Con un estilo muy propio y lleno de frescura, así era como escribía sus notas y crónicas Esther Luna de Vargas, mejor conocida como: La Sra. Vargas, quien falleciera ayer en esta ciudad a la edad de 86 años, lo que provocó gran tristeza entre numerosos lectores de EL SOL DE TAMPICO, que recordaban con gran nostalgia sus excelentes redacciones.
Comenzó a laborar en EL SOL DE TAMPICO en el año 1968 como cronista de sociales, donde por su don de gente, inmediatamente se hizo muy estimada en los círculos sociales del puerto, ya que era una mujer con gran sentido religioso y una excelente madre de familia, quien siempre buscó darle a sus hijos una excelente educación.
La Sra. Vargas escribió a lo largo de su vida las crónicas y notas más importantes de las década 70 y 80's que fueron publicadas en la sección de EN SOCIEDAD de esta casa editora, donde dejó plasmado su sello, que era hacer memorable cualquier evento y remontar al lector a ese acontecimiento que narraba.
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FUE AUTORA DE LA COLUMNA “COSAS DE SOCIEDAD”
La Sra. Vargas dejó impresa en las páginas de esta casa editora su gustada columna “Cosas de Sociedad” que siempre iniciaba con la frase: Hoy nos desayunamos con la noticia de que...”, la cual siguió escribiendo aún después de su retiro y fue hasta más o menos el año 2010, en que falleció Don Rubén Díaz de la Garza, que dejó de publicarse.
SUS INICIOS EN EL PERIODISMO FUERON EN LEÓN, GUANAJUATO
Desde muy joven sintió la atracción por el periodismo y laboró en periódico EL SOL DE LEON, hasta 1963, donde conoció a quien sería su esposo Don Jorge Vargas Jayme, quien fuera reportero en la otrora cadena periodística Garcia Valseca.
El matrimonio Vargas De Luna, emigró a Tampico a mediado de los años sesentas, donde ambos destacaron por su pasión en el periodismo, ella como una de las figuras más destacadas en la vida social del puerto y el como director del desaparecido diario “El Mundo”.
“BAUTIZÓ” A VARIOS CLUBES SOCIALES
Las socias de los clubes de mayor antigüedad tienen un grato recuerdo de Estercita, como también le decían, porque como cronista de sociales hizo historia “bautizando” a varios clubes, fue ella quien escribió en alguna ocasión que el Casino Tampiqueño, “es el máximo centro social de la ciudad”.
La originaria de San Miguel El Alto, Jalisco perteneció además a diversos grupos femeninos religiosos y fue una periodista con un gran sentido de responsabilidad, consagrada a Dios, su trabajo y familia siempre, como prioridades de su vida.