Su nombre era Giacomo Constantino Beltrami. Era un aventurero, casi nómada, italiano que decidió viajar a América con el único propósito de conocer nuevos mundos. Empezó en el país del norte, pero pronto su curiosidad lo hizo llegar a México. Lugar donde visitó, entre otros puntos, el puerto de Tampico en el siglo XIX. Sus memorias fueron preservadas en el libro "Le Mexique".
Contrario a otros expedicionarios extranjeros como Frederick Waldereck, experto en litografía o Joel Roberts Poinsett, ministro de Eu, quienes también vivieron en territorio nacional, Beltrami tenía una buena opinión de México y se sentía atraído por la cultura prehispánica.
Un italiano llega a Estados Unidos
Gracias al libro "De Trotamundos y aventureros: una mirada sobre México" de Mariana Fiordelisio Coll y César Navarro Gallegos, sabemos la siguiente información.
Cuando Beltrami llegó a EU cerca de 1823, con 24 años, emprendió un recorrido por el río Mississippi para identificar el área. Al día de hoy, la ciudad de Beltrami en Minnesota lleva su nombre. Su hazaña consistió en encontrar la fuente del río, el segundo más grande en Estados Unidos.
Del río Mississippi al río Pánuco
Una vez finalizado el viaje náutico, Beltrami se dedicó a conocer diversos puntos del mapa geográfico Norteamerico hasta llegar a los límites con México. En el país visitó, entre otros puntos de interés, Xalapa, Veracruz, Tlaxcala, Puebla, México, Guadalajara y San Luis Potosí.
Ante todo, lo que mayor admiración le generó fueron las pirámides. Anotó todo cuando observaba y preguntaba a los lugareños en sus diarios, los cuales terminaron por convertirse en el libro "Le Mexique", donde describe los escenarios de diversos mares, lagos, montañas y valles.
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Uno de los pasajes finales del libro dice: “Adiós tierras que nunca debieron ser esclavizadas, que siempre han sido libres”.
En 1830, después de siete años de expedición por América, vagando por territorio nativo americano y azteca, el aventurero Giacomo Constantino Beltrami regresó a casa, donde falleció en 1855, en Filottrano. Entre sus múltiples travesías, pisó el puerto de Tampico y debido a su afición por los ríos, no es difícil imaginar que también cursó el río Pánuco.