Primera Parte
Alicia Mejía Cuervo, es maestra de profesión, doctora en educación y políglota. Viuda, madre de tres hijos, Antonio, Agustín y Andrés de la Huerta Mejía, se convirtió de la noche a la mañana, en una escritora de éxito, al lanzar su primera novela a través de Amazon, en donde, literalmente, en pocas horas, alcanzó el estatus de más vendido.
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Se define como una persona honesta y empática, que ama a su familia y a la naturaleza. Le gusta viajar y a sus 76 años de edad, Alicia, una norveracruzana de nacimiento, continúa trabajando y escribiendo, una de sus pasiones.
¿Quién es Alicia Mejía?
Alicia es una mujer que nació en el pueblo de Chicontepec Veracruz, un 7 de diciembre del siglo pasado. Una mujer que ha sabido a través de soñar despierta ver el futuro, estructurar metas y obtener logros muy significativos en su vida.
Una de mis pasiones ha sido escribir. Ya muchos años atrás mi esposo me había dicho que escribía muy bonito y mi hijo mayor me dijo: "Si tu pasión es escribir, escribe un libro". Y empecé por hacer pequeños relatos de mi vida o cartas para los maestros. Algunos de esos escritos eran completos otros con futuro, pero este libro fue escrito para guardarse no para llegar a ser un "best seller".
¿Cómo fue que decidiste escribir sobre el amor y la pasión en la tercera edad?
Siguiendo el consejo de mi esposo, ya pasados los muchos años y atenuada la pena de su partida, se presentó la oportunidad de vivir una relación a la que, de acuerdo a la sociedad y a nosotros mismos, ya no tenía acceso y pues lo pensé mucho y finalmente acepté vivirla y fue como un despertar. Un despertar nuevamente a la vida.
Yo digo y a la vez pienso que no solo la sociedad, sino que nosotros mismos nos hemos enclaustrado en una burbuja de abandono emocional; en la que ya no nos damos derecho a muchas cosas porque ya somos mayores y muy grandes. Solo servimos para cuidar nietos y apoyar las actividades de la casa.
Con el pretexto de que somos mayores y nos podemos caer fácilmente, nos ponen barras en el baño, en las áreas en donde hay escalones y por lo tanto nos hacemos dependientes, y perdemos la libertad que un día tuvimos. La ilusión se va. Ya no hay un por qué vivir, un por qué levantarse de la cama cada mañana. Y le dejamos a Dios la decisión de disponer de nuestras vidas porque ya cumplimos con nuestro deber.
Y no solo a la tercera edad le pasa esto. También hay personas que, perdida la ilusión, andan por la vida como jóvenes viejos.
Esta relación me hizo reflexionar sobre mi vida, sobre la vida de las personas de mi edad. Que están solas. Y que cierran sus candados de tal manera que se oxidan. Pues yo también tenía esos candados que son los principios morales y religiosos que nos aprisionan, pero les puse un poco de aceite y los abrí para darme la oportunidad. Y dio material. Un curso de emprendimiento que tome me inculcó la idea de hacer un emprendimiento por algo más allá de la situación económica. Un más allá que fuera trascendente en beneficio de la humanidad.
Y pues pensé, si tuve la oportunidad de vivirlo, aprender, disfrutar y ser feliz, ¿por qué no compartir con mis contemporáneos la posibilidad de que ellos también se animen y puedan renovar sus vidas? No es cosa que esté a la vuelta de la esquina, o quizás no se dé. Pero habiendo esperanza hay un motivo para despertar guardando la ilusión de que tal vez se dé.
¿La pasión no conoce de edades?
De acuerdo a mi vivencia, no. La pasión no conoce edades. Encuentras lo que le está faltando a tu vida y lo tomas sin importar lo que la gente puede pensar. Nuestro tiempo se acorta y a nuestra edad, realmente ya no hay nada que hagamos que sea malo. Ya cumplimos. Fuimos padres. Fuimos maestros de nuestros hijos o de otros hijos. Construimos nuestra casa y la amueblamos. Tuvimos nuestros carros.
Pero todo eso se hizo viejo junto con nosotros. No nos pueden juzgar ni debemos dejar que lo hagan. Tenemos que renovar nuestra vida. Tenemos que buscar la manera de que nuestro cuerpo vuelva a sentir otra vez, tener 16 años y vivir la adolescencia de la madurez. Es decir, tenemos que revivir esa pasión que se quedó ahí escondida en lo profundo de nuestras células y de nuestro corazón.
¿Cuál fue el primer acercamiento que tuviste con la literatura?
En la secundaria y en la carrera de maestra y después de doctorarme en educación di la materia de Literatura en la Facultad de Derecho en la Carrera de Ciencias de la Comunicación en cuarto semestre. La impartí por 10 años. Un semestre hacíamos la obra del Tenorio Cómico adaptada al entorno estudiantil.
¿Tienes algún autor o autora favorito o favorita?
Si, varios. Pearl S. Buck, autor del libro la Buena Tierra, fue el primero que me introdujo en el mundo de la lectura. El segundo libro fue Banderas de Sangre. Otro autor es el Dr. Bryan West, con sus terapias de regresión; Deepak Chopra, que me habla de mentes sin tiempo, cuerpos sin edad. Isabel Allende, Gabriel García Márquez, Stella Maris Maruso y Pablo Coello entre otros.
Tu libro es un "best seller" en Amazon, ¿lo esperabas?
Los que nos inscribimos al curso de escritores lo esperamos. No todos lo estamos logrando. Pero que tuviera conciencia de que así sería, no. No fue fácil su arribo a Amazon. El jueves 3 de noviembre por la tarde entre 3 y 4, Ada, mi amiga noruega lo sube a Amazon. Son siete horas de diferencia entre Europa y México.
Al otro día me mandó una foto de la portada, todavía dormida la vi y la mandé a la familia que entonces se enteró de lo que hice en esta pandemia. Más tarde una de las compañeras escritoras del grupo me felicita por ser "best seller". Checo y sí, en la esquina superior izquierda de la fotografía de mi libro decía "best seller". En 12 horas alcanzó esa denominación en Amazon.
¿Escribes para ti o para ganar lectores?
Escribo para mí. Para sacar mis emociones. Cuando me siento triste, cuando siento la soledad bailar en mi pecho o cuando estoy feliz, escribo. Me encanta escribir y me gusta como escribo, disfruto hacerlo y luego disfruto leer una y otra vez lo escrito.
Nunca pensé en escribir para ganar lectores. Pensé, eso sí, en el momento de decidir darle formato de libro a mis escritos, en el fin último de cualquier emprendimiento: La trascendencia, si tú obtienes un conocimiento ya sea por lecturas o por práctica y lo acumulas.
Ahí se queda encerrado. Creo que, si Dios nos mandó a esta vida con tantos dones, pasiones, y con el tiempo habilidades, estamos en la obligación de compartir con la humanidad lo que aprendimos en este espacio de tiempo que es nuestra vida y yo pensé en mis compañeros, los que viven sin ilusiones. Y si yo tuve la oportunidad, ¿por qué no compartir ese regalo con ellos? Por eso lo publiqué. Con pena y todo, tomé mi libro y me aventé al vacío y en ese vacío me salieron las alas y me están creciendo con estos apoyos que me están brindando los amigos, para que llegue al nicho y a los avatares que les corresponde.
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