Cuna de la fuerza obrera que cambio al país, origen de la industria más grande que ha tenido México, así como anécdotas que van desde vampiros, paseos en la Casa de Santa Claus y los inolvidables bailes y conciertos, todo esto hace de Árbol Grande una de las colonias más emblemáticas en la historia de Tampico y Ciudad Madero.
EN TIEMPOS DE PIRATAS
Fue el río Pánuco el que trajo a los primeros habitantes y a los que siguieron. Y volvió a traer más, aun cuando ya no había lugar para poblar. Al ser una zona de acceso fácil por las aguas, Árbol Grande, llamada así por un enorme tronco de guásima que según los nativos hubo en un tiempo, estuvo al acecho de piratas y por esa razón los originarios del lugar tuvieron que huir.
AUGE PETROLERO EN LA REGIÓN
Un decreto expedido por Porfirio Díaz el 1 de diciembre de 1884 cambiaría para siempre este poblado, pues se promovía la inversión extranjera y en su artículo 10 establecía que “el dueño de la superficie lo es también del subsuelo” y solo se necesitaba una concesión del gobierno para explotarlo, pudiendo los extranjeros extraer el petróleo.
Con esta nueva ley se aceleró la instalación de industrias refinadoras y en 1887 Henry Clay Pierce, justo en Árbol Grande, construyó la Waters Pierce Oil –subsidiaria de la Standard Oil–, una planta de refinación destinada a importar petróleo de Estados Unidos para abastecer a los ferrocarriles mexicanos.
El descubrimiento del “oro negro”, la introducción del ferrocarril y la construcción de las escolleras para el impulso al puerto de Tampico provocaron una migración obrera sin precedentes e incluso se “importaban” trabajadores de las Antillas. Para principios de 1900, Árbol Grande tenía una población de poco más de mil 500 personas.
ASÍ SURGIÓ CIUDAD MADERO
“Durante esa época de la importación de trabajadores se construyeron unas barracas en Árbol Grande y Doña Cecilia. En 1914, existían 534 de este tipo de viviendas, construidas en filas de cinco p seis por cada estructura; eran llamadas “camillas” y en cada una de ellas se alojaban hasta cuatro personas”, señala Steven Lief Adleson en su libro “Historia social de los obreros industriales de Tampico”.
Árbol Grande pertenecía todavía a Tampico y la fuerza laboral empezó a exigir que se dotara de infraestructura a la zona de trabajadores. La imposibilidad de la ciudad ante las demandas de la creciente población hizo que los cuatro poblados de obreros (La Barra, Doña Cecilia, Refinería y Árbol Grande) se unieran y crearán otro municipio en 1924: Villa Cecilia, que más adelante se llamaría Ciudad Madero.
A la postre los trabajadores de Árbol Grande también participarán plenamente en la Expropiación Petrolera y en la conformación del sindicato de Petróleos Mexicanos (Pemex). Pues en 1919 habían paralizado a la industria para exigir mejoras en las condiciones laborales y en 1935 fueron parte de la convención que fundó un gremio petrolero único para todo el país.
LA MUJER VAMPIRO DEL SUR DE TAMAULIPAS
Pero el poblado no solo es famoso por la fuerza obrera que generó el desarrollo de toda la región, sino también por Longina Robledo González a quienes muchos conocen como “La mujer vampiro”. De acuerdo con la leyenda, asoló a los vecinos en el año de 1973 y llegó de Ocampo a las catacumbas de la iglesia.
Pero no todo es terror, esta colonia también tiene muchas historias que nos hacen reencontramos con nuestros mejores deseos, como la de la familia Estrada Mena que cada año adapta su vivienda con una monumental colección de más de dos mil piezas entre artesanías, artículos decorativos y juguetes relativos a Santa Claus; así como las anécdotas que cientos de artistas y músicos que dejaron a su paso por el Gimnasio de Árbol Grande.
Hoy, la colonia es el límite entre las dos ciudades que separó el petróleo. Y a pesar de los años y los días que han ido cambiando todo su entorno, en la plaza de Árbol Grande aún se detienen a conversar las leyendas y las añoranzas, de un Madero y un Tampico que un día fueron un solo río, una sola historia.