En la época en que saber la hora era un lujo, Tampico era conocido por sus famosos relojes, que desde varios puntos de la ciudad daban los minutos y las horas, con lo que se organizaba la vida cotidiana del puerto, pues eran muy pocas las personas que podían llevar un reloj consigo y la mayoría dependía de la obra pública.
"La importancia del uso del reloj, considerado dentro del grupo de las joyas, en un tiempo era vital pues de ello dependían muchas cosas incluyendo las del corazón", señala Adrián Pérez Sobrevilla, historiador de Tampico, "y los relojes fuera de establecimientos conocidos como joyerías, daban cuenta de la modernidad que tenía la ciudad".
"El Rubí de Enrique Ettiene en las calles Aduana y Emilio Carranza, así como en La Petit Palais de Alejandro Luna y José Vigil, las cuales tenían como principal anuncio un reloj en el exterior y en parte visible que eran de gran ayuda para saber la hora y medir tu tiempo", añade el historiador.
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Varias joyerías famosas ofrecían este accesorio
Indica que "en esas fechas, el reloj que se utilizaba era de bolsillo y llamados de ferrocarrilero por tener la figura de un ferrocarril normalmente en su parte posterior y al considerarse de gran uso en dichos ferrocarriles el principal transporte de esa época".
"Luego vendría a desplazar al acostumbrado de bolsillo por el elegante y lucidor de pulso, en marcas de altos niveles como Nivada, Movado, Cyma, Mido; de medio nivel el Alfa , Elgin y comercial Haste, Steelco, que se podían adquirir en El Granate de Isidoro Díaz Carbajal, El Ónix de D Cecilio Barrón El Cronómetro de Flaminio Figueroa y La Casa Moral de Tino Moral", expone.
En esta última joyería, la Casa Moral, se tendrá también un reloj público el cual ha perdurado por más de 60 años dando la hora frente a la Plaza de la Libertad donde gracias a la donación de la comunidad China se pudo instalar un reloj de pie para que los viajeros pudieran ver el uso horario del puerto.
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Entre los primero están los ubicados en el Parque Méndez y Catedral
Otros puntos donde se tenía un reloj público fue el Parque Méndez, que a partir de su construcción en 1930 se colocó también un reloj siendo uno de los puntos más lejanos del centro de la ciudad en aquel entonces y dónde empezaron a convivir numerosas familias al pasar de ser una zona de comercio a una de recreo.
Un que merece mención a parte es el que se instaló en una de las torres de catedral, que fue donado a la ciudad por el señor Ángel Sainz Trápaga en el año de 1881, quien lo mandó a fabricar exprofeso a un relojero en Londres, Inglaterra. Sus piezas fueron cuidadosamente modeladas a mano, pero también al construirse el Penal de Andonegui en la década de 1920 se puso un reloj en su fachada.
Entre los últimos relojes públicos que se han instalado en la ciudad, se encuentra uno donado por el Club Rotario de Tampico en la Plaza 10 de Mayo, de la Colonia Sierra Morena y otro que se volvió a colocarse en la Plaza de la Libertad frente al edificio de correos.
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"Hoy la importancia del reloj pasó a segundo plano en el medio comercial, los relojes se convirtieron en artículos de bajo precio y desechables y se consiguen en diferentes comercios sin ser las finas y elegantes joyerías de antes, además el teléfono celular vino a suplir en uso al citado y útil reloj", comenta Adrián Pérez.