Primera Parte
“Un padre secuestra a sus hijos y huye con ellos a distintos países. Comienza así una guerra entre dos poderosas familias que ejercen su autoridad y su riqueza hasta las últimas consecuencias”, es la historia de "Nadie nos vio partir", novela de autoficción de Tamara Trottner, publicada por Alfaguara en el 2020, en plena pandemia.
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Nacida en la Ciudad de México, la novela está inspirada en un hecho real, su propio padre la secuestró a ella y a su hermano, llevándola en un viaje por Europa y África, y finalmente a Tierra Santa.
Licenciada en Ciencias de la Comunicación con maestría en Apreciación y Creación Literaria, y doctorado en Investigación y Creación Literaria, área novela, ambos en Casa Lamm. Publicó el libro de cuentos Un último pedazo de bruma (2001) y la novela Siempre las jacarandas (2008).
Tamara platicó con EL SOL DE TAMPICO en las clásicas 20 preguntas de Pensando en Voz Alta.
¿Quién es Tamara Trottner?
Diles quién eres, me dijeron
No entiendo, respondí
Sí, ¿quién eres?, ¿cómo te llamas?, ¿cuántos años tienes?, ¿qué estudiaste?, ¿en qué trabajas?
¿Quién eres?
Me llamo Tamara, respondí
Y soy…
Soy todas las olas que han acariciado mi cuerpo y soy también las que me han revolcado. Soy un amanecer que envuelve los amaneceres de todos los tiempos y es, sin embargo, único. Soy tu mirada cuando se refleja en la mía. Soy una tarde desnuda en el mar, desnuda yo y desnuda la tarde.
Soy risa fácil y llanto profundo, muchas veces al mismo tiempo. Soy un ser feliz en un mundo que puede no serlo, y soy, a veces, pocas veces, muy infeliz. Soy todas las letras que he devorado, soy Borges y Shakespeare y Cortázar y Cervantes y de la A a la Z todas las palabras que circulan en mis venas. Soy las letras que he escrito, las cartas de amor y las de zozobra, el poema que se quedó guardado y los que alguien leyó e hizo suyo. Soy libertad y me entrego cuando sé que quien la recibe la atesora como suya y entonces, sólo entonces, se convierte en libertad compartida.
Soy cada jacaranda que nace en marzo y cada flor que al caer hace más violeta la existencia- Soy una niña asustada, soy un adulto asustado. Soy los cuentos que les conté a mis hijos antes de dormir. Soy un cuerpo que envejece y la piel que se eriza con las manos correctas y la boca que tiembla con un beso, y el vientre que ansía.
Soy la que llora en las películas y la que se ríe con las amigas y la que abraza a los amigos entregándose toda, porque no me gustan las cosas a medias, ni la hipocresía, ni las máscaras.
Soy la que no tolera la violencia, no entiende con gritos, no aguanta los estruendos. Soy contradicciones y dudas y a veces soy la incongruencia que provoca querer ser congruente. Soy miedo. A veces miedo que paraliza y otras que tan sólo pide una mano que acompañe.
Soy desbocada, desbordada, intensa y vehemente. Soy una postura de yoga cuando me convierto en ella. Soy todas mis amigas, soy todos mis amores, soy cada uno de mis perros y algún gato y Sócrates, mi cotorro.
Soy quienes me han habitado, soy sus mundos y sus sueños cuando los hice míos y, entonces, fuimos. Soy cada ciudad, cada pueblo, cada mercado y cada bocado que he descubierto en el viaje de la vida. Soy orgasmo y asombro, beso y abrazo.
Soy los parasiempres que no son y alguno que quizás sea. Soy todos los precipicios que me han hecho volar y alguno que estrelló mi osadía entre sus rocas y que, sin embargo, me permite seguir siendo.
Soy ésta y soy quizás otra, seguramente muchas otras…
¿Quiénes son tu escritora y escritor de cabecera?
Mi cabecera es larga y en ella caben muchas letras de diferentes plumas. Primero los monumentales de la literatura, porque ellos me enseñan a qué debo aspirar: Dostoievski, Virginia Woolf, Jane Austen, Faulkner, Franz Kafka, Borges, Juan Rulfo, Shakespeare… la lista es larguísima.
Después están mis contemporáneos, (porque viven o vivieron cuando yo ya estaba por estos rumbos) admiradísimos, obviamente Gabriel García Márquez y Paul Auster, muchas novelas de Murakami, casi todas las de Ángeles Mastretta, Ian McEwan, los cuentos de Cortázar, otra lista larga de plumas que han causado estragos permanentes en mi amor por la literatura.
Entre ellos, los que hoy habitan mi buró, los más recientes que se vuelven parte del Kintsugi de mis días: Guillermo Arriaga, Fernanda Melchor, Alma Delia Murillo, Amélie Nothomb, Margaret Atwood. Esta resulta una pregunta complicada porque soy una lectora insaciable, y cualquier texto que me mueva las vísceras se adhiere a esta lista cada día más larga.
¿Quién es tu mayor influencia literaria?
Ya lo dije, son muchísimas. Si tuviera que mencionar sólo una, sería al que considero el mejor escritor de la historia: Fiódor Dostoievski.
¿Consideras que las mujeres dominan el panorama literario en América Latina?
Considero que las mujeres nunca hemos dominado el panorama literario, porque durante cientos de años fuimos invisibles. La lucha por las mujeres para ser consideradas escritoras es bien sabida.
Creo que hemos avanzado mucho, hoy cada vez somos más y la literatura escrita por mujeres tiene un lugar relevante. Sin embargo, falta mucho camino por recorrer si tomamos en cuenta que hasta hace muy poco el 72% de escritores publicados a nivel mundial fueron hombres.
Esto está cambiando, pero sigue muy desbalanceado. Lo mismo ocurre con los premios literarios, incluyendo el Nobel. Creo que se debe continuar luchando, pero creo, también, que debemos de dejar de hablar de literatura femenina, hay que escribir desde la literatura misma, sin género, sin lucha, escribir como escritoras y no como mujeres, a fin de cuentas eso hacen los hombres.
¿A qué escritores o escritoras y por qué los invitarías a una comida en tu casa?
Me imagino una mesa en la que la plática sea mitad sabiduría y mitad locura. Una cena que llegue hasta los primeros rayos del amanecer, carcajadas y frases geniales. Para ello supongo que juntaría a escritores que generaran controversia. Kafka, Sócrates, Shakespeare, Sor Juana Inés de la Cruz, Simone de Beauvoir sin Sartre…
Tuve la suerte de conocer a los grandes de los grandes, sentarme a la mesa con ellos (Carlos Fuentes, Gabriel García Márquez, Octavio Paz…) y me di cuenta de que los escritores son personas normales, es verdad que sus temas de conversación son muy interesantes, pero también son fútiles, humanos al fin.
Hoy, extraño las comidas con mi tribu de escritores, mis amigas y amigos a quienes además de admirar quiero profundamente. Ellos saben quiénes son, la verdad la pasamos tan bien juntos que tienen preferencia en mi mesa, siempre.
¿Cómo visualizas el primer día sin pandemia?
Soy muy optimista, siempre busco ver el lado bueno de cualquier situación, sin embargo, no creo que la pandemia termine. Por supuesto que irá menguando, nos iremos acostumbrando, la vida tratará de sentirse normal, pero estoy segura de que no habrá un primer día sin pandemia, más bien habrá días que se vayan diluyendo en otros con menos caos, con menos muerte, con menos dolor.
¿Cuántas horas al día le dedicas a la escritura?
No soy rutinaria ni metódica. Amo escribir así que trato de hacerlo todos los días, aunque sea un rato. Desde que empezó la promoción de "Nadie nos vio partir" he tenido menos tiempo para sentarme a escribir de corrido. Escribo diario y lo más que puedo.
¿Tienes alguna manía al escribir?
En mi oficina, que está en mi casa, tengo un pequeño altar con piedras que he recolectado en mis viajes, deidades de todas las culturas, especialmente de India, recuerdos y deseos por cumplir. Ahí hay una vela que enciendo cuando medito y cuando escribo. Mi perro siempre está acostado a mi lado y a ratos, cuando la hoja en blanco me ataca, me siento junto a él, en el suelo y lo acaricio hasta que se me ocurre algo para seguir escribiendo.
Hay novelistas como Xavier Velasco, que primero escriben en libretas y después en computadora. ¿Cuál es tu manera de moldear una historia?
Escribo en mi computadora, sin embargo, siempre traigo una libreta en mi bolsa y cada vez que se me ocurre algo la saco y garabateo ideas. Últimamente también lo hago grabando notas en mi celular, me he dado cuenta de que esto es rápido, eficiente y más legible. Y, por cierto, Diablo guardián, de Xavier Velasco, es también de mis novelas favoritas.