Ha llegado el 14 de octubre y con ello el Día Internacional de la Costurera, un oficio muy antiguo que con el tiempo se fue desarrollando y para celebrar esta festividad, Beatriz Almazán Romero nos comparte su pasión por este arte.
Beatriz se ha dedicado a la costura desde hace unos ocho años, cuenta que su mamá era de Chihuahua y ella de Coahuila, pero su papá de Altamira, por lo que fue así que llegó al sur de Tamaulipas.
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La costura desarrolla la creatividad, motricidad y es relajante
Ella hace especialmente trajes de maternidad para sesiones fotográficas, vestuarios para escuelas o fiestas, además de gran variedad de prendas, también es creadora de accesorios como diademas, tocados, entre otros.
“Para mí es relajante coser, desarrollas tu imaginación y la motricidad, es un trabajo bonito, pero muchas veces mal valorado y por ende, mal pagado”, pero eso no la desanima, pues ella continúa capacitándose, así que hace cursos y talleres, sean en línea o presenciales.
Muchas veces sus creaciones le llevan varias semanas elaborarlas, por ejemplo, los vestidos de maternidad, que son de tul y se utilizan para sesiones fotográficas, se tarda de dos a tres semanas, dependiendo de lo complicado que estén, pero si son bordados se puede tardar hasta dos meses.
Su mamá le enseñó desde chica a coser: un oficio de tradición
Beatriz comenzó a coser por su mamá, quien se llamaba Gloria Romero, “ella desde chiquita empezó a coser y me enseñó igualmente cuando yo era pequeña, primero a hacer vestidos para las muñecas, sí me gustaba, pero no me dediqué tanto a eso”.
Narró que su mamá comenzó trabajándole a escuelas, haciendo vestidos para festivales, por lo que empezó a solicitar más y más ayuda, pues era mucho el trabajo, “por lo que empecé a colaborar yo”.
Lamentablemente hace seis años le detectaron a su mamá cáncer de mama, por lo que trabajó menos y empezó a enseñarle mucho más, “ella cortaba, hacía los trazos y yo cosía”.
El año pasado muere su madre, un hecho que marcó su vida, “cuando mi mamá falleció yo no podía coser, sentía que me iba a equivocar y no tendría a quién preguntarle, cuenta que ella falleció en mayo de 2021 y fue hasta octubre de ese año que pudo volver a agarrar la máquina”.
Explicó que su mamá no fue a una escuela, aprendió líricamente, pues fue sobre la tela, sin patrones y así le enseñó a ella, “yo tomo mis medidas y también sobre la tela hago los cortes, aunque también poco a poco he incluido patrones”.
Una tradición familiar que comenzó con su abuelita en la costura
Platicó que a su mamá le enseñó también su mamá, o sea, su abuelita, llamada Rosenda Rodríguez, pero una coincidencia se dio en su familia cuando la mamá de su papá, llamada Beatriz, también se dedicaba a la costura.
Al momento de que fallece su mamá Gloria comienza a preguntarle a su abuelita, la mamá de su papá, Rosenda, quien actualmente tiene 93 años y que todavía se dedica a la costura.
“Para el 16 de septiembre se estaba haciendo una falda a mano, pues por su edad ya no agarra la máquina, además, hace agarraderas, borda y teje para vender y porque le gusta”, lo que es prueba de que no existe límite de edad para continuar haciendo diversas actividades que te llenan de felicidad.
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“Es un trabajo muy bonito, gracias a Dios también es un sueño que estoy cumpliendo y que es dedicado a mi mamá, estoy muy contenta de lo que he logrado a raíz de una tristeza, que fue el que mi madre partiera y es un honor seguir con su legado”.
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Aunque es difícil encontrar el origen del Día Internacional de la Costurera, el 14 de octubre se festeja en varias partes del mundo a todo el personal que se encuentra inmerso en la labor de la creación y confección de prendas.