíz, aceite, frijol, azúcar, semillas, cacahuates, etc. Eran otros tiempos, se despachaba por medida, se usaban cucharones, conos y básculas de mostrador", comenta Barrios García.
"Los clientes nos pedían alimento para perros, gatos y cerdos. Fue la única tienda de la zona por seis o siete años", aseveró la entrevistada.
Decidiendo el futuro debajo de un árbol de mango
Cuando los primeros habitantes se instalaron, a finales de 1977 y principios de 1978, comenzaron las juntas de vecinos. Se congregaban debajo de un árbol de mango, en lo que hoy es Avenida Torres Miranda, a la altura de Educadores.
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"Mario García insistía en hacerle calor a la colonia, de lo contrario, aseguraba, nunca iban a entrar los servicios. También nos decía que era necesario apoyar en la construcción de la escuela, llevar pala y machete para limpiar el terreno", sostiene Anselma Hernández.
De acuerdo al Segundo Informe de Labores del presidente municipal Gerardo Gómez Castillo, preservado por el Archivo Municipal de Tampico, en 1979 se planeó la construcción de la Escuela Secundaria Federal Número Siete. El presupuesto total del proyecto fue de cuatro millones y la población estudiantil estimada era de 700 alumnos.
“En 1980, estudiábamos el primer año de secundaria debajo de galeras de láminas de cartón. Éramos cerca de 22 adolescentes, la mayoría mujeres. La directora era María del Rosario Cinco Espinosa”, afirma Blanca Verónica Barrios.
En 1982, el Segundo Informe de Labores del presidente municipal, Joaquín Contreras Cantú, documentó la instalación de los servicios de agua y drenaje para la Unidad Modelo. La inversión consistió en 40 millones de pesos.
Construyendo la vialidad, "nos bañábamos en la Laguna de los Patos"
“Los caminos eran resbalosos y la gente se caía”, menciona Anselma Hernández. “El camión de agua llegaba hasta Calzada San Pedro, en las Tortas Cepillín, cargábamos los botellones de vidrio ida y vuelta, porque nadie quería entrar hasta acá”.
“Correteábamos a las pipas de agua para qué llenarán los tanques. También nos íbamos a bañar a la Laguna de los Patos”, revela Blanca Verónica Barrios.
En la actualidad la colonia cuenta con las siguientes vías de acceso a transporte público:
- Ruta Unidad Modelo
- Tampico-Cañada
- Circuito Norte
- Águila-Echeverría
- Puertas Coloradas
Sin embargo, a finales de 1970 y principios de 1980, ningún camión llegaba a la zona.
Los primeros vecinos tenían que caminar hasta la Prolongación de la Avenida Hidalgo, esquina con Calzada San Pedro, para abordar el transporte.
“Estábamos cansadas de caminar tanto, entonces, secuestramos los camiones. Entre varias mujeres obligamos a los chóferes a entrar a la colonia. Lo hicimos varias veces hasta que el encargado de la compañía vino a vernos y decidió abrir una nueva ruta de autobuses azules”, manifiesta Anselma Hernández.
“Eran dos autobuses los que pasaban por esta calle”, Lucia Salinas Castillo señala la Avenida Torres Miranda. “El primer recorrido era a las 06:00, el último terminaba a las 22:00 horas”.
En 2019, con recursos del gobierno federal, finalizaron las obras de pavimentación de concreto hidráulico e infraestructura hidrosanitaria en la Unidad Modelo. La última calle en ser rehabilitada fue Contadores. La inversión consistió en dos millones 687 mil 597 pesos con 47 centavos.
La calle Escultores, límite vial de la Unidad Modelo, a menudo es confundida con el Bulevar Brasil de Infonavit, son dos calles paralelas, pero su nombre es diferente.
La ropa tendida y la puerta abierta, "todos nos conocíamos"
“Este lugar se pensó para ser una colonia tranquila, conformada por personas trabajadoras. Tú en tu casa, yo en la mía. Hace 46 años llegué aquí, casi al mismo tiempo que tu abuela”, concluye Lucia Salinas Castillo, de 87 años, una de las primeras habitantes de la Unidad Modelo.
“Aquí todos nos conocíamos. Dejabas la ropa tendida y la puerta abierta por el calor”, expresa Blanca Verónica, quien era una niña cuando se mudó. “Muchos de los primeros en llegar ya no están, pero aquí seguimos sus hijos y, claro, sus nietos”.
Si me permiten la licencia, quien aquí escribe, en 1996, todavía jugaba en calles sin pavimentar, viendo cómo se hundían los barcos de papel improvisados en los surcos de agua que se formaban en el lodo amarillo. Mis abuelos, Saúl George Hernández y Socorro Rangole Ramírez, también se instalaron en esta colonia cuando apenas se erigía.
El monte desapareció, la zona urbanizada difiere por mucho de sus comienzos, pero la memoria de un lugar pocas veces termina y a menudo continúa construyéndose.
Todos los sábados, a partir de las 06:30 horas, sobre la calle Contadores, Anselma Hernández Contreras, una de las fundadoras del lugar, vende bisquetes y café. Como hace años vendió tamales a cincuenta centavos en las primeras juntas de vecinos.
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En la colonia, cientos de personas a diario caminan sobre el esfuerzo de sus antepasados, de aquellos que reconocieron y forjaron la oportunidad de un futuro en un pedazo de tierra casi desolado.
Si prestas atención, puedes ver a los habitantes inmersos en tribulaciones, rumbo a clases o a la oficina, esperando el transporte o iniciando el recorrido, trabajando para labrarse una vida. ¿Sabes por qué? Porque esta colonia se llama Unidad Modelo y buscan hacerle honor a su nombre.