Rosita Vila Valladares, conocida en el mundo de las artes como “Marovila”, es una escultora tamaulipeca cuya mayor inspiración para sus obras es el movimiento, la fuerza, emociones y sensaciones que la figura humana puede evocar.
Su primer acercamiento a las artes fue a través de la danza; cuando era muy pequeña demostró cierta inclinación por el ballet. Más adelante, conocer esta disciplina le ayudaría en gran medida para la creación de distintas esculturas.
Recuerda que fue un profesor de pintura quien le sugirió acercarse a las artes plásticas, aunque pintar no fue fácil para ella, algo fuera de lo común, ya que la mayoría de los escultores normalmente pasan primero por esta disciplina.
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Con la intención de continuar preparándose refiere que viajó a Cuernavaca e ingresó al Centro Morelense de las Artes, fue en este recinto educativo donde descubriría la disciplina artística a la que se dedicaría el resto de su vida.
Poco tiempo después demostraría de lo que era capaz como artista ganando un concurso con una obra escultórica titulada “Plenitud”.
En lo personal, comenta que nunca le ha gustado realizar exposiciones por el trabajo de organización que estas conllevan. Sin embargo, sus esculturas han podido ser apreciadas por amigos o público que le han encargado proyectos particulares.
Para Rosita si un trabajo no tiene movimiento, éste carece de estilo, su obra se ha caracterizado por tener gran detallado haciendo de esto una marca personal de sus figuras.
Un ejemplo de ello es la pieza a la que tituló “El agobio”, la cual retrata esta emoción en el rostro de una mujer.
Entre los retos que Marovila ha tenido que afrontar está el esfuerzo que conlleva realizar una escultura. Primero se decide qué se va a hacer, después se determina la estructura y el tamaño para finalmente dar forma al trabajo, lo cual requiere mucho esfuerzo físico.
Actualmente Rosita Vila sigue activa como escultora, aunque con menor intensidad.
A lo largo de los años ella siempre ha estado comprometida con su pasión retratando lo que más le gusta y lo que mayor satisfacción le ha dejado: la figura humana.
Para la artista tampiqueña radicacada actualmente en el Estado de México, el arte es parte fundamental de las personas, todas las formas de expresión artística favorecen y alimentan su interior, su espíritu, y cuando alguien es capaz de apreciar cualquier obra significa que tiene un alma plena.